La Tibieza, la Frialdad y el Desaliento en el servicio divino y bien espiritual propio, nacen de la Ceguera, la cual como castigo oscurece y ofusca la Gracia en el alma que la lleva consigo. Con el alejamiento de la Gracia viene como consecuencia natural el pecado venial, y este venial es el que produce a estos terribles enemigos que tanto mal hacen en el camino del espíritu.
El pecado venial hiela los corazones y los entibia, sumergiéndolos en el desaliento más profundo; quita de los corazones la afición de las cosas de Dios e introduce en el alma manchada la falsa piedad. Empaña la imagen de Dios en el corazón por el polvo que va recogiendo sin inquietarse.