La Entereza es hija de la Actividad, compañera de la Energía y de la Firmeza y apoyo de muchas virtudes. La Serenidad constituye su especial fisonomía y se alberga en los corazones intrépidos, en los cuales reina el Dominio propio y el Sacrificio. La Entereza se fortifica y vigoriza en la Oración.
Es la Entereza una virtud guerrera que empuña muchas clases de armas. A la Entereza no la mueve ningún viento de pasiones: la Rectitud es su brújula, y la Voluntad divina su sostén y único apoyo. Jamás se inclina esta hermosa virtud a la Condescendencia culpable; es enemiga de la Debilidad y de la Flaqueza; la Vacilación es su potro, la Cobardía y la Falsedad los enemigos que más aborrece. Ella coge al alma y la conduce de la mano, sin bambolearse, hasta su destino.