La Burla nace de la Soberbia y de la Vileza. Se anida en corazones bajos e innobles y es un pecado o vicio contra la Caridad. El burlarse del prójimo es de almas viles. Un cristiano jamás debe hacerlo, ni aun consentirlo en su presencia.
La Burla y la Murmuración son compañeras inseparables y caminan siempre unidas, tanto que a primera vista se confunden.
La Hipocresía ayuda a las almas burlescas, las cuales con su capa cubren taimadamente el veneno que encierran en su fondo. Son víboras emponzoñadas que clavan traidoramente su lanceta en la fama de sus hermanos. La burla es más infame que la Murmuración y arrastra en pos de sí más prosélitos.