- Reflexiona sobre tu condición de pecador y sobra la misericordia del Señor.
"Yo no vine a llamar a los justos, sino a los pecadores". (Mt. 9,13).
"Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan de penitencia". (Lc. 15,7).
"Si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. Pero si no perdonáis a los otros, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras faltas". (Mt. 6,14-15).
Nuestra Señora dijo en Fátima: "Es necesario que se enmienden; que no ofendan más a Nuestro Señor, que ya está muy ofendido". (12-10-1917).
- Examina tu conciencia para que puedas recordar y reconocer tus pecados.
1- El Señor dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma". (Deut. 6, 5).
· ¿Qué lugar ocupa Dios en mi vida?
· ¿Amo verdaderamente a Dios con todo mi corazón, o más bien vivo preocupado por las cosas materiales: trabajo, negocios, bienestar temporal?
· ¿Procuro cultivar mi fe y mi formación cristiana participando en cursos, leyendo la Biblia, etc.?
· ¿Rezo todos los días y procuro que mis familiares también recen?
· ¿Participo habitualmente en la Misa de los domingos y en días festivos, o falto sin motivo justificado?
· ¿Respeto los bienes ajenos?
· ¿Rehuyo, sin razón, a la hora de dar limosna o emprestar?
· ¿Consagro a Dios mi trabajo, mi estudio, mi enfermedad?
· ¿En las dificultades, acudo a Dios con fe y perseverancia?
· ¿Consulto a brujos, creencias paganas, y creo en supersticiones?
· ¿Tengo promesas para cumplir?
· ¿Colaboro en las actividades apostólicas de mi parroquia, o vivo completamente al margen?
2- El Señor ha dicho: "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado". (Jn. 15, 12).
· ¿Reparto mis bienes con los que son más pobres que yo?
· ¿Soy avaricioso, egoísta, y quiero lo mejor para mí?
· ¿Dedico una parte de mi tiempo a los enfermos, a la catequesis, a los marginados?
· ¿En lo que depende de mí, defiendo a los maltratados, ayudo a los humillados, a los extranjeros o de otras razas?
· ¿Soy responsable en mi profesión, honrado en mi trabajo y en mis negocios?
· ¿Paga el salario justo y los impuestos?
· ¿Me apoderé de algo que no es mío?
· ¿He perjudicado a otros? ¿Les he engañado?
· ¿Hago juicios temerarios, critico, les deseo mal, fomento el odio contra alguien?
· Como padre o madre: ¿me preocupo de la educación y de la formación cristiana de mis hijos? ¿Soy demasiado exigente e intolerante, o demasiado blando con sus faltas, originando conflictos innecesarios?
· Como marido o esposa: ¿somos fieles el uno al otro y nos queremos de verdad? ¿Aceptamos los hijos como un don de Dios o tratamos de eliminarlos provocando el aborto? ¿Aconsejamos o colaboramos apara que alguien haga lo mismo?
3- Jesús dijo: "Sed perfectos como vuestro Padre del Cielo". (Mty. 5,48).
· ¿Procuro vivir en la presencia de Dios, haciendo lo posible para agradarle, o por el contrario, vivo como si Dios no existiese?
· ¿Acudo al sacramento de la Penitencia cuando tengo necesidad?
· ¿Comulgo con frecuencia, en las debidas condiciones?
· ¿Observo la ley moral y cristiana en el uso del matrimonio?
· ¿Guardo mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y en la castidad, como templo que soy del Espíritu Santo?
· ¿En la conducción de vehículos, respeto escrupulosamente las leyes de tráfico? ¿Tomo todas las precauciones para no poner en peligro mi vida ni la de los demás?
· ¿Abuso de la comida o de bebidas alcohólicas?
· ¿Tomo o contribuyo a que otros tomen drogas perjudiciales para la salud?
· ¿Provoco escándalo con mis conversaciones, actitudes o manera de vestir?
· ¿Me deleito viendo películas, programas de TV o fotografías pornográficas?
· ¿Con mi falta de modestia he inducido a otros al pecado?
- Arrepiéntete invocando la misericordia de Dios.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Oh Dios, crea en mí un corazón puro y renuévame por dentro. (Del Salmo 50).
Dios mío, con todo mi corazón me arrepiento de todo el mal que he hecho, y de todo lo bueno que he dejado de hacer.
- Te confiesas:
Presentándote al sacerdote, con mucha naturalidad y manifestándole con sinceridad tus pecados. Procura ser claro y conciso. Hay muchas personas que esperan para ser atendidas.
Terminada la confesión, el sacerdote pronuncia las palabras de la absolución haciendo sobre ti la señal de la cruz:
Animo, hijo; tus pecados te son perdonados. (Mt. 9,2).
¡Vete en paz y que el Señor te acompañe!
- Dale gracias a Dios repitiendo alguna de estas invocaciones:
· La bondad de Dios vino en mi auxilio.
· Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador. (Luc. 1, 46-47).
· Te doy gracias, Dios mío, por todos tus beneficios.
- Cumple la penitencia que te impuso el confesor, y no olvides que la mejor señal de una confesión bien hecha es el propósito de la enmienda de tu vida.
ORATORIO CARMELITANO