Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

9.11.18

De las virtudes y de los vicios: Conclusión



He cumplido lo que había ofrecido. Que las almas agradezcan este gran beneficio de mi Bondad y se aprovechen de él para su perfección espiritual, y para darme gloria. Mucha recibirá mi Corazón por este medio, y la Cruz triunfará y el Dolor reinará por la extirpación de los Vicios y el triunfo de las virtudes verdaderas y sólidas.

Un gran impulso recibirá la vida espiritual e interna por medio del conocimiento de esta gran gracia y de mi eterna e infinita Misericordia.




A Santa María se le debe, por su poderosa intercesión, el cielo se ha inclinado, y mis favores han descendido al mundo para su bien y espiritual provecho.

Denle gracias: que el universo entero se incline ante su planta virginal, que a Ella acudan las almas, que poderosa es para sostenerlas y ayudarlas en sus trabajos de arrancar vicios y plantar virtudes.

Alábenme y sacrifíquense en acción de gracias, Alégrense, que mis promesas serán cumplidas; la Cruz triunfará y el Dolor reinará salvando a las almas y dándome gloria. La Cruz salvará al mundo corrompido, y hará brillar la luz en el camino espiritual, tan tristemente relajado y torcido.

La Cruz hará enfervorizar a las almas tibias, y despertará a los pecadores que duermen en el funesto sueño de sus errores y extravíos.

La Cruz, renovará las Religiones, fortalecerá a los corazones débiles y formará el intrépido escuadrón de los soldados Míos... Mas ¿por qué medio?, por el que acabo de decir, por las "Virtudes y los Vicios" derrocando éstos y practicando aquellas.

Mis Obras, cuando los instrumentos de que me valgo para ellas se prestan, abandonándose en mis divinas manos, no quedarán truncadas, sino que mi Bondad pondrá los medios para la realización de mis eternos planes.

¡Muy grande es la Obra de la Cruz! Ella viene a poner fuego a la tierra por medio del Espíritu Santo; viene, en fin, a hacer brillar la luz, destruyendo la Sensualidad e implantando el Dolor, para que reine la paz en los hombres de buena voluntad.

El Dolor es la felicidad de la tierra, desconocida aún por las almas. Tiempo es ya de que se conozca este precioso tesoro tanto tiempo escondido y que teme tanto Satanás.

El escuadrón de la Cruz será el escuadrón del Dolor, es decir, de la dicha real, de la verdadera y única felicidad.

Que se rompa el velo y cese tan lamentable engaño. Que se renueve toda la tierra ya que la felicidad, la dicha y la paz que tanto el hombre anhela están escondidas en la Cruz, y que sólo ahí pueden encontrarse.

Por la Cruz se sube a mi Corazón, centro de toda paz, dicha y felicidad. Mas para andar este camino estrecho y espinoso, se necesita de las virtudes, de su luz y de su compañía.

Que tiemble el infierno y triunfe la Cruz por medio de las Virtudes, y que huya Satanás al ver atacado y destruido en las almas el imperio de los Vicios y de las pasiones.

Aquí tienen las almas los dos caminos forzosos que tienen que recorrer: el de las Virtudes o el de los Vicios; el primero los conducirá a la Cruz dulce y luego a mi Corazón que es el cielo; el segundo a la Cruz amarga que conduce al pecado y a los remordimientos, después lleva a la Impenitencia final, y de ahí a una desgraciada y terrible eternidad.

Que abran los ojos las almas, que se detengan a considerar lo que hacen, el camino que toman y el fin al cual se inclinan, que miren la Cruz y que se abracen de ella.

Quiero dolor y Pureza, de lo que mi Corazón está sediento para aplacar a la divina Justicia. Digan que mi Corazón quiere que se salven, que las ama, y con tal ternura, que le duele, ¡y cuánto!, que se pierdan. Que volvería Yo de buena voluntad al Calvario por su bien, (dice esto el Señor muy conmovido y lleno de amor por la humanidad culpable). Quiero al mundo convertido, y a los que se llaman Míos, puros o purificados.

Tengo hambre de amor y sacrificio, quiero que impere en las almas el Espíritu Santo de quien tan poco caso se hace, siendo el eterno Foco de toda Luz y de todo Bien. Anhelo almas puras y amantes de la Cruz.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com