El Sensibilismo o (sensibilidad), es hijo del Amor propio, y crece y se desarrolla dentro de la Sensualidad.
El mundo actual se compone de estos dos vicios: Sensibilismo y Sensualidad, y vive de la Soberbia y de los sentidos.
El Sensibilismo abarca un gran campo en el orden de la Piedad, y ayuda también mucho a falsificarla.
Ha llegado a arraigar la creencia de que la Religión está fundada en el Sensibilismo. ¡Error craso! Todo lo contrario, la Religión ni siquiera lo tolera.
Porque la Religión es la Verdad y el Sensibilismo es la Mentira; La Religión va a lo sólido y el Sensibilismo a lo ficticio; la Religión va al fondo de las virtudes y el Sensibilismo se contenta con la superficie de ellas; la Religión es la hermosa realidad que lleva consigo la Luz divina que la ilumina, y el Sensualismo es la Soberbia unida con el Fingimiento y la Delicadeza. De suerte que el Sensibilismo es el enemigo de la Religión Católica.
En la vida espiritual se halla también el Sensibilismo. Las almas se mueven al compás de la Sensibilidad, y no caminan por la Fe que debiera ilustrarlas, y por la Razón que debiera sostenerlas.
Estas almas buscan el apoyo de la Sensibilidad, mas cuando ésta desaparece, desaparece también la ficticia virtud que poseían.
El Sensibilismo es el falso oropel que cubre la piedad. Echar abajo este oropel es destruir la piedad falsa y el fin que trae la Cruz es destruir, mas para volver a edificar.
El reinado del Dolor viene a echar abajo al Sensibilismo, a plantar en los corazones las sólidas y verdaderas virtudes, las cuales no se mueven a cualquier viento que sople, sirio que enraizadas en la Cruz, jamás se bambolean en las muchas tempestades de la vida humana.
La Cruz viene a derrocar el reinado de la Falsedad y de la Mentira, es decir, el reinado del Sensibilismo que todo lo inunda, y a hacer que brille la Verdad purísima, la cual es el único y verdadero camino para el cielo.
El mundo espiritual anda muy errado en esta materia. Las almas se mueven al compás de la Sensibilidad, de tal manera, que cuando ésta se acaba, también se acaban las virtudes.
No, no; las sólidas virtudes nada tienen que ver con el Sensibilismo; ellas subsisten en los altos y bajos del corazón, en la penas y en las alegrías, en las tormentas del alma y en la serena calma de un día sin nubes.
Como la Cruz es el centro de todas ellas, mientras más el Dolor las cobija con su sombra fecunda, más crecen, se desarrollan y hermosean.
La virtud que se funda en el Sensibilismo es mala, vana y de ningún valor: hoy es y mañana desaparece como el humo. La Imaginación es el apoyo de las virtudes sensibles, mas este apoyo es tan voluble, que cambia de dirección al menor viento que sopla.
El Sensibilismo es un gran escollo en la vida espiritual, millones de corazones están presos dentro de esta red, de los cuales Satanás saca grandes cosechas. El hombre vive de los sentidos abandonando la hermosísima virtud de la Fe.
El Sensibilismo pugna totalmente con la Rectitud y solidez de la Religión Cristiana.
El Sensibilismo es la Soberbia enmascarada. Por lo mismo el Espíritu Santo la rechaza. Satanás se transforma en el Sensibilismo, dando a la Piedad un tinte falso, una atracción hipócrita con la cual envuelve a las almas, para hacerlas después su presa.
Del Sensibilismo nace el Amor interesado para Conmigo, que mi Corazón rechaza. Satanás saca mucho partido del Sensibilismo con el cual engaña un número extraordinario de almas. Muy bien sabe enmendar a las almas transformándose en ángel de luz.
El Sensibilismo es el campo abierto de las ilusiones espirituales. En él reina Satanás a sus anchas; pero la Cruz viene a destruirlo.
El remedio contra el Sensibilismo es la Cruz. Las almas crucificadas cuya voluntad se funda en la Rectitud y en el Deber, en la Fe y en el Amor sólido de Sacrificio, muy lejos se hallan del Sensibilismo, siendo además tierra dispuesta para sembrar las virtudes.
Hay almas que han procurado amalgamar el Espíritu con la Sensibilidad y el Sensibilismo, cosa imposible.
Mas de esto resulta que el Espíritu se aleja y los sentidos reinan solapadamente bajo capas de aparentes virtudes.
El Sensibilismo quiere ser el rey de las Religiones y el todo de las mismas porque donde el espíritu no las sostiene, sin remedio se derrumbarán.
El espíritu debe ser el alimento v la vida de toda Comunidad Religiosa, su atmósfera, su centro y su corazón.
En la Religión, pues, en la cual no se hace gran caso del espíritu, y no se le toma como punto de partida, se introducirá insensiblemente el Sensibilismo, echando abajo a todas las Comunidades. ¡Y es tan fácil perder el espíritu, aun en el mismo fondo de las Religiones! ¡Es el espíritu tan delicado, el hombre tan débil y Satanás tan astuto!
La Religión que no se entrega al constante trabajo de su perfección crucificando sus pasiones, sentidos y potencias, y esto siempre y a cada paso con heroicidad, firmeza, generosidad y energía, muy expuesta está a caer en la tibieza y a perder, o a lo menos disminuir el espíritu.
Mas hablando del espíritu, digo que uno es el espíritu de cada Religión y otro es el de cada RELIGIOSO EN PARTICULAR.
Y sin embargo, cada religioso debe absorber dentro de su alma el espíritu de la Religión a que pertenece, amoldándose perfectamente a él e identificándose con él.
De este desequilibrio es de donde provienen las luchas que existen en las Religiones, lo cual es a veces tan grave, que hace perder la paz a una Comunidad entera. Mucho se debe vigilar sobre el particular en las Religiones.
UN MISMO ESPÍRITU, UN MISMO ANHELO Y UN MISMO FIN muevan interiormente a las almas que están dentro de la Religión. De lo contrario vendrán muchas disensiones, se formarán partidos, se frustrará la voluntad de Dios sobre ella. Muy delicado es, repito, y de grandes consecuencias este punto capital que estoy diciendo, el cual quiero que se fije INDELEBLEMENTE en mi Oasis. Quiero que todos vivan en el Oasis una misma vida recta y crucificada, llena de sólidas virtudes, que todos vivan de un mismo espíritu y que sus corazones latan al mismo compás; que todos formen una misma Cruz en el lugar que mi divina Voluntad les haya señalado por la santa Obediencia.
Mi Oasis debe ser espiritualmente una Cruz. Yo seré el centro de esa Cruz; y mientras las almas más se perfeccionen se hallarán más cerca de Mí. Pero tan Cruz es estar abajo como arriba, en un brazo como en el otro. Todos voluntariamente se prestarán a formar esta Cruz sin detenerse a pensar en dónde se encuentran, si en lo alto o en lo bajo. Yo quiero reservarme esto y ellos lo sabrán en la eternidad. Es de mi parte una gran distinción el haberlos llamado a que formen parte de mi Cruz, aunque sea el último lugar de ella, o sea la última astilla de mi Cruz pues toda la Cruz es mi Cruz, y la llevo en mis brazos y más aún en mi Corazón.
¡Felices los Religiosos que se presten a formar mi Cruz!
Mas para formar mi Cruz no basta estar en el cuerpo de la Religión, sino en el alma de la misma, es decir, no es suficiente vivir materialmente en la Religión, sino que es preciso que a los pechos de su madre y madre tan perfecta, se nutran de su mismo espíritu, y tomen su dulcísimo jugo y todos vengan a formar una misma Cruz, a ser de la misma madera, siendo un solo cuerpo, un solo corazón y una sola alma es decir, no teniendo juicio propio, sino queriendo internamente lo que la Religión quiere a través de la voluntad de los Superiores.
Muy necesaria es esta perfecta Unión en el Oasis y en todas las Religiones que quieran prosperar si no quieren destruirse y torcer el espíritu especial que Yo les haya dado. De esta manera medrarán las Religiones y se me dará la gloria que de ellas exijo.
Mas para llevar a cabo todo esto, se presentarán en la práctica mil y mil dificultades, y Satanás levantará ejércitos formidables y tempestades muy terribles, y aún más las levantará en la Religión de la Cruz que tanto lo martiriza.
Mas, ¿saben con qué armas se triunfará? Con las piadosas armas de las virtudes que he explicado. Con ellas se le derrocará y hundirá y encadenará.
Las Virtudes deben ser también las astillas de mi Cruz, las cuales deben impregnar a todos y cada uno de los Religiosos, porque mi Cruz se ha de formar de Religiosos, pero de Religiosos identificados con las virtudes y que sean una misma cosa en ellas.
Las virtudes deben ser también las preseas o joyas de los Religiosos de la Cruz.
Mi Cruz se formará destruyendo el reinado de los vicios y plantando en su lugar el reinado de las virtudes. Estos obsequios del cielo son muy principalmente para las almas del Oasis. Hasta hoy las astillas de esta Cruz han estado espiritualmente esparcidas, pero tiempo es ya de unirlas para que formen mi Cruz espiritual del Oasis, en la cual Yo pueda clavarme y vivir, porque, ¿saben qué cosa formará mi descanso, mi solaz y mi recreo? SOLO LA CRUZ. Que los hijos y las hijas del Oasis comprendan esto y lo practiquen, con paciencia, cuidado y santa vigilancia.
Buen campo tienen ya en que trabajar, pues esta gracia del cielo, este favor mío tan grande, alcanzado por Santa María, es después del Oasis, para las Obras de la Cruz y para todo el mundo.
Doy armas con las cuales deben conquistarme el inundo. Yo les ayudaré si las empuñan, comenzando por pelear consigo mismos, derrocando vicios y plantando virtudes, para que de esta manera formen todos el Cuerpo y el Alma de mi Cruz.
Estas "Virtudes y Vicios" vienen a destruir prácticamente el reinado del Sensibilismo y a prestar una gran ayuda a mi Oasis y a mi Iglesia. ¡Felices las almas que no desperdicien semejantes riquezas!, ellas serán dichosas crucificándose aquí, y triunfando victoriosas en la eternidad.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com