Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

3.11.18

De las virtudes y de los vicios: Injusticia


Vicios opuestos a las virtudes perfectas.
La ira de Dios cae sobre los que desconfían. Ef. 5, 6.
Avergonzarnos del compañero y del enemigo injustos. Si. 41, 23.
No vayáis a tener perdición en vuestras obras. Sb. 1, 12.


Injusticia
La Injusticia procede de la Dureza de corazón, de la Soberbia y del Juicio propio.

Constituye un pecado de los mayores, sobre todo si se ejecuta en la persona del pobre y del desvalido; hiere directamente la Caridad, Y Yo la castigo muy especialmente con terribles penas.

Es la Injusticia uno de los pecados que más aborrece mi Corazón y que, sin embargo, en el mundo corre como el agua haciendo innumerables víctimas que sólo Yo conozco.




Ya se cebó la Injusticia del hombre en Mí mismo, a mi paso por la tierra, y se cebará hasta el fin de los siglos en los que se llaman y de veras son Míos.

El mundo tiene que ir siempre en contraposición del Espíritu Santo, y a todo aquel que trate de pertenecerme lo perseguirá, pero: ¡bienaventurados los que padecen persecución por la Justicia, porque de ellos es el reino de los cielos!

¡Feliz el que recibe con gozo y en silencio por mi puro y solo amor las injusticias de los hombres! ¡Dichosos los corazones que sonriendo se abrazan de esa rica Cruz de tan abundantes frutos para el cielo, sólo por obsequiarme! Yo les reservo un gran premio para la eternidad, y gracias muy especiales les prodigará mi Bondad en el tiempo!

Extenso campo recorre la Injusticia en el mundo, al grado de que casi no se encuentra la Justicia en él; mas para esto me he reservado un día grande en el que haré brillar mi Poder, hundiendo al injusto, al extorsionador del pobre, y premiando al inocente que en el mundo apuró el amargo cáliz de las injusticias humanas. Ese día será el día de mis triunfos y de mi Justicia, en el cual daré a cada uno lo que haya merecido. ¡Más le valiera entonces al injusto no haber nacido!

El hombre nace ya con la Injusticia en el corazón, originada por el pecado, pero la gracia y las virtudes son bastante poderosas para destruirla: ellas enderezan lo torcido, y ponen a la Equidad y a la Justicia, suplantando al Desorden y a la Injusticia.

La Envidia, la Soberbia, la Avaricia, y la Ira son los principales vicios en los cuales campea la Injusticia. ¡Cuántos y cuántos pecados de ella se cometen a cada instante en el mundo!

Existen injusticias internas en el juzgar ligera y maliciosamente de los hechos y dichos (tal vez inocentes) del prójimo, y en esto hay un torrente de pecados, y a veces graves, que matan en el alma la vida de la Gracia.

La Injusticias exteriores, se extienden en muchas direcciones y son de muchos modos, de palabra y de obra: la Murmuración les da asiento y pábulo, y la Venganza, el Rencor, la Perfidia y la Traición, muchas veces se ceban en el inocente.

El mundo entero está lleno de Injusticias, Mentira, Falsedad y Egoísmo, y, ¡en qué pocos corazones se encuentra la hermosa virtud de la Justicia!

Contadas son las almas que pesan en las balanzas de la rectitud y del deber las obras de sus hermanos; un sinnúmero de pecados de Injusticia se cometen en todas las clases de la sociedad, en todas las familias, y en todos los países. Pecados internos de Injusticia se encuentran por millares, y las conciencias y las almas se manchan y obscurecen a cada instante, arrogándose el derecho de juzgar que sólo a Mí me pertenece. ¡Oh, y cuántas infamias se cometen con el pensamiento, con el corazón, con la lengua y con las obras en este mar sin riberas de la Injusticia!

¡Mi Corazón se ve lastimado, herido y despedazado por este terrible vicio, y a cada instante!

El remedio para la Injusticia se encuentra en la Rectitud y en la Caridad; el alma que sigue mis divinas leyes, que cumple mis Mandamientos, es justa, y la que me ame y esté abrasada con el divino fuego de mi Caridad, será justísima y tiene que serlo, porque la Caridad es comunicativa, y lo mismo abarca lo grande que lo pequeño, lo alto que lo bajo, lo dulce que lo amargo. Felices las almas, repito, que la llevan consigo, ellas medirán con la vara de mi Justicia con la cual ellas serán medidas.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com