Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

10.10.18

De las virtudes y de los vicios: Prudencia



La Prudencia es la sal de todas las virtudes; es el sol que debe calentarlas y el Regulador que las debe medir. Es también esta virtud hija del Orden, y como su primogénita y la primera en hermosura. Ella debe acompañar todos los actos, así los interiores como los exteriores, de la criatura.

Es muy grande esta virtud, y el alma que la tiene posee un tesoro inapreciable, pero es rara en la tierra el alma que la posee. Esta virtud es muy escondida, y, ¡cuántas veces el hombre cree que obra bajo la sombra de esta virtud, y no obra sino por pasiones!, y sólo Yo lo veo.




Muchos de los escollos de la vida espiritual provienen de la falta de esta virtud. El salvavidas de la Prudencia es la Obediencia, es decir, la Obediencia suple lo que debiera hacer la Prudencia. Para todos los Directores y Superiores de todas clases es indispensable esta virtud. Se alcanza primero por la Oración, y después por la experiencia.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com