La Superficialidad es un vicio universal y ordinario. Este vicio se ha introducido desgraciadamente hasta en la vida espiritual. Las almas andan dentro de ella, y todas en su interior y exterior están impregnadas de su substancia.
En la vida común todo es Superficialidad y Mentira. Con esta capa se envuelven muchos vicios. La misma tiende a cubrir hasta las Religiones.
La Superficialidad es hija del Desorden y de la Ligereza. Un alma que la lleva consigo es insustancial y vana. La Superficialidad envuelve hoy a gran número de corazones y es un vicio que se introduce en todas las cosas.
La Superficialidad tiene hoy su campo favorito en las virtudes. En ellas reina falsificándolas y dando frutos copiosos a Satanás. Mas la Cruz viene a destruirla y a derrocarla. La solidez de las virtudes que te he explicado, y son las verdaderas, vienen a degollarla y a tirarla de su trono.
Tiempo es ya de hundir en el abismo a esta maldita Superficialidad que todo lo tiene, con su contacto, inficionado. Hay tanta Superficialidad casi como personas hay en el mundo. La Superficialidad es un veneno que destruye y mina los corazones sin que éstos lo sientan.
La Superficialidad ha plantado su bandera en la Piedad, y se vive hoy de Superficialidad espiritual. ¡Con razón las almas están vacías! ¡Con razón no les satisface la Religión! La Religión que hoy existe no es la Mía. La Mía es la única verdadera y santa que puede llenar sus inmensos vacíos. La Religión que hoy reina es la Religión de Superficialidad. ¡Ah!, ya ves cómo cunde el mal, el cual llena de una manera o de otra todos los ámbitos de la tierra.
Basta ya de falsedades y de Superficialidad que mata a las almas, llena el infierno y a Mí me ofende. Destiérrese ya esta universal epidemia, esta farsa de virtudes; venga ya la Verdad a destruir la Mentira, las virtudes vengan a destronar a los vicios y la Cruz reinará en los corazones. Basta ya de pantomimas de piedad y de fingidas e hipócritas santidades, venga ya el Dolor a purificar el mundo y a renovar en los corazones la inocencia. Quiero Pureza, virtudes sólidas, almas limpias y templadas para el Sacrificio. Dámelas (dice el Señor emocionado).
El remedio de la Superficialidad está en las virtudes que te he explicado, es decir, en la práctica de las mismas. En la Cruz está el remedio, porque todas las virtudes forman una Cruz espiritual MUY GRANDE Y HERMOSA EN LA QUE ME COMPLAZCO. ¡Felices las almas que en ellas se crucifiquen y en esta Cruz se claven y en sus brazos mueran! Yo les prometo un premio eterno.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com