La Firmeza es una virtud nacida del Dominio, y viene a ser como su fruto y su corona. La Firmeza es la palanca en donde se apoya la vida espiritual, sin ella la vida espiritual vendrá por tierra más o menos tarde. Esta virtud que crece y echa raíces en el Conocimiento propio y en la Confianza en sólo Dios es una gracia muy grande.
La Firmeza es enemiga acérrima de la Debilidad y de la Cobardía. Su apoyo es el Amor divino, con el cual se sostiene inquebrantable como una roca entre las crueles tempestades de las pasiones, y entre las encarnizadas luchas de los enemigos que constantemente tratan de hacerla caer. El Espíritu Santo le hace sombra, y con esta sombra divina se sostiene. Santa María es su Escudo y la Torre de Fortaleza en donde la Firmeza adquiere la fuerza y la energía que posee.
Esta virtud alcanza muchos merecimientos, los cuales suponen constantes luchas y vencimientos. ¡Feliz el alma que posee esta celestial arma con la cual vence y derrota a sus enemigos!, los cuales son principalmente: el Cansancio, la Condescendencia, la Vacilación, la Inestabilidad, con todas las tentaciones que en sí llevan estos enemigos.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com