- ¿Podemos dar por concluidas las causas literales y místicas, litúrgicas, bíblicas y aún aritméticas, de la consagración del sábado a la Madre de Dios?
Hemos terminado, aunque sea el bosquejo de ese grandioso cuadro, recogiendo y declarando cuanto dicen los padres y Doctores en el particular, y añadiendo aún algo de nuestra cosecha. Ahora debemos pasar a hacer una reseña de las prácticas con que podemos honrar a Nuestra Señora, especialmente en los días sábados, y esto es también lo más importante y provechoso de nuestro trabajo.
- ¿Por qué hacer solo una reseña de dichas prácticas, y no explicarlas en detalle?
Porque el asunto es tan vasto, que se llenaría un gran volúmen, y aún muchos; por eso tenemos que contentarnos con hacer meras indicaciones, aunque remitiremos a las fuentes para quien desee hallar instrucción más copiosa.
Comenzando pues por el devotísimo siervo de Santa María, San Ligorio, en su precioso libro de las "Glorias de María", después de la segunda parte, propone el santo Doctor diez obsequios, y habla de ellos detenidamente, muchos de los cuales pueden practicarse los días sábados. Helos aquí: el Ave María; las novenas de las fiestas de Nuestra Señora; el Rosario y el Oficio; el ayuno; las visitas a sus imágenes; el recibir y portar el Escapulario del Carmelo; entrar a las Congregaciones o Asociaciones en su honor; hacer limosnas; invocarla frecuentemente; hacer celebrar Misas en su honor; honrar a los santos sus allegados, y leer libros que de ella nos hablen. El padre Poirée, de la Compañía de Jesús, dedica el último tomo de los cuatro que componen su obre "La triple Corona de la Madre de Dios", en hablar de los diversos modos de honrarla, y trata en largos y preciosos capítulos: 1º, de la alta estimación que de ella debemos hacer; 2º, de la confianza que le hemos de tener, no emprendiendo nada sino bajo su favor y ayuda, recurriendo a ella en nuestras dificultades, y descansando sin congoja en su protección; 3º, del amor que debemos tenerle:
a/ ofreciéndonos a ella con una donación solemne e irrevocable;
b/ tratando de ella a menudo y teniéndola presente;
c/ gozándonos de sus perfecciones y compadeciéndonos de sus dolores;
d/ teniendo cordial afecto a su purísimo corazón;
e/ amando tiernamente a su divino Hijo;
f/ amando a los suyos, en especial a sus padres;
g/ hablándole por inteligencias secretas (oración interior);
4º, ejercitando el celo de las almas; 5º, ejerciendo la misericordia para con el prójimo en su honor; 6º, dándole gracias, estimando sus beneficios, publicándolos cuando se pueda, dándole la gloria del éxito de nuestras empresas; 7º, honrándola:
a/ con el culto interior;
b/ con el culto exterior;
c/ con la veneración de sus reliquias;
d/ con la de sus imágenes o representaciones;
e/ con publicar sus alabanzas;
f/ con celebrar sus fiestas;
g/ con erigirle templos o capillas;
h/ con visitar sus santuarios.
8º, teniéndole devoción, esto es: oyendo misas, comulgando sacramental y espiritualmente, rezando el Ave María, rezando el Oficio, rezando el Rosario, la corona, la coronilla de las doce estrellas, la corona de diez Ave Marías, otras oraciones de la Iglesia, las preces a la mañana y a la noche; 9º, practicando la mortificación; 10º, imitando sus virtudes: su fe, confianza, caridad, devoción, humildad, paciencia, mansedumbre, resignación; 11, entrando en sus congregaciones o asociaciones; 12º, promoviendo de varios modos su culto, su honra y su servicio.
- ¡Es un plan vastísimo el que acabáis de trazar!
En efecto, su desarrollo forma un grueso volumen; los números que indicamos son capítulos, y los incisos son largos artículos en que esos capítulos están subdivididos. Un sacerdote moreliano ha publicado un opúsculo con el título de "Prácticas en honor de la Santísima Virgen", y propone cincuenta, explicándolas brevemente y autorizándolas con ejemplos de santos que las usaron o recomendaron. Muchas pueden ejercitarse el día del sábado, y con ese objeto vamos simplemente a denominarlas.
El Rosario, Imagen de la Virgen en casa, imagen consigo, memoria continua, saludo afectuoso, pedir su bendición, al salir que dirija nuestros pasos, rezar el Angelus, inspirar a los de casa su devoción, dar limosna, saludar como Madre del Hijo, Hija del Padre, etc.; visitar algún enfermo, oraciones jaculatorias, meditaciones, fiestas, 35 Ave Marías en la Octava de la Anunciación, compadecer sus dolores, trabajar por algún pecador para que se convierta, ofrecerle la familia, decir a cada hora el Ave María, pedir por las ánimas, darle gracias por lo próspero, dar lo que nos piden en su nombre, honrar sus reliquias, honrarla los sábados, ayunar, postrarse en tierra... Rezar las letanías, rezar el Oficio parvo, alabarla, rezar el Ave María, invocarla antes de cada acción, 3 Ave Marías por la buena muerte, rezarle como Santa Gertrudis, rezar la corona de sus virtudes, la de las doce estrellas, ser devoto de su corazón, actos de amor suyo, actos de confianza, alabar su nombre, cinco salmos acrósticos(1), amar a Jesús, visitas, vigilias, devoción a sus gozos, recordar sus favores, elegirla por Madre como santa Teresa, rezar el Magnificat, pedirle su bendición al acostarse y levantarse, meditar y pensar en ella....
- Pero, ¿cómo pueden practicarse cincuenta o más actos todos los sábados?
Cuando en un hotel os presentan una larga lista de platillos a la hora de la mesa, no os preocupáis ciertamente por tener que comerlos todos, sino que escogéis los que os convienen y os agradan, y dejáis los demás. Así aquí, se presenta al cristiano como un espiritual banquete para que se alegre en honor de la Virgen María y se le presentan cincuenta y más prácticas, como otros tantos platillos espirituales, para que elija los más conforme a su gusto o sus inclinaciones, y a sus otras circunstancias o estado. A una persona de robusta complexión y atacada de tentaciones, le convendrá el ayuno y otras obras penales; a gente acomodada, las limosnas; a personas piadosas, la meditación y sacramentos; a gente muy ocupada, el rosario, etc. Hay cosas buenas y factibles para todos, como portar los escapularios de la Santísima Virgen, afiliarse en alguna de sus cofradías o asociaciones, tener y venerar sus imágenes, recitar diariamente el rosario, etc.
- Advierto que todas las prácticas indicadas son generales, y no especiales para el sábado. ¿No pudiérais hablar de algunas particularmente sabatinas?
Diré primeramente que muchas generales pueden particularizarse el día del sábado. Así, quien reza diariamente una parte del santo rosario, hará muy bien en rezarlo los sábados completo; quien siempre lo reza completo, puede proponerse rezarlo en esos días con más espacio, devoción y atenta meditación de los misterios. Quien oye cada día la santa Misa, puede oírla los sábados en el altar o templo de la Virgen y en su honor. Y lo mismo digo de la comunión, lección, mortificación, presencia de Dios, y demás ejercicios diarios del cristiano. En segundo lugar, hay otras prácticas más adaptables al día del sábado, y que podrán ejercitarse con mucho fruto. (N. del corrector: no olvidemos la Visita Semanal, que tienen por costumbre realizarle los carmelitas, con su correspondiente oración, los sábados).
- Habladme de ellas.
Pongo como la más importante y quizá la más grata a nuestra amada Madre la mortificación de los sentidos y de las pasiones. Como el ladrón de Trento de que antes hablamos, propongámonos no hacer nada malo en el día de sábado: ni culpa mortal, ni venial deliberada. ¿Somos iracundos? El sábado seamos unos corderos. ¿Somos murmuradores, herimos la caridad con nuestra lengua? El sábado seamos dulces, afables, caritativos, serviciales. ¿Somos habitualmente duros con los pobres? El sábado demos personalmente y con buen modo una limosna a un pobre en honor de Santa María. ¿Somos procaces en el mirar, derramados en la vista y el oído? El sábado llevemos bajos los ojos todo el día, apartémonos de vanas visitas y conversaciones, y conservemos el recogimiento. En una palabra: propongámonos cada sábado combatir de un modo especial la pasión dominante.
- Excelente consejo. ¿Y en materia de prácticas exteriores?
Ya dijimos que cada cual elija según su necesidad y su atractivo; pero recomendamos después de la Misa y la sagrada Comunión, la visita a una imagen, altar o santuario de la Santísima Virgen; la recitación del pequeño Oficio de la Inmaculada Concepción, y que es más breve y más fácil de rezar que el Oficio Parvo; el rezo y meditación de las tres últimas estaciones, considerando los Dolores de María, ya que en su memoria se le consagra el sábado, como vimos; y la lectura de un libro que hable de la misma Soberana Señora, hecha con regularidad todos los sábados, por su orden. La lectura es como el óleo de la lámpara que la hace arder y la aviva, pues conserva y reaviva la devoción a Nuestra Señora, que por nuestra miseria tiende a entibiarse.
(1) Salmo acróstico es aquel en donde las líneas se ordenan conforme a la letra con que empieza la primera palabra, para formar una frase o secuencia de letras de un alfabeto. Hay que señalar que el efecto visual del acróstico se pierde en la traducción. También pueden empezar los versos con determinadas letras (o sílabas, o palabras, o terminar el verso en lugar de empezar) para formar así palabras u oraciones entre ellos. Su invención se le atribuye a Epicarmo. Eusebio y Lactancio le atribuyen el ejemplo más destacado de este tipo de poemas a la sibila de Eritrea, cuyas primeras letras forman las palabras "Iesous Christos Theou houios soter (stauros)", "Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador (cruz)". Omitiendo el paréntesis dudoso, estas palabras forman un acróstico menor: "Ichtys", pez, el símbolo místico de nuestro Señor que utilizaban los antiguos cristianos (la cruz procede de los cristianos coptos, y en los primeros tiempos los cristianos romanos no la utilizaban). Se supone que este acróstico debió haber sido muy conocido por los primeros cristianos.
En un sentido más amplio el nombre acróstico se aplica a los poemas alfabéticos o "abecedarios". En este tipo de poesía, los versos o estrofas sucesivas comienzan con las letras sucesivas del alfabeto. Vemos esto ejemplificado en los Salmos 111(110), 112(111), 119(118); Prov. 31,10-31; Lam 1, 2, 3, 4; y de una manera menos regular en los Sal 10, 25(24), 37(36), 145(144).
Gabino Chávez, Pbro. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com