Proemio a los vicios, tentaciones y defectos que siguen:
Lleva el Desorden, es decir, Satanás lleva consigo un mundo de vicios, tentaciones y defectos que matan, entretienen y suspenden en más o menos grado, los efectos de la gracia en las almas a quienes hace su presa, según la intensidad y extensión del mal. Digo que casi todos los vicios en su funesto desarrollo matan la vida de la gracia en las almas que condescienden con ellos, ya que son pecados mortales. Las Tentaciones no consentidas, cuando menos las más veces entretienen; las consentidas son pecados más o menos graves.
Los Defectos suspenden las comunicaciones divinas, porque los defectos culpables siempre manchan, y el Espíritu Santo busca al alma pura para comunicarse, y mientras más pura la encuentra, más se complace en derramar sus gracias.
Iremos levantando un poco el velo que cubre a este numeroso y formidable ejército de vicios, tentaciones y defectos, con los que Satanás envuelve a las almas, y así le quitaremos la careta con que se disfraza.
La Inquietud es hija de la Turbación, y la causa el demonio en las almas buenas que a Mí me sirven. Satanás lleva tres fines en la Inquietud, los cuales consisten en molestarlas, entretenerlas y llega su intento hasta desesperarlas.
La Inquietud es hermana de los Escrúpulos.
Consiste la Inquietud Satánica en una revolución interna, producida por crecidas y abultadas imaginaciones.
Es la Inquietud un nubarrón que obscurece y empolva; es una zozobra sin fundamento, que causa en las almas terribles penas y grandes daños. Estas inquietudes se curan con el Desprecio, pues nada le duele tanto a Satanás en su orgullo como el desprecio. Este desprecio, unido con actos de amor y de profundísima humillación, ahuyentan las inquietudes satánicas, y libran al alma de multiplicados males. El fin de Satanás en todas sus maquinaciones contra el alma, siempre es el alejarla de Mí, y por lo mismo de la Gracia Santificante. Satanás jamás desperdicia la ocasión de poder hacer mermar, aunque no sea más que un solo grado de gracia. Con este fin, de noche y de día acecha a las almas, para quitar al alma a lo menos méritos, y a Mí, gloria.
Satanás pone en los pecados otra clase de Inquietud, la cual consiste en remordimientos crueles, pero llenos de profunda soberbia, poniéndoles además en el corazón la desconfianza en la Misericordia divina, y finalmente la Desesperación, la cual los precipita a grandes crímenes que los conducen al infierno.
Satanás entra generalmente en las almas bajo una capa de Hipocresía y de Doblez admirable.
Lleva siempre consigo la Falsedad en su seno, pero ni se le conoce muchas veces, por el modo con que se presenta. Sin embargo, el alma pura, muy pura, se apercibe de su presencia y contacto; mas en la generalidad de las almas entra bajo capa de bien, con delicada suavidad, con silencio de paz, y poco a poco va desplegando su astucia, hasta hacerse sentir con desenvuelta furia y ruidosa tentación; pero no hace esto hasta que se encuentra que ha tomado posesión del puesto. A él no le importa el tiempo, puede esperarse y se espera días y años, con una paciencia a toda prueba, si vislumbra que puede sacar algún fruto para su cosecha. Cuidado con esta serpiente infernal, la cual con terrible astucia emponzoña los corazones y los aleja de su única felicidad que soy Yo y únicamente Yo.
El Espíritu Santo permite otra clase de inquietud muy distinta en las almas que le pertenecen, y ésta va envuelta con la Delicadeza y Limpieza de corazón. Es una especie de Inquietud que turba sin quitar la Paz. Sólo sirve en las tentaciones para tener al alma alerta a la menor mancha que pueda empañar su limpidez. Esta Inquietud es santa, la cual no va a extremo ni a escrúpulos. El alma experimenta siempre su aguijón para su bien y pureza.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com