El Sarcasmo es hijo de la Burla y el refinamiento de su madre. El Sarcasmo es más culpable que la Burla, porque hiere más finamente a la Caridad. El hombre perdona la Burla con más facilidad que el Sarcasmo.
El Sarcasmo es una mofa satánica que se recrudece en el corazón humano por las más bajas y rastreras pasiones: es el colmo de la Vileza y de la infamia en un negro corazón. El Sarcasmo hiere al alma que punza con una finísima lanceta, haciendo que sangre dolorosamente.
El Sarcasmo se anida en los corazones pérfidos, y es tan venenoso que aunque tiene a su disposición y emplee mil diferentes medios para dañar, por la palabra, por el escrito y por otros muchos, sin embargo, no necesita sino una sola sonrisa para emponzoñar y dejar lastimado el corazón del prójimo. Vicio infame al cual le basta una sonrisa para quitar la paz del alma; vicio infame que con una sonrisa inocula el veneno, que con una sonrisa daña y mata; sonrisa finísima, pero que cual envenenado puñal quita a veces la vida de la gracia a las almas, haciendo que pierdan la tranquilidad.
El Sarcasmo es también una chispa eléctrica, la cual al caer en los corazones, los enciende en mil pasiones desordenadas. Existen Odios, Rencores, Venganzas y Susceptibilidades las cuales se han encendido violentamente con la infernal chispa del frío Sarcasmo, el cual a pesar de ser fuego voraz que se extiende incendiando muchas pasiones, parece que con su contacto hiela el corazón.
La Ira es muy susceptible al Sarcasmo. La Ira y la Cólera luego se violentan al verse tocadas por el Sarcasmo. ¡Cuántos pecados trae este vicio corrosivo del Sarcasmo! Y sin embargo es fruto de todos los climas y estaciones, y aun se introduce en las Religiones. En donde existe un corazón, ahí existen los vicios y las pasiones. El hombre está amasado con el mal. Por lo mismo, si no se trabaja para desalojar de sí a esta mala yerba, ella lo cubrirá; lo hará su presa en el tiempo para arrojarlo a una desgraciada eternidad.
Satanás usa mucho de estas dos armas de la Burla y del Sarcasmo contra las almas buenas. Se necesita mucha gracia y valor para soportar sin bambolearse las burlas y los sarcasmos de Satanás.
Con estas armas derroca grandes fortalezas; y lo que no puede hacer con las tentaciones, por este medio lo destruye.
El corazón del hombre necesita en estos casos gran firmeza para sostenerse. El Apoyo divino es el único que le puede ayudar, al cual debe recurrir implorando su auxilio. El Amor divino es el que sostiene el fuego del alma cuando el helado frío del sarcasmo de Satanás llega a sus puertas.
Desgraciados los corazones que entonces se dejan arrastrar por el terror y no quitan presto la nieve que el Sarcasmo deja a su paso. Estos corazones deben sobreponerse y dejar pasar aquella cruel sonrisa que les hiere hasta el fondo, afianzándose valerosamente de la Fe, de la Esperanza y de la Caridad.
Además de este Sarcasmo del demonio contra el alma santa, existe otra clase de Sarcasmo y éste es de parte del alma contra Mí. Muy fino es este Sarcasmo y sólo Yo lo percibo totalmente. Cuando retiro mis gracias, cuando el alma queda en desolación, cuando las tentaciones baten, cuando me valgo de terribles purgaciones con que purifico a las almas, entonces esta brisa maligna del Sarcasmo contra Mí cruza por ellas, queriendo emponzoñar la atmósfera. Rara vez el alma se da cuenta de esto, y menos aún lo consiente; sin embargo, existen casos en que se me ofende dentro de estas regiones escondidas del espíritu en donde Yo hago mi morada. ¡Ah, Satanás, maldito espíritu de los avernos! ¡Yo te confundiré descubriendo tus patrañas y viles astucias!
El remedio para el Sarcasmo ordinario y común, que causa tan grandes daños y lastima y hiere tan terriblemente, es el de la Caridad. Esta Caridad tomada en todas sus acepciones es la que evita miles de pecados y hace la felicidad del hombre.
El remedio contra el Sarcasmo Satánico es el desprecio total y el cortar de golpe la Imaginación. La Imaginación es un instrumento que tiene gran parte en estos casos y está instigada por el mismo Satanás para derrocar al alma y hundirla.
El remedio para el Sarcasmo espiritual, cuando el alma lo conoce, es el deplorarlo, pidiéndome perdón con actos de viva Contrición; y además una humildad profundísima brotada del propio conocimiento.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com