Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

11.7.18

De las virtudes y de los vicios: Malicia


Malicia, maldad, malignidad, es una inclinación al mal, más ordinariamente a todo lo opuesto a la Pureza.

La Malicia es hija predilecta de la Incontinencia, y lleva en sus venas la sangre del vicio nefando. Es una peste universal que odio y aborrezco tanto como soy capaz, es decir, infinitamente; ¡ay!, ¡y cuántos estragos hace en los corazones, y cómo en un instante les arrebata lo que tienen de más amable para Mí, que es el Candor, el Pudor y la Inocencia!

De los vicios desenfrenados se pueden librar muchas almas; pero de la vil y rastrera Malicia ¡cuán pocas! ¡Cuán pocas! Y sin embargo, ella mata al alma y en un instante la hace digna de un infierno eterno.




La Malicia es una serpiente secreta que lleva el hombre oculta en su mismo ser: ella a veces se desarrolla primero que él, y es precoz que a veces se encuentra madura ¡ay!, incluso en el corazón del niño.

La Malicia hace en el mundo estragos y conduce a millones de pecados.

La Malicia se infiltra en las potencias y en cada uno de los sentidos en particular, torciendo todo lo recto y santo que Yo en ellos puse cuando crié al hombre, trota sus operaciones de puras y dignas de premio, en asquerosas y merecedoras de terribles castigos.

La Malicia puede mezclarse y se mezcla con una frecuencia que sólo Yo sé, y lamento, en todos los actos de la criatura, en todos sus movimientos y acciones exteriores y en lo espiritual.

La Malicia huye de la Cruz y huye de Santa María.

La Malicia es refractaria a toda luz, porque tiene su nido en la negra oscuridad del pecado, y la cruz es Luz y María es Claridad y Candor y Pureza, y la más pudorosa e inocente criatura; la cual por estos títulos fue escogida para aplastar a la vil serpiente de la Malicia infernal.

Mas si esta Malicia nace en el hombre o está vinculada en su mismo ser, ¿qué culpa tiene el hombre? La culpa viene con el pecado, o desde el pecado de Adán, con el cual entró la Malicia al mundo, y desde entonces lleva la humanidad el germen del pecado, que es el Original, con el cual nace la tendencia o inclinación al mal.

Se apartó Adán del Orden y legó a su posteridad el Desorden.

El germen del mal nace con el hombre, pero el hombre tiene a su alcance toda clase de gracias para combatirlo; y el hombre culpable, en vez de huir del pecado y de las ocasiones del mismo, se abraza libremente al pecado y sus ocasiones, apartándose de Mí con todo conocimiento y voluntad.

Es verdad que el hombre lleva en su ser la carga o inclinación al mal, pero también lleva en su mismo ser la idea clara de un Ser sobrenatural que tiene en sus manos el castigo para el mal y el premio para el bien. Además, he puesto esto mismo como instinto en el corazón humano, y existe también en los salvajes que no tienen idea de la Religión.

Toda malicia es culpable porque desde el momento que en el corazón hay malicia, hay culpa. Hablo de esta especie de la Malicia contra la pureza, de la cual voy tratando.

Existe otra clase de Malicia que llega a ser cualidad y hasta virtud, la cual evita muchos males y siempre es compañera de la Prudencia. Esta clase de Malicia hasta es necesaria en muchos casos de la vida, y sobre todo para los que llevan en sus hombros el cargo de gobernar a otros. Esta clase de Malicia se junta muy bien con la Pureza y Castidad, con la Inocencia y el Candor.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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