¡Madre del Carmelo! Vengo a tus plantas lleno de gozo y de esperanza.
De gozo, porque sé que tu escapulario es "el canal abundante por donde bajan raudales continuos de gracias y de favores sobre el mundo; el bendito vestido espiritual que protege a los hombres por los difíciles caminos de la vida; el áncora de salvación en las múltiples borrascas espirituales y temporales; el escudo defensor en las luchas contra los enemigos del alma y contra los peligros del cuerpo".
Y de esperanza, porque tu Escapulario es "señal segura de predestinación; garantía de un feliz éxito en el tránsito a la eternidad; llave que abre las puertas del cielo", pues como Tú misma dijiste: "El que muera con mi Escapulario no se condenará".
Yo sé, Madre, que "Tú eres siempre el camino que conduce a Cristo y que todo encuentro contigo no puede menos de terminar en encuentro con Cristo mismo".
Tú conociste, Madre, las penas y tribulaciones de aquí abajo, la fatiga del trabajo cotidiano, las incomodidades y estrecheces de la pobreza y los dolores del Calvario.
Por eso acudo a Ti, Madre del Carmen, en esta Novena, "para que socorras las necesidades de la Iglesia y del mundo, escuches benignamente los clamores de paz que a Ti se elevan desde todos los confines de la tierra, ilumines a los que rigen los destinos de los pueblos y obtengas de Dios la paz verdadera que se funda sobre las bases sólidas y duraderas de la justicia y el amor", también por mis necesidades, por las almas del purgatorio y por nuestra salvación eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor. Así sea.
DÍA 5.°
SOMOS PROPIEDAD DE MARÍA
"El devoto carmelita, al vestir el escapulario, está persuadido de que se consagra a su Madre y Reina, que ya no se pertenece, que es propiedad de María y que desde ese bendito momento comienza a formar parte de la familia carmelitana y vive bajo su tutela y protección continuas".
Pero, ¿qué es consagrarse a María? La Consagración es reconocer, ante todo, nuestra dependencia de María. Ella es nuestra Madre y nuestra Reina. Le pertenecemos. Es sentirse verdaderos hijos suyos, es darnos en propiedad y para siempre a María.
Mas en este acto de Consagración, la Virgen también toma responsabilidades de Madre y Patrona, pues acepta recibir como propiedad suya al carmelita. Sí, el alma consagrada viene a ser propiedad de María.
Cuando se consagra una cosa a Dios se aparta de los usos profanos para dedicarla enteramente a El. Pues bien, al consagrarnos a María debemos apartarnos de todo lo que desdice de la pertenencia a María, procurando que todo lo que hay en nosotros sea para el servicio y gloria de Dios y de su Madre. El pecado es la profanación de los derechos divinos sobre nosotros. Por tanto, hay que huir de todo lo que sabe a pecado.
La Consagración es un acto gratísimo a nuestra Madre celeste. Dejarnos conducir por Ella, confiar plenamente en su patrocinio, ofrecérselo todo, amarla profunda y confiadamente, llena su corazón materno. Y lo hace desbordar en gracias para nosotros sus hijos.
(Pídase ahora la gracia que se quiere conseguir de nuestra Madre Carmelitana en esta novena).
SALUTACIONES
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por habernos dado tu escapulario, llave de oro para abrir las puertas del cielo.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por haberme vestido con tu santo escapulario, prenda segura de salvación.
Dios te salve María...
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por tu escapulario, canal abundante por donde bajan raudales continuos de gracias sobre el mundo.
Dios te salve María...
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por tu Escapulario, protección segura contra los peligros del alma y del cuerpo.
Dios te salve María...
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por tu promesa: "En la vida protejo, en la muerte ayudo y después de la muerte salvo".
Dios te salve María..., y Gloria...
SÚPLICA
Acordaos, oh Virgen del Monte Carmelo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que visten devotamente vuestro santo escapulario haya dejado de experimentar vuestra protección y auxilio en la vida y en la muerte. Animado yo con esta confianza acudo a Vos, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia. No desechéis mis súplicas, oh Madre de los carmelitas; antes bien, oídlas y atendedlas amorosamente presentándolas ante el trono de vuestro divino Hijo Jesús para que sean favorablemente despachadas. Así sea.
Oficiante: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN FINAL
Te suplicamos, Señor, que nos asista con su intercesión poderosa la Santísima Virgen María, Madre y Reina del Carmelo, para que, guiados por su ejemplo y protección, lleguemos hasta la cima del monte de la perfección que es Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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