El Consuelo es hijo también del Celo y de la Caridad del prójimo. Es otra especie de Limosna Espiritual para el triste que sufre y padece. Siempre se acompaña de la Bondad y Benignidad. Es una virtud muy alta que toca o ejerce su misión más directamente para con el alma, aunque también el cuerpo recibe o puede recibir su influencia.
Al Consuelo Espiritual Perfecto no lo detiene en su carrera el respeto humano, sino que yendo directamente a aliviar la llaga del corazón que sufre, la descubre y la cura, derramando en ella el bálsamo santo del Consuelo Cristiano.
Acompaña siempre a este Consuelo Espiritual Perfecto: la Rectitud, la Sinceridad y la Franqueza. Este es el verdadero Consuelo que la Caridad del prójimo produce, y que al mismo tiempo que consuela, alivia y enseña.
La práctica de las Obras de Misericordia, sean corporales y espirituales, implica sacrificio; pero el Celo o Amor divino las ayuda e impulsa, al mismo tiempo que las suaviza y fortalece. Del sacrificio, sin embargo, procede todo fruto espiritual, y en él están fundados los Frutos del Espíritu Santo. Por esto verán si es rico el Dolor: pues de él dimana todo mérito que valoriza todas las Obras de Misericordia.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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