La Claridad es un efecto de la Pureza: es la Claridad uno de los aspectos de la Pureza. Es la Claridad hija de la Luz, o sea hija del Espíritu Santo que es Luz. En esta luz divina se refleja el alma pura que la posee, la cual encuentra siempre manchas que limpiar.
Dios nunca da esta Claridad de espíritu sino a las almas puras. La Claridad anida solamente en los corazones limpios y cuando Dios obra en el alma, ésta contempla la verdad tal cual es, y ve entonces ante la claridad divina su nada, su bajeza, sus miserias, defectos, debilidades y fragilidades, colocado todo esto delante de la Omnipotencia, Hermosura, Bondad y Poder del mismo Dios.
El alma que tiene la gracia de la Claridad se conoce a sí misma, vislumbra a su Dios, y no puede ensoberbecerse, porque toca la realidad, está confirmada en gracia, o con altísimos grados de la misma gracia.
Esta Claridad es hermana o compañera de la Simplicidad y de la Sencillez, y acompaña muchas veces al Candor; es, sin embargo, una gracia distinta y Don del mismo Dios.
Pocas almas poseen la Claridad. Su apoyo es la humildad profundísima.
El alma que posee esta virtud se descubre con suma facilidad con el Director y consigo misma: no tiene ningún pliegue oculto, muestra y descubre sus manchas, lo mismo que sus perlas. Así como se ve el fondo de un lago cristalino y quieto, así sin dificultad se ve la profundidad lo mismo que la superficie del alma que posee esta especial virtud.
En el momento que cae en el alma aunque no sea sino la sombra del vicio o pasión, buena o mala, en seguida lo nota ella y también su Director. Esta virtud es una gran ventaja para los Directores, lo mismo que para las almas dirigidas. Esta virtud es una gracia especial que da Dios a quien le place; sin embargo, también se adquiere por medio de la humildad y del vencimiento amoroso.
El arma que emplea Satanás contra esta virtud que tantos triunfos alcanza sobre él, es la del respeto humano.
También se vale de la Hipocresía y de la Doblez. La Claridad es una ayuda admirable para aventajar en la vida espiritual, porque hace percibir al espíritu sus variados y hasta sus más pequeños movimientos.
¿Saben quién ha rogado y a quién se le debe que mande Yo al mundo la luz de las virtudes para bien de las almas? Santa María; a María se le debe esta gran gracia de mi Misericordia. Agradézcanselo. ¡Cuánta gratitud deben tener a Santa María que tanto cuida y se interesa por las almas, y de una manera particular por las del Oasis! El Oasis que es y debe ser mi Descanso, no es otra cosa sino el vivir recreándose en las virtudes y dentro de ellas; el Oasis no es otra cosa sino el poseer las virtudes todas, en su flor y en su fruto; el Oasis es el armonioso y perfecto conjunto de todas las virtudes.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario