JESÚS:—La Hipocresía es hija de la Falsedad. El veneno de Satanás corre por sus venas. La Hipocresía es el refinamiento de la Falsedad, de la Doblez y de la Mentira. Es un vicio o defecto universal, de todos los estados, clases y condiciones. Es una serpiente que se esconde entre los pliegues, diré, de todo corazón; y que si no se corta la cabeza, se yergue y domina, emponzoñando los actos de la criatura.
Odio, aborrezco y maldigo a tan rastrero vicio, que ocasiona la ruina de multitud de almas. La Hipocresía es el vicio mismo, es Satanás cubierto con la máscara de los sentimientos más puros, nobles, elevados y aún santos... Es un montón de podredumbre asquerosa e insoportable, cubierto con capa de finísimo oro; es una víbora dentro de un estuche de preciosas perlas.
La Hipocresía es el veneno del alma y la que desvirtúa con la falsedad y engaño los actos que debieron ser santos, y no lo son; los que debieron ser meritorios, y son dignos solamente de castigo.
En el campo espiritual hay mucho fruto podrido formado por las almas hipócritas, por las que pasan por santas y no lo son; por las que, con exterior modesto, encubren un interior impuro.
A esta falange de Satanás pertenecen aquellas personas melindrosas y tímidas, que se espantan de una palabra menos edificante, ejecutando ellas las obras más aborrecibles e indignas... Son éstas las que tienen puesta toda su atención o más bien dicho, quieren poner la de todos en sus obras exteriores, lágrimas y suspiros y exageraciones tontas, atrayéndose aplausos, y en su interior se gozan con nefandas maquinaciones, negros pensamientos y espantosos vicios.
La mayor parte de los sacrilegios los cometen las almas hipócritas.
El Respeto humano y la Soberbia, y aún la Malicia, las arrastran a ese horrible pecado, entrando Yo que soy la Claridad y la Pureza misma, dentro de estos sepulcros blanqueados, llenos de asquerosa hediondez. Estas almas hipócritas son las que capitanean la falsa piedad. El imperio de la Hipocresía es muy grande en el mundo material, y aún mayor en la vida del espíritu.
En la vida espiritual tiene un gran campo, pues ahí despliega su habilidad muy finamente, ocultándose con destreza en los pliegues de las virtudes.
El fin de la Hipocresía es fingir con perfección lo que el corazón está muy lejos de poseer ni de sentir. Ella cubre muy hábilmente el lodazal del alma, con la Pureza más delicada; la más refinada Soberbia, con una Humildad profundísima; la Avaricia más odiosa, con el desprendimiento más sublime; la Ira más desenfrenada, con la suavísima miel de los labios; la Envidia, con las palabras más caritativas; el Odio con la Sinceridad afectada de un cariño indeleble; la Gula, con un grande amor a la Abstinencia; la Pereza, con la fingida pena de enfermedades quiméricas y disculpas edificantes y hasta seductoras. ¡Oh!, si abrieran ante tu vista el campo de la Hipocresía, tu espanto crecería a un grado, que ni te imaginas siquiera. La Hipocresía es la capa de todos los vicios y de todos los pecados, y aún de todas las tentaciones de Satanás.
Existe Hipocresía común que es abominable en todos sentidos y que acarrea grandes males al alma desgraciada en que ha penetrado; Hipocresía espiritual que es peor, por la finísima astucia con que se encubre; y la Hipocresía espiritual perfecta que, más delicada y sutil, tiene también más ponzoña. La Hipocresía universal o común casi a la primera vista se conoce, pues los velos con que se encubre no son tan densos que no se puedan ver.
La Hipocresía espiritual es más encubierta y sólo con dobles anteojos se le descubre: ésta consiste en la aparente realidad sana del más refinado fingimiento; en la demostración más pura de las virtudes con el cuño falso de la Mentira; en la realidad más fingida de la Verdad.
La Hipocresía es uno de los pecados que más cuesta descubrir al corazón humano; y Satanás, sabiéndolo, abulta las dificultades y las hace crecer, hasta presentárselas gigantescas e insuperables.
La Hipocresía espiritual perfecta es tan íntima, que apenas la conoce el alma que la lleva consigo: tan habitual le ha sido, que subiendo los grados todos ha llegado a internarse en lo más íntimo de su ser, formando ahí su reinado y hasta su segunda naturaleza.
La Hipocresía espiritual perfecta consiste en un interno conocimiento del mal propio, paliado por la misma alma, con capa de santidad ante sus propios ojos: hasta allá llega la infernal astucia de Satanás.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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