Los santos rezaban con esa confianza y por eso Dios les mostraba su prodigalidad infinita.
El abad Sisoïs, según la Vida de los Padres, rezaba un día por uno de sus discípulos a quien la violencia de la tentación había abatido. "Queráis o no –decía a Dios- no os dejaré antes de que le hayáis curado". Y el alma del pobre hermano recobró la gracia y la serenidad.
Nuestro Señor se dignó revelar a Santa Gertrudis que su confianza hacía tal violencia a su Sagrado Corazón, que se sentía forzado a favorecerla en todo. Y añadió que, obrando así, satisfacía las exigencias de su Bondad y de su Amor por ella.
Una amiga de la santa rezaba desde hacía algún tiempo sin obtener nada. El Salvador le dijo: "Retuve la concesión de lo que me pides, porque no confías en mi Bondad como mi fiel Gertrudis. A ella jamás le negaré nada de lo que me pidiera".
Finalmente, he ahí, según el testimonio del Bienaventurado Raymundo de Capua: "Señor –decía- no me apartaré de vuestros pies, de Vuestra presencia, mientras Vuestra Bondad no me conceda lo que deseo, mientras no os plazca hacer lo que yo quiero". "Señor –continuaba- yo quiero que me prometáis la vida eterna para todos los que amo". Luego, con una audacia admirable, extendía la mano hacia el Tabernáculo: "¡Señor –añadía- poned Vuestra mano en la mía! ¡Sí! ¡Dadme una prueba de que me daréis lo que Os pido!".
Que esos ejemplos nos animen a recogernos en el fondo del alma y a examinar un poco la conciencia. Siguiendo a un piadoso autor, dirijamos a nosotros mismos la siguiente pregunta: "¿Hemos puesto en nuestras oraciones una confianza total, un poco de ese absolutismo del niño que pide a su madre un objeto que desea mucho? ¿El absolutismo de los pequeños mendigos, que nos persiguen y que, a fuerza de importunar, son atendidos? ¿Sobre todo, el absolutismo, al mismo tiempo tan respetuoso y tan imbuido de confianza de los santos en sus súplicas?".
P. Raymond de Thomas de Saint Laurent | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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