La desconfianza es el pecado que más aborrezco, que más me ofende, y que casi no perdono.
Es la Desconfianza un signo de reprobación: el corazón impuro está en vuelto en ella. Es la Desconfianza una tenebrosa oscuridad de la cual pocas almas salen, a no ser que una gracia muy singular y poderosa les vuelva la luz.
La Desconfianza, ya no como pecado, sino como simple defecto, en la vida espiritual, detiene las gracias del cielo; y a medida que aquella crece, éstas se alejan.
Si es peligrosísima esta Desconfianza en la vida del pecador, no lo es menos, (aunque en diferente escala), en la vida espiritual.
¿Quieren segar la fuente de las gracias? Desconfíen. No existe ponzoña más mortal para el alma, que la Desconfianza: es hija de Satanás y hermana de la Soberbia, de la cual es inseparable. En el alma en que hay desconfianza, no duden en afirmar que también hay soberbia. Muchos de los males internos del espíritu reconocen esta causa: pasan como virtudes en capas de humildad, los que no son sino horribles vicios.
El pecador que desconfía arroja lodo a la Misericordia de Dios, y este pecado no se perdona.
Oíganlo bien, todos se perdonan, pero este no, como que tira el guante contra la Bondad infinita, y con semejante crimen el pecador se cierra las puertas del perdón, las puertas del cielo. (*)
(*). - Leemos en el Evangelio de San Mateo: "Todo pecado o blasfemia se perdonará a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no se perdonará. Y a cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero el que hablare contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el futuro". (Cap. 12 versículos 31 y 32.) "Aunque absolutamente no hay pecado alguno irremisible, con todo eso, dice Jesucristo que éste no se perdonará, para dar a entender que se perdonará con más dificultad que los otros, porque se opone directamente a la fuente de las gracias. (San Juan Crisóstomo. -Homilía 32 sobre S. Mateo.)
El desgraciado pecador que desconfía, desprecia la Sangre de su Señor, y no admite su inmenso, su infinito valor; vive pecando contra la Esperanza y no puede salvarse.
La Desconfianza, pues, es el signo más seguro de la impenitencia final.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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