La Bondad es hija de la Santidad y fruto del Espíritu Santo.
Se alimenta de todas las virtudes y nunca anda sin ellas. La Humildad es su vida, la Obediencia, su centro; la Pureza, su atmósfera; la Pobreza, su delicia; la Penitencia, su aliento; la Presencia de Dios, su ser, la Oración, la savia con que se desarrolla; el Sacrificio, su delicia; Dios y sólo el Amor divino, su todo... ¡El Espíritu Santo la produce, le da vida y la embellece!
Tiene esta hermosa virtud, altísima y divina, muchísimos enemigos. Todos los vicios la rodean corno fieras hambrientas que espían el momento para devorarla. La Soberbia, la Hipocresía, la Fatuidad, la Vanidad, la Impureza, el Mundo, la Comodidad, el Juicio propio, y otros muchos la acechan constantemente, de día y de noche, sin dejarle momento de descanso.
Sus armas con las cuales se defiende y triunfa, son el Propio conocimiento, y el Apoyo divino, o sea la Humildad y la Confianza.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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