La Altivez es hija del Orgullo y de la Soberbia; y el Amor propio en su más alto grado de refinamiento la acompaña siempre. Es un vicio muy odioso que levanta al corazón humano sobre los demás y hace que desprecie a su hermano. Va también en contra de la Caridad y acarrea al alma grandes males de todo género.
La Altivez del corazón aleja al Espíritu Santo con su gracia, y al alma que le falta la gracia, se despeña por los vicios arrojándose en su precipitada corriente.
Al alma altiva le parece todo pequeño e indigno de ella. Se confunden en el mundo la nobleza con la altivez, siendo ambas cosas muy distintas; hablo de la nobleza de sentimientos y no de la sangre, que entre ambas existe también mucha diferencia, pues hay nobles de títulos sin nobleza de corazón, (aún cuando muchas veces en estos casos, la una acompaña a la otra) y hay gentes o personas sin títulos, que llevan engendrada la nobleza de los más finos y delicados sentimientos en sus almas. La nobleza verdadera se encuentra en las virtudes. Una alma que las practique y lleve consigo, lleva consigo a la misma nobleza.
La nobleza, en ese sentido, es una virtud; y la Altivez, en cualquier rango o posición que aparezca, es un vicio, y vicio aborrecible que lleva en sus venas la sangre del Orgullo y de la Soberbia. El corazón altivo será humillado, y el corazón humilde será levantado y llenado de gracias y dones.
La Altivez es aborrecida de Dios, a quien enamora la Humildad, la Bondad y la Benignidad. Se acerca a las almas que nunca temen abajarse demasiado y que jamás se imaginan que algo valen. A ésas Jesús las busca, las ama y con ellas se comunica.
La Altivez se cura con la práctica constante de las más bajas y repugnantes humillaciones ejercitadas por el Dominio propio en un alma valiente y deseosa de servirme y de santificarse. Las fuerzas para la aplicación de este remedio, se encuentran en la Oración.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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