Dios da a Abraham una visión de lo que será su progenie y, en efecto, ¡todo esto se llevó a cabo!
Se sirve de José, predilecto de su padre Jacob, a quien sus hermanos venden para ser esclavo en Egipto.
Después de tantas injusticias y un periodo en la cárcel, José llega a ser virrey de Egipto y preserva a aquella generación del hambre durante la sequía.
Pero después de su muerte otros gobernadores crueles imponen a los hebreos una rígida esclavitud.
Ordenan incluso matar a los niños hebreos varones y las comadronas se oponen, temiendo a Dios, por lo que Dios hace bien a las parteras y el pueblo se multiplica y se vuelve muy poderoso. El Señor nos llama a proteger la vida del más indefenso.
Aquel periodo de esclavitud había llegado ciertamente lejos y los hijos de Israel comienzan a clamar a Dios, que escucha sus gemidos. Trae a su memoria el pacto con los patriarcas y tiene compasión. Él juzga a la nación que oprime a su pueblo.
Dios no teme por lo que podamos pasar, de otra manera no nos pondría en medio de aflicciones y circunstancias difíciles. Él sabe cuánta fuerza hay en la vida espiritual que ha puesto dentro de nosotros. Y su vida en nosotros ha superado y soportado mucho, de no ser así ya no existiríamos.
H.Zentgraf
No hay comentarios:
Publicar un comentario