Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

10.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (174)




CAPÍTULO 4

Se muestra la primera estrofa y su explicación.


Estrofa 1ª:

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.


Explicación
1. Entendiendo ahora esta estrofa respecto de la purgación contemplativa, o desnudez y pobreza de espíritu (puesto que en ese sentido todo ello, llegados a este punto, es casi una misma cosa), la podemos aclarar de esta manera, en donde el alma dice así:

En pobreza, desamparo y desapego de todas las aprensiones de mi alma, esto es, en oscuridad de mi entendimiento y aprieto de mi voluntad, en afición y angustia acerca de la memoria, dejándome a oscuras en pura fe (la cual es noche oscura para las mencionadas potencias naturales), sólo la voluntad tocada de dolor y aflicciones y ansias de amor de Dios, salí de mí misma, esto es, de mi bajo modo de entender, y de mi débil forma de amar, así como de mi pobre y escasa manera de gustar de Dios, sin que la sensualidad ni el demonio me lo estorben.

2. Lo cual fue una gran dicha y buena ventura para mí porque, en terminando de aniquilarse y sosegarse las potencias, pasiones, apetitos y afecciones de mi alma, con los que bajamente sentía y gustaba de Dios, salí del trato y de mis operaciones de formas humanas a la operación y el trato de Dios, es a saber:

Mi entendimiento salió de sí, volviéndose de humano y natural en divino porque, uniéndose por medio de esta purgación con Dios, ya no entiende por su vigor y luz natural, sino por la divina Sabiduría con que se unió.

Y mi voluntad salió de sí, haciéndose divina porque, unida con el divino amor, ya no ama bajamente con su fuerza natural, sino con fuerza y pureza del Espíritu Santo, y así la voluntad no obra humanamente en cuanto a Dios. Y, ni más ni menos, la memoria se ha trocado en aprensiones eternas de gloria.

Y, finalmente, todas las fuerzas y afectos del alma, por medio de esta noche y purgación del viejo hombre, todas se renuevan en temples y deleites divinos.

Se continúa ahora con el verso:

En una noche oscura.


CAPÍTULO 5
Se comienza a explicar respecto a ese verso, y cómo esta contemplación oscura no sólo es noche para el alma, sino también pena y tormento


1. Esta noche oscura es una influencia de Dios en el alma, que la purga de sus ignorancias e imperfecciones habituales, naturales y espirituales, que llaman los contemplativos contemplación infusa o mística teología, en que de secreto enseña Dios al alma y la instruye en perfección de amor, sin ella hacer nada ni entender cómo ocurre semejante transformación. Esta contemplación infusa, por cuanto es sabiduría de Dios amorosa, hace dos principales efectos en el alma, porque la dispone purgándola e iluminándola para la unión de amor de Dios. De donde la misma sabiduría amorosa que purga los espíritus bienaventurados ilustrándolos es la que aquí purga al alma y la ilumina.

2. Pero podría surgir la duda: ¿por qué, pues es lumbre divina que, como decimos, ilumina y purga el alma de sus ignorancias, la llama aquí el alma "noche oscura"? A lo cual se responde que por dos cosas es esta divina Sabiduría no sólo noche y tiniebla para el alma, mas también pena y tormento. La primera es debido a la superioridad de la Sabiduría divina, que excede al talento del alma, y de esta manera le parece tiniebla. La segunda, es pena y tormento por la bajeza e impureza del alma humana, y de esta manera le es penosa y aflictiva, y también oscura [Incide aquí el Santo con los principios en que se basa su doctrina de la noche oscura. Pueden reducirse al clásico axioma de los dos contrarios que no caben en un sujeto: Dios con su pureza no puede conjugarse con la miseria del hombre, puesto que necesariamente chocan, y debe realizarse una adaptación radical. Son principios repetidos o supuestos habitualmente].

3. Para probar la primera conviene suponer cierta doctrina de Aristóteles, que dice que cuanto las cosas divinas son en sí más claras y manifiestas, tanto más son al alma natural oscuras y ocultas. De la misma manera que la luz, cuanto más clara es, tanto más ciega y oscurece la pupila de la lechuza [el Santo llama a Aristóteles "el Filósofo" (con mayúsculas), al que recurre para demostrar su teoría y probar la incompatibilidad entre la luz divina y la capacidad humana; el exceso de luz natural ciega la vista del cuerpo, mientras que el exceso de luz interior ciega la de las potencias del alma], y cuanto el sol se mira más directamente, tanto más tinieblas causa a la potencia visiva y la priva, excediéndola por su flaqueza.

De donde, cuando esta divina luz de contemplación embiste en el alma que aún no está ilustrada totalmente, le hace parecer tinieblas espirituales, porque no sólo la excede sino que también la priva y oscurece el acto de su inteligencia natural. Precisamente por esta causa san Dionisio y otros místicos teólogos llaman a esta contemplación infusa "rayo de tiniebla", conviene a saber: tiniebla para el alma no ilustrada y purgada, porque de su gran luz sobrenatural es vencida la fuerza natural intelectiva y privada (es decir, personal).

Por lo cual David (Sal. 96, 2) también dijo que cerca de Dios y alrededor de Él está oscuridad y nube, no porque en sí ello sea de esa manera, sino desde el punto de vista de nuestros débiles entendimientos, que en tan inmensa luz se oscurecen y quedan ofuscados, no alcanzando a ver la magnitud de la luz divina. También por ello el mismo David (Sal. 17, 13) lo declaró luego, diciendo: "Por el gran resplandor de su presencia se atravesaron nubes", es a saber, entre Dios y nuestro entendimiento. Y ésta es la causa por la que, en derivando de sí Dios este esclarecido rayo de su sabiduría secreta hacia el alma que aún no está transformada, le hace tinieblas oscuras en el entendimiento.

4. Y que esta oscura contemplación también le sea al alma penosa en estos inicios es algo claro porque, como esta divina contemplación infusa tiene muchas excelencias en extremo buenas y el alma que las recibe, por no estar purgada, tiene muchas miserias también en extremo malas, de aquí es que, no pudiendo caber dos contrarios en el mismo sujeto del alma, de necesidad haya de penar y padecer el alma, siendo ella el sujeto o el terreno en el que contra sí se ejercitan y pugnan estos dos contrarios, haciendo los unos contra los otros por razón de la purgación que de las imperfecciones del alma por medio de esta contemplación se realiza. Lo cual probaremos por inducción en esta manera.


9.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (173)




CAPÍTULO 3
Notas a tener en cuenta para los temas que luego se abordarán.

1. Estando ya, pues, estas personas espirituales ya aprovechados gracias al tiempo que han pasado alimentando los sentidos con dulces comunicaciones, con lo cual la parte sensitiva se ve atraída y saboreada del espiritual gusto, una relación que del espíritu le manaba, llega la mencionada parte sensitiva a unirse y acomodarse en armonioso conjunto con el espíritu, comiendo cada uno en su manera de ser de un mismo manjar espiritual y en un mismo plato, así como de un solo supuesto y sujeto. Con esto ambas naturalezas, la sensitiva y espiritual, en alguna manera juntos y conformes en uno, se encuentran entonces colocados también para que juntos estén en disposición para sufrir la áspera y dura purgación del espíritu que les espera. Porque en esta purgación se han de encontrar expiando cumplidamente estas dos partes del alma, espiritual y sensitiva, porque la una nunca se purga de manera adecuada sin la otra ya que la purgación válida para el sentido se realiza cuando, de propósito, comienza la del espíritu. Con lo cual la noche que hemos dicho del sentido, más se la puede y debe llamar cierta reformación y enfrenamiento del apetito que purgación. La causa es porque todas las imperfecciones y desórdenes de la parte sensitiva tienen su fuerza y raíz en el espíritu, donde se sujetan todos los hábitos buenos y malos y así, hasta que éstos no sean purgados, las rebeliones y siniestros del sentido no se pueden purgar tampoco bien [en consecuencia, la noche, en su sentido pleno, es algo global del sentido y espíritu: "entrambas partes se purgan juntas" (nn. 2-3). No conviene, pues, forzar las divisiones en detrimento del conjunto].

2. Por todo ello en esta noche que se sigue se purgan las dos partes juntas, que éste es el fin para el cual convenía haber pasado por la reformación de la primera noche y la bonanza que de ello se obtiene para que, aunado con el espíritu el sentido, en cierta manera se purgue y padezca aquí con más fortaleza, porque para tan fuerte y dura purga es menester (o sea, disposición) tan grande. Y es que, sin haberse reformado antes la flaqueza de la parte inferior y cobrado fortaleza en Dios por el dulce y sabroso trato que con Él después ha tenido, no se conseguirían las fuerzas ni las disposiciones el ser natural para poder sufrirla.

3. Por tanto téngase en cuenta que estos aprovechados todavía el trato y operaciones que tienen con Dios son muy bajas y muy naturales (a causa de no tener purificado e ilustrado el oro del espíritu), por lo cual todavía entienden de Dios como pequeñuelos, y saben y sienten de Dios como pequeñuelos, según dice san Pablo (1 Cor. 13, 11), por no haber llegado a la perfección, que es la unión del alma con Dios. Mediante la unión se logrará el que, como grandes, obren grandezas en su espíritu, siendo ya sus obras y potencias más divinas que humanas, como después se dirá. Queriendo Dios desnudarlos de hecho de este viejo hombre y vestirlos del nuevo, que según Dios es creado en la novedad del sentido, que dice el Apóstol, les desnuda las potencias y afecciones y sentidos, así espirituales como sensitivos, así exteriores como interiores, dejando a ocuras el entendimiento y la voluntad a secas, vacía la memoria, y las afecciones del alma en suma aflicción, amargura y aprieto, privándola del sentido y gusto que antes experimentaba de los bienes espirituales, dada que esta privación es uno de los principios que se requiere en el espíritu para que se introduzca y una en él la forma espiritual del espíritu, que es la unión de amor.

Todo lo cual opera el Señor en ella por medio de una pura y oscura contemplación, como el alma lo da a entender por la primera poesía. La cual, aunque está declarada al propósito de la primera noche del sentido, principalmente la entiende el alma por esta segunda del espíritu, por ser la principal parte de la purificación del alma. Y así, a este propósito la pondremos y declararemos aquí otra vez.


8.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (172)



CAPÍTULO 2
Se continúan mostrando otras imperfecciones que tienen estos contemplativos ya aprovechados.

1. Dos maneras de imperfecciones tienen estos aprovechados: unas son habituales, otras actuales.

Las imperfecciones habituales son las afecciones y hábitos imperfectos que todavía, como raíces, han quedado en el espíritu, donde la purgación del sentido no pudo llegar. En esta purgación del sentido la diferencia que hay con la otra es como la diferencia existente entre la raíz a la rama, o sacar una mancha fresca o una muy asentada y vieja. Porque, como dijimos, la purgación del sentido sólo es puerta y principio de contemplación para la del espíritu que, como también hemos dicho, más sirve de acomodar el sentido al espíritu, que de unir el espíritu con Dios. Mas todavía se quedan en el espíritu las manchas del hombre viejo, aunque a él no se lo parezca ni se dé cuenta de ellas, las cuales si no salen por el jabón y fuerte lejía de la purgación de esta noche, no podrá el espíritu llegar a la pureza de la unión divina.

2. Tienen éstos también la "hebetudo mentis" [es decir, "el embotamiento de la mente", similar al "spiritus vertiginis" -espíritu de confusión- que antes mencionamos. En realidad, es poca la diferencia existente entre los males ahora apuntados y los señalados en el lib. 1º. Aquí apunta más bien la raíz de los mismos, que se eliminan únicamente a través de la purificación del espíritu, que es donde están asentados. Afirma con claridad el Santo que la raíz más profunda de esos males es el pecado, lo que ha de tenerse presente para comprender su antropología] y la rudeza natural que todo hombre contrae por el pecado, así como la distracción y exterioridad del espíritu, lo cual conviene que se ilustre, clarifique y recoja por la penalidad y aprieto de esta noche. Estas habituales imperfecciones, todos los que no han pasado de este estado de aprovechados las tienen; las cuales no pueden estar, como decimos, con el estado perfecto de unión por amor.

3. En las imperfecciones actuales (nota del actualizador: que podrían definirse también como "de actividad") no caen todos de la misma manera. Mas algunos, como traen estos bienes espirituales tan afuera y tan al alcance de su mano en el sentido, caen en mayores inconvenientes y peligros que a sus inicios mencionamos. Porque, como ellos hallan tan a manos llenas tantas comunicaciones y aprehensiones espirituales al sentido y espíritu, donde muchas veces ven visiones imaginarias y espirituales (porque todo esto, con otros sentimientos sabrosos, acontece a muchos de éstos en este estado, en lo cual el demonio y la propia fantasía muy ordinariamente hace trampantojos -es decir, artificios, engaños...- al alma), y como con tanto gusto suele imprimir y sugerir el demonio al alma las aprensiones dichas y sentimientos, con gran facilidad la embelesa y engaña, no teniendo ella cautela para resignarse y defenderse fuertemente en fe (nota del actualizador: o "agarrándose en la fe") de estas visiones y sentimientos.

Porque aquí hace el demonio a muchos creer visiones vanas y profecías falsas. Es en este puesto donde les procura hacer presumir que habla Dios y los santos con ellos, y creen muchas veces a su fantasía. Aquí también los suele llenar el demonio de presunción y soberbia y, atraídos de la vanidad y arrogancia, se dejan ser vistos en actos exteriores que parezcan de santidad, como son arrobamientos y otras apariencias. Se hacen así atrevidos a Dios, perdiendo el santo temor, que es llave y custodia de todas las virtudes, y llegan a tantas falsedades y engaños, las cuales suelen multiplicarse en algunos de éstos, y tanto se enraízan en ellos, que es muy dudosa la vuelta de ellos al camino puro de la virtud y verdadero espíritu. En las cuales miserias vienen a dar, comenzando a darse con demasiada confianza a las aprensiones y sentimientos espirituales, cuando comenzaban a aprovecharse en el camino correcto.

4. Habría tanto que decir sobre las imperfecciones de éstos y de cómo les son más incurables por tenerlas ellos como más espirituales que las primeras, que prefiero dejarlo. Sólo digo, para fundar la necesidad que hay de la noche espiritual -que es la purgación para el que ha de avanzar adelante- que casi ninguno de estos aprovechados, por bien que le hayan ido las cosas en su camino de elevación, deja de tener muchas de ese tipo de afecciones naturales y hábitos imperfectos, que dijimos primero ser necesario que preceda la purificación para pasar a continuación a la divina unión.

5. Y, demás de esto, lo que ya dejamos dicho líneas arriba, a saber: que, por cuanto todavía participa la parte inferior en estas comunicaciones espirituales, no pueden ser ellas tan intensas, puras y fuertes como se requieren para la dicha unión. Con lo cual, para poder llegar a esa unión le conviene al alma entrar en la segunda noche del espíritu, donde desnudando al sentido y espíritu de forma perfectamente de todas estas aprensiones y sabores, le han de hacer caminar en oscura y pura fe, que es el propio y el adecuado medio por donde el alma se une con Dios, según vemos por Oseas (2, 20), diciendo: "Yo te desposaré", esto es, te uniré conmigo, por fe.


7.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (171)



LIBRO SEGUNDO


CAPÍTULO 1
Primeros pasos para tratar sobre la noche oscura del espíritu, empezando por el tiempo en el que comienza.


1. Un alma que Dios ha de llevar adelante no sale de forma inmediata de las sequedades y trabajos de la primera purgación y noche del sentido, poniéndola enseguida Su Majestad en esta noche de espíritu, sino que más bien antes suele pasar harto tiempo y años en que, salida el alma del estado de principiantes, se ejercita en el de aprovechados en el cual, así como el que ha salido de una estrecha cárcel, anda en las cosas de Dios con mucha más anchura y satisfacción del alma y con más abundante e interior deleite que experimentaba en sus inicios, antes que entrase en la dicha noche, puesto que ya no lleva atada la imaginación y las potencias al discurso y cuidado espiritual, como solía. Así, con una gran facilidad halla luego en su espíritu muy serena y amorosa contemplación y sabor espiritual sin trabajo ni esfuerzos del discurso. Aunque, como no está bien hecha la purgación del alma, porque falta la parte principal que es la del espíritu (sin la cual, por la comunicación que hay de la una parte a la otra, por razón de ser un solo sujeto, tampoco la purgación sensitiva -por más fuerte que haya sido- queda acabada y perfecta), nunca le faltan a veces algunas necesidades, sequedades, tinieblas y aprietos, en ocasiones mucho más intensos que los pasados, que son como presagios y mensajeros de la noche venidera del espíritu [nota: del conjunto se deduce con claridad que la noche del sentido, "en que Dios purga pasivamente" al alma, corresponde al paso de los principiantes al de aprovechados.], aunque no son éstos aprietos y dificultades duraderos, como sin embargo serán en un grado mayor durante la noche que espera. Porque, habiendo pasado un rato, o varios momentos, o incluso días en medio de esta noche y tempestad, a continuación regresa a su acostumbrada serenidad, y de esta manera va purgando Dios a algunas almas que no han de subir a tan alto grado de amor como las otras, metiéndolas a ratos alternativos y a intevalos (nota del actualizador: como en amaneceres y anocheceres, con peores y mejores momentos) en esta noche de contemplación y purgación espiritual, haciendo anochecer y amanecer a menudo, por lo que se cumple lo que dice David (Sal. 147, 17), que envía su cristal, esto es, su contemplación, como "a bocados". Aunque estos bocados de oscura contemplación nunca son tan intensos como lo son en aquella horrenda noche de la contemplación que hemos de abordar, en donde a propósito pone Dios al alma para llevarla a la divina unión.

2. Este sabor, pues, y gusto interior que decimos, que con abundancia y facilidad hallan y gustan estos aprovechantes en su espíritu, con mucha más abundancia que antes se les comunica, redundando de ahí en el sentido más de lo que solía ocurrirles antes de esta sensible purgación. Eso es debido a que, por cuanto espiritualmente están ya más puros, con más facilidad pueden sentir los gustos del espíritu a su mismo modo (es decir, espiritual). Y como, en fin, esta parte sensitiva del alma es débil e incapaz para las cosas fuertes del espíritu, de aquí es que estos aprovechados, a causa de esta comunicación espiritual que se hace en la parte sensitiva, padecen en ella muchas debilitaciones y dolencias y flaquezas de estómago (es decir, del cuerpo), y en el espíritu, consiguientemente, fatigas porque, como dice el Sabio (Sab. 9, 15): "El cuerpo que se corrompe, agrava el alma" (nota del actualizador: si el cuerpo sufre corrupción o desprendimientos, al alma también se le puede ver transmitido de alguna forma esa transformación). De aquí es que las comunicaciones de éstos no pueden ser muy fuertes, ni muy intensas, ni muy espirituales, como son las que se requieren para la divina unión con Dios, debido a la flaqueza y corrupción de la sensualidad que participa en esas mismas comunicaciones (nota del corrector: por debilidad y la todavía flaqueza y viciosidad del meditante, y obviamente también por las embestidas que sufra en la parte corporal).

De aquí vienen los arrobamientos, espasmos y desligamientos de huesos, que siempre acontecen cuando las comunicaciones no son puramente espirituales, esto es, afectadas hacia únicamente el espíritu, como son las de los perfectos que están ya purificados por la noche segunda del espíritu. En estas comunicaciones al espíritu cesan ya estos arrobamientos y tormentos del cuerpo, gozando ellos de la libertad del espíritu, sin que se nuble ni trasponga el sentido (nota del corrector: "el sentido", se entiende aquí que aunque el cuerpo sufra, la parte superior del espíritu está ascendidad; se puede leer algo de esto en el librillo de San Luis María Grignion de Monfort titulado "Carta a los amigos de la cruz").

3. Y con el fin de que se entienda la necesidad que los aún no perfectos tienen de entrar en esta noche de espíritu, mostraremos aquí algunas imperfecciones y peligros que tienen estos aprovechados.


5.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (170)



14. Como el alma, pues, conoce que en esta purgación seca por donde pasó, obtuvo y consiguió tantos y tan preciosos provechos como aquí se han referido, no tarda mucho en suspirar palabras similares a las que en la poesía estamos explicando, en concreto el verso que dice:

¡Oh dichosa ventura!
Salí sin ser notada

Aquí podemos percatarnos de que se refiere a que salió de los lazos y sujeción de sus apetitos sensitivos y afecciones, sin ser notada, es a saber, sin que los mencionados tres enemigos se lo pudiesen impedir. Los cuales, como hemos explicado, mediante los apetitos y los gustos, así como si fuera con lazos, aprisionan en sus redes al alma y la detienen con el fin de que no salga de sí misma hacia la libertad de amor de Dios, porque entonces ellos no pueden combatir al alma, como ya se ha dicho.

15. Por todo ello, en sosegándose mediante la continua mortificación las cuatro pasiones del alma, que son: gozo, dolor, esperanza y temor, y en declinándose en su sensualidad con la acción de las ordinarias sequedades los apetitos naturales, rematan entonces la obra la armonía de los sentidos y potencias interiores, cesando sus operaciones discursivas, como hemos explicado, lo que viene a ser toda la gente, pobladores y la morada de la parte inferior del alma, que es lo que aquí llama "su casa", diciendo:


Estando ya mi casa sosegada.


CAPÍTULO 14
Se explica el último verso de la primera poesía.


1. Estando ya esta casa de la sensualidad sosegada, esto es, mortificada, sus pasiones apagadas y apetitos calmados y dormidos por medio de esta venturosa noche de la purgación sensitiva, salió el alma a iniciar el camino y vía del espíritu, que es de los aprovechantes y aprovechados el cual, por otro nombre, también llaman "vía iluminativa" o "de contemplación infusa", en la que Dios de suyo anda apacentando y depurando y clarificando al alma, sin discurso ni ayuda activa de esa misma alma.

Tal es, como hemos dicho, la noche y purgación del sentido en el alma la cual, en los que después han de entrar en la otra más grave del espíritu para pasar a la divina unión de amor (porque no todos, sino los menos, pasan ordinariamente esta etapa), suele ir acompañada con graves trabajos y tentaciones sensitivas, que duran mucho tiempo, aunque en unos más que en otros. Porque a algunos se les da el ángel de Satanás (2 Cor. 12, 7), que es el espíritu de fornicación, para que les azote los sentidos con abominables y fuertes tentaciones, y les atribule el espíritu con feas insinuaciones, imágenes y representaciones más visibles en la imaginación, que a veces les es mayor pena que el morir.

2. Otras veces se les añade en esta noche el espíritu de blasfemia, el cual en todos sus conceptos y pensamientos se anda atravesando con intolerables blasfemias, y a veces con tanta fuerza sugeridas en la imaginación que casi se las hace pronunciar, lo que les supone un grave tormento.

3. En otras ocasiones se les da otro abominable espíritu, que llama Isaías (19, 14) "spiritus vertiginis" (llamado también "espíritu de revuelta y confusión", que podríamos traducir también para más aclaración como "espíritu de entender al revés", es decir, dedicado a trastornar y a "malmeter" mediante el desorden, el caos y el alboroto, los pensamientos y el buen juicio, consignas, leyes y preceptos), no con el fin de que los contemplativos caigan, sino para que se ejerciten. Este espíritu abominable de tal manera les oscurece el sentido, que los llena de mil escrúpulos y perplejidades tan intrincadas al juicio de sus víctimas que nunca pueden satisfacerse con nada, ni apoyar su juicio en consejo ni concepto, convirtiéndose así en uno de los más agudos y graves estímulos y horrores de esta noche, muy cercano a lo que ocurre en la noche espiritual.

4. Estas tempestades y trabajos son los que por lo general envía Dios en esta noche de purgación sensitiva a los que, como digo, ha de poner después en la otra (aunque no todos pasan luego a ella), para que castigados y abofeteados de esta manera se vayan ejercitando y disponiendo y curtiendo los sentidos y potencias para la unión de la Sabiduría que allí les han de dar. Porque si el alma no es tentada, ejercitada y probada con trabajos y tentaciones, no puede avivar su sentido para la sabiduría. Por eso mismo dijo el Eclesiástico (34, 9-11): "El que no es tentado, ¿qué sabe? Y el que no es probado, ¿cuáles son las cosas que reconoce?". De la cual verdad da Jeremías con un buen testimonio, diciendo (31, 18): "Me castigaste, Señor, y fui enseñado". Y la manera más propia de aplicar este castigo para entrar en sabiduría son los trabajos interiores que aquí decimos, por cuanto son de los que más eficazmente purgan el sentido de todos los gustos y consuelos a los que con flaqueza natural estaba siendo afectado, y donde es humillada el alma de veras para el ensalzamiento que ha de tener.

5. Sin embargo el tiempo que al alma tengan en este ayuno y penitencia del sentido, y cuánta es su duración, no es cosa cierta decirlo puesto que no pasa en todos de una manera ni con unas mismas tentaciones. La razón es que esto va medido por la voluntad de Dios conforme a lo más o menos que cada uno tiene de imperfección que purgar y, asimismo, conforme al grado de amor de unión a que Dios la quiera levantar la humillará más o menos intensamente, o más o menos tiempo. Los que tienen sujeto y más fuerza para sufrir con más intensidad son a los que purga más presto. Porque a los muy débiles les lleva por esta noche con mucha remisión y flojas tentaciones durante mucho tiempo, dándoles habituales refecciones al sentido con el fin de que no vuelvan atrás, con lo cual llegan bastante tarde a la pureza de perfección en esta vida, y algunos de éstos nunca dado que ni bien están en la noche, ni bien fuera de ella. Este tipo de personas aunque no avanzan, para que se conserven en humildad y conocimiento propio los ejercita Dios algunos ratos y días en ciertas tentaciones y sequedades, y les acude y les socorre con el consuelo otras veces a temporadas, para que no acaben desmayando y no se vuelvan a buscar el consuelo del mundo. A otras almas más endebles anda Dios con ellas como mostrándose y trasponiéndose para poder ejercitarlas en su amor, puesto que a ciertas almas sin tomarles ciertos desvíos no aprenderían a llegarse a Dios.

6. Pero las almas que han de pasar a tan dichoso y alto estado como es la unión de amor, por muy deprisa que Dios las lleve, por lo general harto tiempo suelen durar en estas sequedades y tentaciones, como nos lo dice la experiencia. [Nota: Estos párrafos finales tratan de enlazar lo dicho hasta ahora respecto de la noche del sentido, con la propia noche del espíritu, partiendo del comentario al verso 2º. Deben tenerse en cuenta los criterios apuntados respecto al tiempo o duración de la misma. También son de destacar las dos consideraciones complementarias: la primera, no es un camino para todos indiscriminadamente; la segunda, debe distinguirse bien lo activo y lo pasivo -es decir, el alma obrando, y el alma dejándose obrar, respectivamente-, aunque en la práctica resulte difícil su distinción. De ahí expresiones tan elásticas como "Dios los ejercita"].

Ahora ha llegado el momento, pues, de comenzar a tratar de la segunda noche.