Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

8.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (172)



CAPÍTULO 2
Se continúan mostrando otras imperfecciones que tienen estos contemplativos ya aprovechados.

1. Dos maneras de imperfecciones tienen estos aprovechados: unas son habituales, otras actuales.

Las imperfecciones habituales son las afecciones y hábitos imperfectos que todavía, como raíces, han quedado en el espíritu, donde la purgación del sentido no pudo llegar. En esta purgación del sentido la diferencia que hay con la otra es como la diferencia existente entre la raíz a la rama, o sacar una mancha fresca o una muy asentada y vieja. Porque, como dijimos, la purgación del sentido sólo es puerta y principio de contemplación para la del espíritu que, como también hemos dicho, más sirve de acomodar el sentido al espíritu, que de unir el espíritu con Dios. Mas todavía se quedan en el espíritu las manchas del hombre viejo, aunque a él no se lo parezca ni se dé cuenta de ellas, las cuales si no salen por el jabón y fuerte lejía de la purgación de esta noche, no podrá el espíritu llegar a la pureza de la unión divina.

2. Tienen éstos también la "hebetudo mentis" [es decir, "el embotamiento de la mente", similar al "spiritus vertiginis" -espíritu de confusión- que antes mencionamos. En realidad, es poca la diferencia existente entre los males ahora apuntados y los señalados en el lib. 1º. Aquí apunta más bien la raíz de los mismos, que se eliminan únicamente a través de la purificación del espíritu, que es donde están asentados. Afirma con claridad el Santo que la raíz más profunda de esos males es el pecado, lo que ha de tenerse presente para comprender su antropología] y la rudeza natural que todo hombre contrae por el pecado, así como la distracción y exterioridad del espíritu, lo cual conviene que se ilustre, clarifique y recoja por la penalidad y aprieto de esta noche. Estas habituales imperfecciones, todos los que no han pasado de este estado de aprovechados las tienen; las cuales no pueden estar, como decimos, con el estado perfecto de unión por amor.

3. En las imperfecciones actuales (nota del actualizador: que podrían definirse también como "de actividad") no caen todos de la misma manera. Mas algunos, como traen estos bienes espirituales tan afuera y tan al alcance de su mano en el sentido, caen en mayores inconvenientes y peligros que a sus inicios mencionamos. Porque, como ellos hallan tan a manos llenas tantas comunicaciones y aprehensiones espirituales al sentido y espíritu, donde muchas veces ven visiones imaginarias y espirituales (porque todo esto, con otros sentimientos sabrosos, acontece a muchos de éstos en este estado, en lo cual el demonio y la propia fantasía muy ordinariamente hace trampantojos -es decir, artificios, engaños...- al alma), y como con tanto gusto suele imprimir y sugerir el demonio al alma las aprensiones dichas y sentimientos, con gran facilidad la embelesa y engaña, no teniendo ella cautela para resignarse y defenderse fuertemente en fe (nota del actualizador: o "agarrándose en la fe") de estas visiones y sentimientos.

Porque aquí hace el demonio a muchos creer visiones vanas y profecías falsas. Es en este puesto donde les procura hacer presumir que habla Dios y los santos con ellos, y creen muchas veces a su fantasía. Aquí también los suele llenar el demonio de presunción y soberbia y, atraídos de la vanidad y arrogancia, se dejan ser vistos en actos exteriores que parezcan de santidad, como son arrobamientos y otras apariencias. Se hacen así atrevidos a Dios, perdiendo el santo temor, que es llave y custodia de todas las virtudes, y llegan a tantas falsedades y engaños, las cuales suelen multiplicarse en algunos de éstos, y tanto se enraízan en ellos, que es muy dudosa la vuelta de ellos al camino puro de la virtud y verdadero espíritu. En las cuales miserias vienen a dar, comenzando a darse con demasiada confianza a las aprensiones y sentimientos espirituales, cuando comenzaban a aprovecharse en el camino correcto.

4. Habría tanto que decir sobre las imperfecciones de éstos y de cómo les son más incurables por tenerlas ellos como más espirituales que las primeras, que prefiero dejarlo. Sólo digo, para fundar la necesidad que hay de la noche espiritual -que es la purgación para el que ha de avanzar adelante- que casi ninguno de estos aprovechados, por bien que le hayan ido las cosas en su camino de elevación, deja de tener muchas de ese tipo de afecciones naturales y hábitos imperfectos, que dijimos primero ser necesario que preceda la purificación para pasar a continuación a la divina unión.

5. Y, demás de esto, lo que ya dejamos dicho líneas arriba, a saber: que, por cuanto todavía participa la parte inferior en estas comunicaciones espirituales, no pueden ser ellas tan intensas, puras y fuertes como se requieren para la dicha unión. Con lo cual, para poder llegar a esa unión le conviene al alma entrar en la segunda noche del espíritu, donde desnudando al sentido y espíritu de forma perfectamente de todas estas aprensiones y sabores, le han de hacer caminar en oscura y pura fe, que es el propio y el adecuado medio por donde el alma se une con Dios, según vemos por Oseas (2, 20), diciendo: "Yo te desposaré", esto es, te uniré conmigo, por fe.







| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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