Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

7.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (171)



LIBRO SEGUNDO


CAPÍTULO 1
Primeros pasos para tratar sobre la noche oscura del espíritu, empezando por el tiempo en el que comienza.


1. Un alma que Dios ha de llevar adelante no sale de forma inmediata de las sequedades y trabajos de la primera purgación y noche del sentido, poniéndola enseguida Su Majestad en esta noche de espíritu, sino que más bien antes suele pasar harto tiempo y años en que, salida el alma del estado de principiantes, se ejercita en el de aprovechados en el cual, así como el que ha salido de una estrecha cárcel, anda en las cosas de Dios con mucha más anchura y satisfacción del alma y con más abundante e interior deleite que experimentaba en sus inicios, antes que entrase en la dicha noche, puesto que ya no lleva atada la imaginación y las potencias al discurso y cuidado espiritual, como solía. Así, con una gran facilidad halla luego en su espíritu muy serena y amorosa contemplación y sabor espiritual sin trabajo ni esfuerzos del discurso. Aunque, como no está bien hecha la purgación del alma, porque falta la parte principal que es la del espíritu (sin la cual, por la comunicación que hay de la una parte a la otra, por razón de ser un solo sujeto, tampoco la purgación sensitiva -por más fuerte que haya sido- queda acabada y perfecta), nunca le faltan a veces algunas necesidades, sequedades, tinieblas y aprietos, en ocasiones mucho más intensos que los pasados, que son como presagios y mensajeros de la noche venidera del espíritu [nota: del conjunto se deduce con claridad que la noche del sentido, "en que Dios purga pasivamente" al alma, corresponde al paso de los principiantes al de aprovechados.], aunque no son éstos aprietos y dificultades duraderos, como sin embargo serán en un grado mayor durante la noche que espera. Porque, habiendo pasado un rato, o varios momentos, o incluso días en medio de esta noche y tempestad, a continuación regresa a su acostumbrada serenidad, y de esta manera va purgando Dios a algunas almas que no han de subir a tan alto grado de amor como las otras, metiéndolas a ratos alternativos y a intevalos (nota del actualizador: como en amaneceres y anocheceres, con peores y mejores momentos) en esta noche de contemplación y purgación espiritual, haciendo anochecer y amanecer a menudo, por lo que se cumple lo que dice David (Sal. 147, 17), que envía su cristal, esto es, su contemplación, como "a bocados". Aunque estos bocados de oscura contemplación nunca son tan intensos como lo son en aquella horrenda noche de la contemplación que hemos de abordar, en donde a propósito pone Dios al alma para llevarla a la divina unión.

2. Este sabor, pues, y gusto interior que decimos, que con abundancia y facilidad hallan y gustan estos aprovechantes en su espíritu, con mucha más abundancia que antes se les comunica, redundando de ahí en el sentido más de lo que solía ocurrirles antes de esta sensible purgación. Eso es debido a que, por cuanto espiritualmente están ya más puros, con más facilidad pueden sentir los gustos del espíritu a su mismo modo (es decir, espiritual). Y como, en fin, esta parte sensitiva del alma es débil e incapaz para las cosas fuertes del espíritu, de aquí es que estos aprovechados, a causa de esta comunicación espiritual que se hace en la parte sensitiva, padecen en ella muchas debilitaciones y dolencias y flaquezas de estómago (es decir, del cuerpo), y en el espíritu, consiguientemente, fatigas porque, como dice el Sabio (Sab. 9, 15): "El cuerpo que se corrompe, agrava el alma" (nota del actualizador: si el cuerpo sufre corrupción o desprendimientos, al alma también se le puede ver transmitido de alguna forma esa transformación). De aquí es que las comunicaciones de éstos no pueden ser muy fuertes, ni muy intensas, ni muy espirituales, como son las que se requieren para la divina unión con Dios, debido a la flaqueza y corrupción de la sensualidad que participa en esas mismas comunicaciones (nota del corrector: por debilidad y la todavía flaqueza y viciosidad del meditante, y obviamente también por las embestidas que sufra en la parte corporal).

De aquí vienen los arrobamientos, espasmos y desligamientos de huesos, que siempre acontecen cuando las comunicaciones no son puramente espirituales, esto es, afectadas hacia únicamente el espíritu, como son las de los perfectos que están ya purificados por la noche segunda del espíritu. En estas comunicaciones al espíritu cesan ya estos arrobamientos y tormentos del cuerpo, gozando ellos de la libertad del espíritu, sin que se nuble ni trasponga el sentido (nota del corrector: "el sentido", se entiende aquí que aunque el cuerpo sufra, la parte superior del espíritu está ascendidad; se puede leer algo de esto en el librillo de San Luis María Grignion de Monfort titulado "Carta a los amigos de la cruz").

3. Y con el fin de que se entienda la necesidad que los aún no perfectos tienen de entrar en esta noche de espíritu, mostraremos aquí algunas imperfecciones y peligros que tienen estos aprovechados.







| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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