Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

10.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (174)




CAPÍTULO 4

Se muestra la primera estrofa y su explicación.


Estrofa 1ª:

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.


Explicación
1. Entendiendo ahora esta estrofa respecto de la purgación contemplativa, o desnudez y pobreza de espíritu (puesto que en ese sentido todo ello, llegados a este punto, es casi una misma cosa), la podemos aclarar de esta manera, en donde el alma dice así:

En pobreza, desamparo y desapego de todas las aprensiones de mi alma, esto es, en oscuridad de mi entendimiento y aprieto de mi voluntad, en afición y angustia acerca de la memoria, dejándome a oscuras en pura fe (la cual es noche oscura para las mencionadas potencias naturales), sólo la voluntad tocada de dolor y aflicciones y ansias de amor de Dios, salí de mí misma, esto es, de mi bajo modo de entender, y de mi débil forma de amar, así como de mi pobre y escasa manera de gustar de Dios, sin que la sensualidad ni el demonio me lo estorben.

2. Lo cual fue una gran dicha y buena ventura para mí porque, en terminando de aniquilarse y sosegarse las potencias, pasiones, apetitos y afecciones de mi alma, con los que bajamente sentía y gustaba de Dios, salí del trato y de mis operaciones de formas humanas a la operación y el trato de Dios, es a saber:

Mi entendimiento salió de sí, volviéndose de humano y natural en divino porque, uniéndose por medio de esta purgación con Dios, ya no entiende por su vigor y luz natural, sino por la divina Sabiduría con que se unió.

Y mi voluntad salió de sí, haciéndose divina porque, unida con el divino amor, ya no ama bajamente con su fuerza natural, sino con fuerza y pureza del Espíritu Santo, y así la voluntad no obra humanamente en cuanto a Dios. Y, ni más ni menos, la memoria se ha trocado en aprensiones eternas de gloria.

Y, finalmente, todas las fuerzas y afectos del alma, por medio de esta noche y purgación del viejo hombre, todas se renuevan en temples y deleites divinos.

Se continúa ahora con el verso:

En una noche oscura.


CAPÍTULO 5
Se comienza a explicar respecto a ese verso, y cómo esta contemplación oscura no sólo es noche para el alma, sino también pena y tormento


1. Esta noche oscura es una influencia de Dios en el alma, que la purga de sus ignorancias e imperfecciones habituales, naturales y espirituales, que llaman los contemplativos contemplación infusa o mística teología, en que de secreto enseña Dios al alma y la instruye en perfección de amor, sin ella hacer nada ni entender cómo ocurre semejante transformación. Esta contemplación infusa, por cuanto es sabiduría de Dios amorosa, hace dos principales efectos en el alma, porque la dispone purgándola e iluminándola para la unión de amor de Dios. De donde la misma sabiduría amorosa que purga los espíritus bienaventurados ilustrándolos es la que aquí purga al alma y la ilumina.

2. Pero podría surgir la duda: ¿por qué, pues es lumbre divina que, como decimos, ilumina y purga el alma de sus ignorancias, la llama aquí el alma "noche oscura"? A lo cual se responde que por dos cosas es esta divina Sabiduría no sólo noche y tiniebla para el alma, mas también pena y tormento. La primera es debido a la superioridad de la Sabiduría divina, que excede al talento del alma, y de esta manera le parece tiniebla. La segunda, es pena y tormento por la bajeza e impureza del alma humana, y de esta manera le es penosa y aflictiva, y también oscura [Incide aquí el Santo con los principios en que se basa su doctrina de la noche oscura. Pueden reducirse al clásico axioma de los dos contrarios que no caben en un sujeto: Dios con su pureza no puede conjugarse con la miseria del hombre, puesto que necesariamente chocan, y debe realizarse una adaptación radical. Son principios repetidos o supuestos habitualmente].

3. Para probar la primera conviene suponer cierta doctrina de Aristóteles, que dice que cuanto las cosas divinas son en sí más claras y manifiestas, tanto más son al alma natural oscuras y ocultas. De la misma manera que la luz, cuanto más clara es, tanto más ciega y oscurece la pupila de la lechuza [el Santo llama a Aristóteles "el Filósofo" (con mayúsculas), al que recurre para demostrar su teoría y probar la incompatibilidad entre la luz divina y la capacidad humana; el exceso de luz natural ciega la vista del cuerpo, mientras que el exceso de luz interior ciega la de las potencias del alma], y cuanto el sol se mira más directamente, tanto más tinieblas causa a la potencia visiva y la priva, excediéndola por su flaqueza.

De donde, cuando esta divina luz de contemplación embiste en el alma que aún no está ilustrada totalmente, le hace parecer tinieblas espirituales, porque no sólo la excede sino que también la priva y oscurece el acto de su inteligencia natural. Precisamente por esta causa san Dionisio y otros místicos teólogos llaman a esta contemplación infusa "rayo de tiniebla", conviene a saber: tiniebla para el alma no ilustrada y purgada, porque de su gran luz sobrenatural es vencida la fuerza natural intelectiva y privada (es decir, personal).

Por lo cual David (Sal. 96, 2) también dijo que cerca de Dios y alrededor de Él está oscuridad y nube, no porque en sí ello sea de esa manera, sino desde el punto de vista de nuestros débiles entendimientos, que en tan inmensa luz se oscurecen y quedan ofuscados, no alcanzando a ver la magnitud de la luz divina. También por ello el mismo David (Sal. 17, 13) lo declaró luego, diciendo: "Por el gran resplandor de su presencia se atravesaron nubes", es a saber, entre Dios y nuestro entendimiento. Y ésta es la causa por la que, en derivando de sí Dios este esclarecido rayo de su sabiduría secreta hacia el alma que aún no está transformada, le hace tinieblas oscuras en el entendimiento.

4. Y que esta oscura contemplación también le sea al alma penosa en estos inicios es algo claro porque, como esta divina contemplación infusa tiene muchas excelencias en extremo buenas y el alma que las recibe, por no estar purgada, tiene muchas miserias también en extremo malas, de aquí es que, no pudiendo caber dos contrarios en el mismo sujeto del alma, de necesidad haya de penar y padecer el alma, siendo ella el sujeto o el terreno en el que contra sí se ejercitan y pugnan estos dos contrarios, haciendo los unos contra los otros por razón de la purgación que de las imperfecciones del alma por medio de esta contemplación se realiza. Lo cual probaremos por inducción en esta manera.







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