Desprecio de los bienes mundanos

21.1.24

Práctica para prepararse ante la muerte (yIV)



Día tercero.
En este último día oiremos misa, y después tendremos una meditación de una hora o de media hora, sobre la muerte.

Procuraremos visitar a uno o más pobres enfermos, o bien a un hopital, llevando socorros según nuestras facultades, y por supuesto consuelos y consejos cristianos.

Sin embargo, si esto no es posible, convendría en la propia morada o donde podamos, repartir limosna a cierto número de indigentes.

Por la noche, después de nuestras oraciones de costumbre, realizaremos la Práctica de Oración que encontraremos al final de estas líneas.


20.1.24

Práctica para prepararse ante la muerte (III)



Día segundo.
Cual si fuera la última vez, confesaremos, comulgaremos, oiremos misa (no omitiendo nunca nuestras oraciones de costumbre, pero aplicándolas por nuestra propia alma).

Después, visitaremos a nuestro Señor sacramentado. En donde se halle el Jubileo de las Cuarenta Horas, y en dicha santa visita en cualquier caso, dirigiremos al Redentor la Oración de la Preparación que se encuentra al final de este texto, después de adorarle.

Por último, dedicaremos también otra hora, o media, a la oración mental, que en este día podrá centrarse sobre los beneficios de Dios.


19.1.24

Práctica para prepararse ante la muerte (II)



Día primero.
Apenas abramos los ojos, imaginemos escuchar la sentencia que nos condena a la muerte, y reconociéndola justa, dispongamos el corazón para sufrirla resignados.

Puestos enseguida de rodillas, invocaremos a la Santísima Virgen del Carmen, al ángel de la Guarda, y al glorioso Patriarca San José, a quien los fieles veneran como especial abogado para alcanzar una buena muerte, rogándoles con todo lo íntimo del corazón que nos asistan y amparen.


18.1.24

Práctica para prepararse ante la muerte (I)



Preámbulo.
Sabemos que hemos de morir, pero ignoramos de qué enfermedad, o por qué accidente, en qué año ocurrirá, qué mes, qué día, en qué lugar, entre qué clase de personas, en qué disposiciones personales nos encontraremos...

Todo es incierto menos la muerte.

Cada año que vemos comenzar puede ser el que nos traiga el fin de nuestra vida, y es indudable que, uno de ellos, tiene forzosamente que traérnoslo.

Muy conveniente será, por tanto, que ya que no lo hagamos con la frecuencia con que suelen practicarlo las personas más devotas, por lo menos al principio de cada año dediquemos siquiera tres días a recordar el infalible término que se nos viene acercando, y adelantemos algunas obras buenas -que es harto dudoso tengamos el tiempo y el ánimo de hacerlas debidamente en el trance angustioso de la muerte-.

Con tal objeto proponemos a todos nuestros seguidores y oradores el siguiente ejercicio por tres días, que deben elegirse, si es posible, entre los días del primer mes del año.




| practicapreparacionmuerte |



17.1.24

Canto de un corazón que se eleva en agradecimiento a Dios nuestro Padre



¿No es delirio, Señor?, Tú, el absoluto en belleza, poder, inteligencia;
Tú, de quien es la perfección esencia
y la felicidad santo atributo;

Tú, a mí -que nazco y muero como el bruto-,
Tú, a mí -que el mal recibo por herencia-,
Tú, a mí -precario ser, cuya impotencia sólo estéril dolor tiene por fruto...-.

¿Tú me buscas, ¡oh Dios!, Tú, el amor amío
te dignas aceptar como victoria
ganada por tu amor a mi albedrío?

¡Si!, ¡no es delirio que a la humilde escoria
digno es de tu infinito poderío
hacer capaz de acrecentar tu gloria!