Desprecio de los bienes mundanos

28.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (165)



5. Y por más escrúpulos que nos lleguen pensando que se pierde tiempo y que sería bueno hacer otra cosa, pues en la oración no puede hacer ni pensar nada, súfrase y estése uno sosegado, como que no va allí más que a estarse a su placer y anchura de espíritu porque, si de suyo quiere uno obrar algo con las potencias interiores, será estorbar y perder los bienes que Dios por medio de aquella paz y recogimiento del alma está asentando e imprimiendo en ella. Esto bien así es como si algún pintor estuviera pintando o retocando un rostro, que si el rostro se moviese tratando de hacer algo (cambiando ángulos de luz y formas), no dejaría hacer nada al pintor, y perturbaría lo que estaba haciendo. Y por lo tanto, cuando el alma se quiere estar en paz y sosiego interior, cualquier acción o afición o advertencia que ella quiera entonces tener la distraerá y trastocará y le hará sentir la sequedad y vacío del sentido porque, cuanto más pretendiere tener alguna experiencia de afecto y noticia, tanto más sentirá la falta de ello, dado que estas experiencias no pueden ser ya suplidas por aquella vía sensitiva.

6. De donde a esta tal alma le conviene no hacer aquí caso que se le pierdan las operaciones de las potencias, antes ha de gustar que se le pierdan presto porque, no estorbando la operación de la contemplación infusa (nota del actualizador: es decir, que el Señor le va infundiendo) que va Dios dando, con más abundancia pacífica la reciba, y dé lugar a que arda y se encienda en el espíritu el amor que esta oscura y secreta contemplación trae consigo y adhiere en el alma. Porque contemplación no es otra cosa que infusión secreta, pacífica y amorosa de Dios que, si la dan lugar, inflama al alma en espíritu de amor, según ella da a entender en el verso siguiente, el cual es a saber.


"Con ansias en amores inflamada".


CAPÍTULO 11
Se explican los tres versos de la estrofa.


1. La cual inflamación de amor, aunque comúnmente a los inicios no se siente, por no haber llegado o comenzado a emprenderse por la impureza del ser natural, o por no darle un lugar pacífico en sí el alma por no entenderse, como hemos dicho (aunque, a veces, sin eso y con eso comienza luego a sentirse alguna ansia de Dios), cuanto más se adentra la persona en esta inflamación de amor más se va viendo el alma aficionada e inflamada en amor de Dios, sin saber ni entender cómo y de dónde le surge el tal amor y afición, sino que ve crecer tanto en sí a veces esta llama e inflamación que con ansias de amor desea a Dios, según David estando en esta noche lo dice de sí por estas palabras (Sal. 72, 21-22): "Porque se inflamó mi corazón", es a saber en amor de contemplación, "también mis renes se mudaron", esto es, mis apetitos de afecciones sensitivas se mudaron, o sea, de la vida sensitiva a la espiritual, que es la sequedad y cese en todos ellos que vamos explicando. "Y yo", -dice-, "fui resuelto en nada y aniquilado, y no supe" porque, como hemos dicho, sin saber el alma por dónde va, se ve aniquilada acerca de todas las cosas de arriba y de abajo que solía gustar, y sólo se ve enamorada sin saber cómo y por qué. Y, dado que a veces crece mucho la inflamación de amor en el espíritu, son las ansias por Dios tan grandes en el alma que parece se le secan los huesos en esta sed, y se marchita el natural, y se deshace su calor y fuerza corporal por la viveza de la sed de amor, porque siente el alma que es viva esta sed de amor. La cual también David (Sal. 41, 3) tenía y sentía, cuando dijo: "Mi alma tuvo sed de Dios vivo", que es tanto como decir: "Muy vívida fue la sed que tuvo mi alma". Dicha sed, por ser viva, podemos decir que mata de sed. Pero es de notar que la vehemencia de esta sed no es continua, sino algunas veces, aunque de ordinario suele sentirse alguna sed.

2. Pero se debe advertir que, como aquí comencé a decir, al principio comúnmente no se siente este amor, sino la sequedad y vacío que vamos diciendo y entonces, en lugar de este amor que después se va encendiendo, lo que trae el alma en medio de aquellas sequedades y vacíos de las potencias es un ordinario cuidado y solicitud de Dios, con pena y recelo de que no le sirve [el santo aclara aquí la relación existente entre la purificación del sentido y del espíritu. El primero necesita una acomodación o dependencia respecto del segundo, como éste de Dios. Es necesario reconstruir la armonía natural destruida por el pecado original], o que uno es para Dios un poco agradable sacrificio viéndose andar el espíritu contrito y solícito por su amor (Sal. 50, 19). Esta solicitud y cuidado pone en el alma aquella secreta contemplación hasta que, por tiempo habiendo purgado algo el sentido, esto es, la parte sensitiva, de las fuerzas y aficiones naturales por medio de las sequedades que en ella inculca esta acción, ya va encendiéndose en el espíritu este amor divino. Pero entretanto, en fin, como el que está puesto en cura, todo es padecer en esta oscura y seca purgación del apetito, curándose de muchas imperfecciones e imponiéndose en muchas virtudes para hacerse capaz del dicho amor, como ahora se dirá sobre el verso siguiente:


"¡Oh dichosa ventura!".


3. Que por cuanto pone Dios el alma en esta noche sensitiva a fin de purgar el sentido de la parte inferior y acomodarle, sujetarle y unirle con el espíritu, oscureciéndole y haciéndole cesar respecto de los discursos, como también después lo hace, al fin de purificar el espíritu para unirlo con Dios (como después se abordará), le pone en la noche espiritual donde gana el alma -aunque a ella no se lo parezca- tantos provechos, que tiene por dichosa ventura haber salido del lazo y atadura del sentido de la parte inferior por esta mencionada noche. Dice el presente verso: "¡oh dichosa ventura!", acerca de tal ventura nos conviene aquí notar los provechos que halla en esta noche el alma, por causa de los cuales tiene por buena ventura pasar por ella. Todos estos provechos encierra el alma en el siguiente verso:


"Salí sin ser notada".


4. Esta "salida" se entiende de la sujeción que tenía el alma con la parte sensitiva en buscar a Dios por operaciones tan débiles, tan limitadas y tan ocasionadas como las de esta parte inferior son, puesto que a cada paso tropezaba con mil imperfecciones e ignorancias, como hemos notado líneas arriba en los siete vicios capitales, de todos los cuales se libra, apagándole esta noche todos los gustos de superiores e inferiores, y oscureciéndole todos los discursos, así como haciéndole otros innumerables bienes en la ganancia de las virtudes, como ahora diremos. Esto será logro gustoso y de gran consuelo para quien por aquí camina, viendo cómo cosa que tan áspera y adversa parece al alma y tan contraria al gusto espiritual como es esta noche obra tantos bienes en ella.

Los cuales, como decimos, se consigue en salir el alma según la afección y operación, por medio de esta noche, de todas las cosas creadas, y caminar con rumbo a las eternas, que es grande dicha y ventura. Por una parte, debido a que es un gran bien el apagar el apetito y afección acerca de todas las cosas mundanas, y por la otra por ser muy pocos los que sufren y perseveran en entrar por esta puerta angosta y por el camino estrecho que guía a la vida, como dice nuestro Salvador (Mt. 7, 14). Porque la angosta puerta es esta noche del sentido, del dicho sentido (nota del actualizador: sentido desde el punto de vista de los placeres, sensaciones y apetencias corporales y mundanas) se despoja y desnuda el alma para entrar en ella, juntándose en fe, que es ajena de todo sentido (nota del actualizador: es decir, de toda experiencia física y material), para caminar después por el camino estrecho, que es la otra noche de espíritu, en que después entra el alma para caminar a Dios en pura fe, que es el medio por donde el alma se une con Dios. Por este mencionado camino, al ser tan estrecho, oscuro y terrible (que no hay comparación de esta noche de sentido a la oscuridad y trabajos de la noche del espíritu, como explicaremos enseguida), son muchos menos los que caminan por él, pero son sus provechos sin comparación mucho mayores que los de la del sentido [la prioridad de la noche del sentido es sólo relativa y parcial; no es completa hasta que no se verifica también la oscura del espíritu]. De los provechos de la noche del sentido comenzaremos ahora a decir algo, con la brevedad que se pudiere, con el fin de pasar luego a la otra noche.


27.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (164)



CAPÍTULO 10
Se muestra el modo en el que se han de disponer los que transitan por el camino de esta noche y purgación sensitiva.


1. En el tiempo, pues, de las sequedades de esta noche sensitiva (en la cual hace Dios la transformacion de la que hemos tratado líneas arriba), sacando Dios al alma de la vida del sentido a la del espíritu que es de la meditación a contemplación, donde ya no hay poder obrar ni discurrir en las cosas de Dios el alma con sus potencias, como también explicamos, es en ese tiempo, decimos, en el que padecen los espirituales grandes penas, no tanto por las sequedades que sufren como por el recelo que tienen de que van perdidos en el camino, pensando que se les ha acabo el bien espiritual y que los ha dejado Dios, pues no hallan apoyo ni gusto en cosa buena. Entonces se fatigan y procuran, como lo han hecho por costumbre, acercar con algún gusto las potencias a algún objeto de discurso, pensando ellos que, cuando no hacen esto y se sienten obrar, no se hace nada. Esta forma de actuar no se lleva a cabo sin harta desgana y repugnancia interior del alma, que gustaba de estarse en aquella quietud y ocio, sin obrar con las potencias. En lo cual, agobiándose en lo uno, no aprovechan en lo otro. Y es que, por buscar espíritu, pierden el espíritu que tenían de tranquilidad y de paz. Y así son semejantes al que deja lo hecho para volverlo a hacer, o al que se sale de la ciudad para volver a entrar en ella, o al que deja la presa que tiene ya cazada para volver a andar a la caza. Y esto en esta parte de su progreso hacia la perfecta contemplación es excusado, porque no hallará nada ya por aquel primer estilo de proceder, como queda dicho.

2. Estos, en este tiempo, si no hay quien los entienda ni los asesore, vuelven atrás, dejando el camino, aflojando o, a lo menos, se dificultan a sí mismos el ir adelante, por las muchas diligencias que ponen de ir por el camino de meditación y discurso, fatigando y trabajando demasiadamente el ser natural, imaginando que se quedan así por su negligencia o pecados. Lo cual les es excusado y es comprensible porque los lleva ya Dios por otro camino, que es de la contemplación, muy diferente del primero dado que el uno es de meditación y discurso, y el otro no es a cuenta de la imaginación ni del discurrir.

3. Los que de esta manera se encuentren les conviene que se consuelen perseverando con paciencia, no teniendo pena, y confiando en Dios, que no deja a los que con sencillo y recto corazón le buscan, ni los dejará de dar lo necesario para el camino hasta llevarlos a la clara y pura luz de amor, que les dará por medio de la noche oscura del espíritu (si merecen que Dios los ponga en ella).

4. El estilo que han de tener en ésta noche del sentido es que no dediquen nada de esfuerzos por el discurso y meditación, pues ya no es tiempo de eso, sino que dejen estar el alma en sosiego y quietud, aunque les parezca claro que no hacen nada y que pierden tiempo, y aunque les parezca que por su debilidad no tienen ganas de pensar nada en ese estado, que sin embargo harán mucho con tener paciencia en perseverar en la oración sin hacer ellos nada. Sólo lo que aquí han de hacer es dejar el alma libre, desprendida y descansada de todas las noticias y pensamientos que les vengan, no teniendo cuidado allí de qué pensarán ni qué meditarán, contentándose sólo con una advertencia (nota del actualizador: "advertencia", es decir, estar en la presencia o bajo la mirada, sin más) amorosa y sosegada en Dios, y estar sin cuidado, sin esmerarse en lograr eficacia, y sin empeño o ahínco por gustar al Señor o de sentirle, ya que todas estas pretensiones desconcentran y distraen el alma de la sosegada quietud y ocio suave de contemplación que aquí se da.


26.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (163)



5. Porque éstos que comienza Dios a llevar por estas soledades del desierto son semejantes a los hijos de Israel, que luego que en el desierto les comenzó Dios a dar el manjar del cielo, que de suyo tenía todos los sabores y, como allí dice (Sab. 16, 20-21), se convertía al sabor que cada uno quería, con todo sentían más la falta de los gustos y sabores de las carnes y cebollas que comían antes en Egipto, por haber tenido el paladar hecho y acostumbrado a ellas, que la dulzura delicada del maná angélico, y lloraban y gemían por las carnes teniendo ante sí los manjares del cielo (Núm. 11, 4-6). Que a tanto llega la bajeza de nuestro apetito, que nos hace añorar nuestras miserias y entorpecer el bien incomunicable del cielo.

6. Pero, como digo, cuando estas sequedades provienen de la vida purgativa del apetito sensible, aunque el espíritu no siente al principio el sabor por las causas que acabamos de decir, siente la fortaleza y brío para obrar en la sustancia que le da el manjar interior, dicho manjar es el principio de la oscura y seca contemplación para el sentido. Esta contemplación, que es oculta y secreta hasta para la misma persona que la tiene, ordinariamente, junto con la sequedad y vacío que hace al sentido, da al alma inclinación y deseos de estarse a solas y en quietud, sin poder pensar en cosa particular ni tener ganas de pensarla.

Y entonces, si a los que esto ocurre se supiesen sosegar, descuidando de esforzarse en cualquier obra interior y exterior, sin solicitud de hacer nada en este estado, comenzarán entonces a sentir delicadamente aquella refección interior en este descuido y ocio. Dicha renovación es tan delicada que, ordinariamente, si tiene gana o cuidado en sentirla no la siente porque, como digo, ella obra en el mayor apaciguamiento y descuido del alma. Viene a ser como el aire que, en queriendo cerrarlo con el puño, se sale.

7. Y a este propósito podemos entender lo que a la Esposa dijo el Esposo en los Cantares (6, 4): "Aparta tus ojos de mí, porque ellos me hacen volar" (nota del actualizador: es decir, "huir"), porque de tal manera pone Dios al alma en este estado y en tan diferente camino la lleva que, si ella quiere obrar con sus potencias, deseos y fuerzas, antes estorba la obra que Dios en ella va haciendo, en lugar de ayudar, lo cual en los estados anteriores era muy al revés (nota del actualizador: en estados previos se requería la participación de la persona; ahora es dejarse llevar o, más bien, guiar). La causa es porque ya en este estado de contemplación, que es cuando sale del discurso y entra en el estado de aprovechamiento o de iniciados, Dios es el que obra en el ánima, porque por eso le ata las potencias interiores, no dejándole inclinación hacia el entendimiento, ni sabor en la voluntad, ni discurso o discurrir en la memoria. Porque, en este tiempo, lo que de suyo puede obrar el alma no sirve sino, como hemos dicho, para entorpecer la paz interior y la obra que en aquella sequedad del sentido hace Dios en el espíritu. Dicha sequedad, como es de naturaleza espiritual y delicada, hace obra quieta, delicada, solitaria, satisfactoria y pacífica, muy ajena de todos esos otros gustos primeros, que eran muy palpables y sensibles, porque es la paz ésta que dice David (Sal. 84, 9), en la que habla Dios en el alma para hacerla espiritual. Y de aquí pasamos a la tercera señal.

8. La tercera señal que hay para que se conozca que uno se encuentra en esta purgación del sentido es el no poder ya meditar ni discurrir mediante el sentido de la imaginación, como solía hacerse antes, por más que uno ponga de su parte. Porque, como aquí comienza Dios a comunicarse, no ya por el sentido, como antes hacía por medio del discurso que componía y dividía las noticias y comunicaciones, sino por el espíritu puro, en que no cabe discurso sucesivamente, comunicándosele con actos de sencilla contemplación no alcanzan ni llegan los sentidos de la parte inferior, exteriores ni interiores. De aquí procede que la imaginativa y fantasía no puedan hacer acompañamiento en consideración alguna ni hallar en ella pie ya de ahí en adelante [nota: esta nueva perspectiva de la contemplación sustituye a la meditación discursiva y produce una situación nueva en el alma al modificarse el mecanismo de su actuación habitual].

9. En esta tercera señal se ha de recordar que esta turbación de las potencias y del gusto de ellas no proviene de algún mal psicológico porque, cuando de aquí nace, en acabando aquel estado de ánimo (porque nunca permanece en un ser), luego con algún cuidado que ponga el alma vuelve a poder lo que antes podía, y hallan sus apoyos las potencias, lo cual en la purgación del apetito no es así porque, en comenzando a entrar en esta purgación, siempre va delante el no poder discurrir con las potencias. Cierto es que, aunque es verdad que en los inicios, en algunas personas a veces no entra con tanta continuación que algunas veces dejen de llevar sus gustos y discursos sensibles, esto es debido a que por su flaqueza no convendría destetarlos de un golpe, sin embargo con todo van siempre entrando más en la purgación y apagando y quebrando su relación con la obra sensitiva, si es que siguen progresando. Porque los que no van por camino de contemplación muy diferente modo llevan, puesto que esta noche de sequedades no suele ser en ellos continua en el sentido, y así ocurre que algunas veces las tienen, otras veces no, y aunque algunas no pueden discurrir, otras pueden. El motivo de ello es que a estas personas sólo les introduce Dios en esta noche con el fin de poder ejercitarlos y humillarlos, así como reformarles el apetito tratando de que no vayan criando golosina viciosa en las cosas espirituales, y no para llevarlos a la vida del espíritu en toda su profundidad, que es la contemplación (porque no todos los que se ejercitan de propósito y de veras en el camino del espíritu les lleva Dios a contemplación, ni aún siquiera la mitad de los que tratan de hacerlo; el por qué esto es así, Dios lo sabe) -[dentro de la vía contemplativa hay diferencias de grados y formas, y la vocación divina de cada uno tiene su correspondencia con la gracia que a cada uno se le concede y a la capacidad que se le ha dado]. Por ello a esas personas nunca les acaba de hecho de separar el sentido de las prácticas que incluyen las consideraciones y discursos, sino algunos ratos a temporadas llegan a cierto grado de contemplación -pero no de forma habitual, como ya hemos dicho-.


25.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (162)



CAPÍTULO 9
Se muestran las señales en que se conocerá que el espiritual va por el camino de esta noche y purgación sensitiva.


1. Pero, debido a que estas sequedades podrían proceder muchas veces no de la dicha noche y purgación del apetito sensitivo, sino de pecados e imperfecciones o de flojedad y tibieza, o de alguna enfermedad o indisposición corporal, pondré aquí algunas señales en las cuales se podrá conocer si proceden de dicha purgación, o si nace de alguno de los mencionados vicios o afecciones. Para lo cual hallo que hay tres señales principales.

2. La primera es si, así como no encuentra uno gusto ni consuelo en las cosas de Dios, tampoco lo halla en alguna de las cosas creadas. Porque, como pone Dios al alma en esta oscura noche a fin de enjugarle y purgarle el apetito sensitivo, en ninguna cosa le deja engolosinar ni hallar sabor. Y en esto se conoce con mucha probabilidad que esta sequedad y sinsabor no proviene ni de pecados ni de imperfecciones nuevamente cometidas ya que, si esto fuese así, se sentiría en el ser natural alguna inclinación o gana de gustar de otra alguna cosa que de las de Dios. Tengamos en cuenta que cuando quiera que se relaja el apetito en alguna imperfección, luego nos sentimos inclinados hacia ella, poco o mucho, según el gusto y afición que hacia ella se haya aplicado.

Pero, porque este no gustar ni de cosa de arriba ni de abajo podría provenir de alguna indisposición o depresión o tristeza melancólica, lo cual muchas veces no deja hallar gusto en nada, es menester la segunda señal y condición para descubrirlo.

3. La segunda señal para que se demuestra encontrarnos en la mencionada purgación es que ordinariamente nos viene a la memoria el recuerdo de Dios con solicitud y cuidado penoso, pensando que no servimos bien a Dios, sino que antes se vuelve uno atrás, como se muestra en esa forma de sinsabor respecto a las cosas de Dios. Y en esto se ve que este sinsabor y sequedad no sale de flojedad y tibieza, porque la razón -es decir, las consecuencias- de la tibieza es no rememorar mucho ni tener solicitud y ansias interiores por las cosas de Dios.

Por todo ello fijémonos que entre la sequedad y tibieza hay mucha diferencia, porque la que es tibieza tiene mucha flojedad y desgana en la voluntad y en el ánimo, sin solicitud ni anhelo de servir a Dios, mientras que la que sólo es sequedad purgativa tiene consigo ordinaria solicitud y ansia de Dios con cuidado, lástima y pena, como digo, al pensar que no sirve a Dios. Y ésta, aunque algunas veces sea ayudada de la melancolía, tristeza u otro tipo humor o desánimo, como muchas veces lo es, no por eso deja de hacer su efecto purgativo del apetito, pues de todo gusto está privado, y sólo su cuidado pone en Dios. Sin embargo cuando es puro humor y desánimo sólo se va en disgusto y apatía del ser natural -el corporal-, sin estos deseos de servir a Dios que tiene sin embargo la sequedad purgativa, con la cual aunque la parte sensitiva está muy caída, floja y débil para obrar por el poco gusto que halla, el espíritu, empero, está pronto y fuerte.

4. La razón la encontramos en que la causa de esta sequedad es porque muda Dios los bienes y las fuerzas del sentido al espíritu, de los cuales, por no ser capaz el sentido con su fuerza natural, se queda ayuno, seco y vacío. Porque la parte sensitiva no tiene habilidad para lo que es puro espíritu y así, gustando el espíritu se deshace la carne y se debilita para actuar. Mas el espíritu, que va recibiendo el manjar, anda fuerte y más alerto y solícito que antes en el cuidado de no faltar a Dios. Esa parte espiritual, si no siente a continuación o al principio el sabor y deleite también de forma espiritual, sino al contrario siente la sequedad y el sinsabor, es por la novedad del cambio ya que, habiendo tenido el paladar hecho a los otros gustos sensibles (y todavía tiene los ojos puestos en ellos), y debido a que también el paladar espiritual no está acomodado ni purgado para tan sutil, nuevo y elevado gusto, hasta que sucesivamente se vaya disponiendo por medio de esta seca y oscura noche no puede sentir y saborear el gusto y el bien espiritual, sino al contrario, la sequedad y sinsabor -puesto que no está preparado aún para lo otro-, al faltarle el gusto inicial de los principiantes que antes con tanta facilidad lograba.


24.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (161)



5. Hasta aquí baste el referirse a estas imperfecciones de entre las muchas en que viven los de este primer estado de principiantes, para que se vea cuánta es la necesidad que tienen de que Dios los ponga en estado de aprovechados, que se hace adentrándolos en la noche oscura que a continuación abordaremos donde, destetándolos Dios de los pechos de estos gustos y sabores en puras sequedades y tinieblas interiores, les quita todas estas impertinencias y niñerías, y hace ganar las virtudes por medios muy diferentes. Porque, por más que en mortificarse por sí mismo en todas sus acciones y pasiones el principiante se ejercite, nunca del todo, ni con mucho, puede llegar a estados avanzados hasta que Dios lo haga pasivamente por medio de la purgación de la dicha noche. En la cual para hablar algo que sea en provecho divino, sea Dios servido darme su divina luz, porque es bien menester en noche tan oscura y materia tan dificultosa para ser comentada y explicada. Es, pues, el verso:


En una noche oscura.


CAPÍTULO 8
Se explica y se aclara el primer verso de la primera poesía, comenzando a explicar esta noche oscura


1. Esta noche, que decimos ser la contemplación, dos maneras de tinieblas causa en los espirituales o purgaciones, según las dos partes del hombre, conviene a saber: sensitiva y espiritual.

Y así, la una noche o purgación será sensitiva, en la cual se purga el alma según el sentido, acomodándolo al espíritu; y la otra es noche o purgación espiritual, en la cual se purga y desnuda el alma según el espíritu, acomodándole y disponiéndole para la unión de amor con Dios. La sensitiva es común y muchos alcanzan, y de este tipo son los principiantes, de la cual trataremos primero. A la noche espiritual llegan muy pocos, siendo estos ya los ejercitados y aprovechados, de los que trataremos más adelante.

2. La primera purgación o noche es amarga y terrible para el sentido, como ahora diremos. La segunda no tiene comparación, porque es horrenda y espantosa para el espíritu, como luego también diremos. Y porque en orden es primero y acontece primero la sensitiva, de ella con brevedad diremos alguna cosa primero, porque de ella, como es más común, se hallan más cosas escritas, para así luego tratar más a fondo sobre la noche espiritual, por ser esta de muy poco lenguaje, ya que apenas hay ni literatura ni conferencias que la traten en profundidad, y hasta hay muy poco aún de experiencia.

3. Pues, como el estilo que llevan los principiantes en el camino de Dios es bajo y que se amolda mucho con su propio amor y gusto, como en líneas arriba ya explicamos, quiere Dios llevarlos adelante y sacarlos de este bajo modo de amor hacia el más alto grado de amor de Dios y librarlos de este bajo ejercicio del sentido y discurso, con que tan tasadamente y con tantos inconvenientes, como hemos comentado también, andan este tipo de personas buscando a Dios, y también para ponerlos en el ejercicio de espíritu, en que más abundantemente y más libres de imperfecciones pueden comunicarse con Dios. Estas personas, puesto que ya se han ejercitado algún tiempo en el camino de la virtud, perseverando en meditación y oración y por lo tanto gracias a ello con el sabor y gusto que allí han hallado se han desprendido de muchas de las cosas del mundo y cobrado algunas espirituales fuerzas en Dios; gracias también a lo cual tienen algo refrenados los apetitos de las criaturas. Por ello podrán sufrir por Dios un poco de carga y sequedad sin volver atrás. Al tiempo adecuado, y cuando más a sabor y gusto andan en estos ejercicios espirituales y cuando más claro -a su parecer- les luce el sol de los divinos favores, les oscurece Dios toda esta luz y les cierra la puerta y manantial de la dulce agua espiritual que andaban gustando en Dios todas las veces y todo el tiempo que ellos querían. Y puesto que, como eran débiles y tiernos, no había puerta cerrada para éstos, como dice san Juan en el Apocalipsis (3, 8). Y así, los deja tan a oscuras que no saben dónde ir con el sentido de la imaginación y el discurrir, porque no pueden dar un paso en meditar como antes solían, anegado ya el sentido interior en estas noches, y los deja el Señor tan a secas que no sólo no hallan fruto y gusto en las cosas espirituales y buenos ejercicios en que solían ellos hallar sus deleites y gustos, mas, en lugar de esto, hallan por el contrario sinsabor y amargura en las mencionadas prácticas. Esto ocurre porque, como he dicho, sintiéndolos ya Dios aquí algo fortalecidos, para que se fortalezcan más y salgan de la cuna los separa del dulce pecho y, soltándolos de sus brazos, los fuerza a andar por sus propios pies para que se acostumbren a caminar. Ante esto sienten ellos gran novedad y sorpresa porque se les ha vuelto todo al revés.

4. Esto a la gente recogida comúnmente ocurre más en breve tiempo tras comenzar, al contrario que a los demás, por cuanto los que no están acostumbrados al recogimiento y la meditación están más predispuestos a caer ante las ocasiones para volver atrás y reanudar más rápidamente los apetitos de las cosas del siglo que habían abandonado, siendo esto, el abandonar los apetitos sensitivos y el ser mundano, lo que se requiere para comenzar a entrar en esta dichosa noche del sentido. Ordinariamente no pasa mucho tiempo, después que comienzan, en entrar en esta noche del sentido. Y la mayoría que entran en ella se les verá adentrarse en este tipo de sequedades.

5. De esta forma de purgación sensitiva, por ser algo tan común, podríamos traer aquí gran número de personalidades de la Escritura divina, donde a cada paso, particularmente en los Salmos y en los Profetas, se hallan muchas. Por tanto, no quiero en esto gastar tiempo, porque el que en la Sagrada Escritura no las supiera encontrar le bastará la común experiencia que de esta purgación sensitiva por lo general ya se tiene.