Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

2.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (18)



4. De manera que todo el ser de las criaturas, comparado con el infinito ser de Dios, nada es. Y, por tanto, el alma que pone su afición sobre una criatura, delante de Dios tambien es nada, y menos que nada porque, como hemos dicho, el amor hace igualdad y semejanza entre los amantes, y aún pone más bajo al que ama. Y, por tanto, de ninguna manera podrá esta alma unirse con el infinito ser de Dios, porque lo que no es no puede avenirse con lo que es.

Veamos algunos ejemplos en particular:

- Toda la hermosura de las criaturas, comparada con la infinita hermosura de Dios, es suma fealdad, según Salomón en los Proverbios (31, 30) dice: "Engañosa es la belleza y vana la hermosura". Y así, el alma que está aficionada a la hermosura de cualquiera criatura, delante de Dios se vuelve sumamente fea y, por tanto, no podrá esta alma fea transformarse en la hermosura que es Dios, porque la fealdad no alcanza a la hermosura.

- Y toda la gracia y donaire de las criaturas, comparada con la gracia de Dios, es suma desgracia y sumo desagrado y, por eso, el alma que se prenda de las gracias y donaire de las criaturas es sumamente desgraciada y desfavorecida delante de los ojos de Dios. Por lo tanto no puede ser capaz de la infinita gracia de Dios y de su belleza, porque lo desgraciado dista grandemente de lo que es infinitamente hermoso y colmado de gracia.

- Y toda la bondad de las criaturas del mundo, comparada con la infinita bondad de Dios, se puede llamar malicia. Porque nada hay bueno sino solo Dios (Lc. 18, 19); y por tanto, el alma que pone su corazón en los bienes del mundo, es sumamente malévola delante de Dios. Y así como la malicia no cohabita ni se entiende con la bondad, así esta tal alma no podrá unirse con Dios, el cual es suma bondad.

- Y toda la sabiduría del mundo y habilidades humanas, comparada con la sabiduría infinita de Dios, es pura y suma ignorancia, según escribe san Pablo en Corintios (1 Cor. 3, 19), diciendo: "La sabiduría de este mundo, delante de Dios es locura".


1.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (17)



CAPÍTULO 4.
En este capítulo se trata sobre lo necesario que es para el alma pasar a través de esta noche oscura del sentido, donde se mortifica el apetito, para así poder caminar hacia la unión con Dios.

1. La razón de que le sea necesario al alma, para llegar a la divina unión de Dios, pasar esta noche oscura de mortificación de apetitos y negación de los gustos en todas las cosas, es porque todas las aficiones que tiene en las criaturas son delante de Dios puras tinieblas, de las cuales estando el alma vestida, no tiene capacidad para ser ilustrada y poseída de la pura y sencilla luz de Dios si primero no las desecha de sí, porque no pueden convivir la luz con las tinieblas. Como dice San Juan (1, 5): "Las tinieblas no pudieron recibir la luz".

2. La razón es porque dos contrarios, según nos enseña la filosofía, no pueden habitar en un sujeto. Y porque las tinieblas, que son las afecciones en las criaturas, y la luz, que es Dios, son contrarios y ninguna semejanza ni conveniencia tienen entre sí, según a los Corintios enseña san Pablo (2 Cor. 6, 14), donde dice: "¿Que conveniencia se podrá dar entre la luz y las tinieblas?"; de aquí es que en el alma no se puede asentar la luz de la divina unión si primero no se ahuyentan las afecciones en esa alma.

3. Para que probemos mejor lo dicho, es de saber que la afición y arraigo que el alma tiene a la criatura iguala a la misma alma con esa criatura, y cuanto mayor es la afición, tanto más la iguala y hace semejante, porque el amor hace semejanza entre lo que ama y es amado. Por eso dijo David (Sal. 113, 8), hablando de los que ponían su afición en los ídolos: "Sean semejantes a ellos los que ponen su corazón en ellos". Y así, el que ama una criatura, tan bajo se queda como aquella criatura y, en alguna manera, más bajo todavía, porque el amor no sólo iguala, sino que incluso sujeta al amante a lo que ama. Y de aquí se desprende que, por el mismo caso que el alma ama algo, se hace incapaz de la pura unión de Dios y su transformación; porque mucho menos es comparable la bajeza de la criatura de la alteza del Creador, que las mismas tinieblas lo son de la luz. Esto es así ya que todas las cosas de la tierra y del cielo, comparadas con Dios, nada son, como dice Jeremías (4, 23) por estas palabras: "Miré a la tierra y estaba vacía, y ella nada era; y a los cielos, y vi que no tenían luz". Diciendo que vio la tierra vacía da a entender que todas las criaturas que estaban en ella eran nada, y que la tierra era como nada también. Y diciendo que miró a los cielos y no vio luz en ellos, se refiere a que todas las lumbreras del cielo, comparadas con Dios, son puras tinieblas. De manera que todas las criaturas en esta manera nada son, y las aficiones que tenemos hacia ellas son impedimento y privación de la transformación en Dios; así como las tinieblas nada son y menos que nada, pues son privación de la luz. Por lo tanto, como no contiene la luz el que tiene tinieblas, así no podrá contener a Dios el alma que en criaturas pone su afición; de la cual hasta que se purgue -en este mundo, o en el otro a través del purgatorio-, ni aquí podrá poseer por transformación pura de amor, ni allá por clara visión. Y para aclarar más este aspecto ya hablaremos más concretamente sobre él.


30.9.22

Beata Catalina del Carmen Caldés Socías, (1899-1936). Religiosa y mártir



La beata Catalina del Carmen Caldés Socías nació el 9 de julio de 1899 en Sa Pobla, Mallorca. Estudió en el colegio de las franciscanas y, en 1930, vistió su hábito azul, profesando al año siguiente.

En Lloseta (Mallorca) enseñó las primeras letras a los párvulos y ayudó en las tareas domésticas. En julio de 1936 formaba parte de la comunidad del barrio del Coll, en Barcelona. Se encontraba atendiendo a un enfermo cuando en la calle se proferían amenazas y griteríos anticlericales.

El día 20, ella y Sor Miquela fueron arrestadas por los milicianos, llevándolas ante el comité del barrio. Allí sufrieron malos tratos y las peores vejaciones. En una carretera de las afueras las fusilaron el día 23 por la tarde. Sin embargo Sor Catalina sobrevivió, y durante la noche acudió a buscar refugio en casa de una conocida pero la señora, para no comprometerse, prefirió prestarle los primeros auxilios en el exterior de su vivienda. Luego hizo gestiones para que fuera hospitalizada, pero sin embargo los que la recogieron en lugar de prestarle ayuda se la llevaron para rematarla. Tenía 37 años de edad.

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (16)



3. La causa de esto es porque, como dicen los filósofos, el alma, luego que Dios la infunde en el cuerpo, está como una tabla rasa y lisa en que no está pintado nada; y si no es lo que por los sentidos va conociendo, de otra parte naturalmente no se le comunica nada. Y así, en tanto que está en el cuerpo, está como el que se encuentra en una cárcel oscura, el cual no sabe nada sino lo que alcanza a ver por la ventanita de dicha cárcel, y si por allí no viese nada, no vería por otra parte. Y así, el alma, si no es lo que mediante los sentidos se le comunica, que son las ventanas de su cárcel, por otra vía nada alcanzaría de forma natural.

4. De donde, si lo que puede recibir por los sentidos ella lo desecha y niega, bien podemos decir que se queda como a oscuras y vacía; pues, según parece por lo dicho, de forma natural no le puede entrar luz por otras lumbreras que las mencionadas. Porque, aunque es verdad que no puede dejar de oír, y ver, y oler, y gustar, y sentir, no le hace más influjo cuando está desprendida ni la aprisiona más al alma, si lo niega y lo desecha, que si no lo viese ni lo oyese, etc. Como también el que quiere cerrar los ojos quedará a oscuras, como el ciego, que no tiene el sentido de la vista. Y así, a propósito habla David (Sal. 87, 16), diciendo: "Yo soy pobre y en trabajos desde mi juventud". Se dice a sí mismo pobre, aunque está claro que era rico, porque no tenía en la riqueza su voluntad, y así era tanto como ser pobre realmente, pero sin embargo si fuese realmente pobre y en su voluntad no lo fuese, ambicionando riquezas, no sería verdaderamente pobre, pues el alma estaría como si fuera dominada por la riqueza y llena de su ambicioso apetito.
Y por eso llamamos esta desnudez "noche para el alma", porque no tratamos aquí del carecer físicamente de las cosas materiales o de los sentidos, porque eso no desnuda al alma si tiene apetito de ellas, sino de la desnudez espiritual, del desprenderse del gusto y apetito de lo material, que es lo que deja al alma libre y vacía de las cosas materiales, aunque las tenga. Porque no ocupan al alma las cosas de este mundo ni la dañan, pues no entra en ellas, sino la voluntad y apetito que hacia ellas moran en dicha alma.

5. Esta primera manera de noche, como después diremos, pertenece al alma según la parte sensitiva, que es una de las dos que líneas arriba mencionamos, por las cuales ha de pasar el alma para llegar a la unión.
Ahora digamos cuánto conviene al alma salir de su casa en esta noche oscura de sentido para dirigirse hacia la unión con Dios.


29.9.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (15)



CAPÍTULO 3.
Se comenta sobre la primera causa de esta noche, que es la de la privación del apetito en todas las cosas, y se explica la razón por la cual se le llama "noche".


1. Llamamos aquí "noche" a la privación del gusto en el apetito de todas las cosas; porque, así como la noche no es otra cosa sino privación de la luz y, por consiguiente, de todos los objetos que se pueden ver mediante la luz, por lo cual se queda la potencia visiva a oscuras y sin nada (o sea, la vista), así tambien se puede decir sobre la mortificación del apetito, que es como noche para el alma porque, privándose el alma del gusto del apetito en todas las cosas, es para ella quedarse como a oscuras y sin nada. Por lo tanto, así como la potencia visiva mediante la luz se ceba y alimenta de los objetos que se pueden ver y, apagada la luz, ya no se ven, así el alma mediante el apetito se alimenta y ceba de todas las cosas que según sus potencias se pueden gustar. Apagado este apetito o, por mejor decir, mortificado, deja el alma de alimentarse y engolinarse en el gusto de todas las cosas, y así se queda según ese deseo o apetito, a oscuras y sin nada.

2. Pongamos como ejemplo el de las potencias o sentidos físicos. Privando el alma su apetito en el gusto de todo lo que el sentido del oído puede deleitar, según esta potencia se queda el alma a oscuras y sin nada. Y privándose del gusto de todo lo que al sentido de la vista puede agradar, tambien según esta potencia se queda el alma a oscuras y sin nada. Y privándose del gusto de toda la suavidad de olores que por el sentido del olfato el alma puede gustar, sin esta potencia se queda a oscuras y sin nada. Y negando tambien el gusto de todos los manjares que pueden satisfacer al paladar, también se queda el alma a oscuras y sin nada. Y, finalmente, mortificándose el alma en todos los deleites y contentamientos que del sentido del tacto puede recibir (caricias, carantoñas, besos...), de la misma manera se queda el alma según esta potencia a oscuras y sin nada. De manera que el alma que hubiere negado y echado de sí el gusto de todas las cosas, mortificando el apetito que por ellas o hacia ellas tuviera, podremos decir que está como de noche, a oscuras, lo cual no es otra cosa sino un vacío en ella de todas esas potencias o, más bien, del efecto de las mismas sobre ella.