Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

30.9.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (16)



3. La causa de esto es porque, como dicen los filósofos, el alma, luego que Dios la infunde en el cuerpo, está como una tabla rasa y lisa en que no está pintado nada; y si no es lo que por los sentidos va conociendo, de otra parte naturalmente no se le comunica nada. Y así, en tanto que está en el cuerpo, está como el que se encuentra en una cárcel oscura, el cual no sabe nada sino lo que alcanza a ver por la ventanita de dicha cárcel, y si por allí no viese nada, no vería por otra parte. Y así, el alma, si no es lo que mediante los sentidos se le comunica, que son las ventanas de su cárcel, por otra vía nada alcanzaría de forma natural.

4. De donde, si lo que puede recibir por los sentidos ella lo desecha y niega, bien podemos decir que se queda como a oscuras y vacía; pues, según parece por lo dicho, de forma natural no le puede entrar luz por otras lumbreras que las mencionadas. Porque, aunque es verdad que no puede dejar de oír, y ver, y oler, y gustar, y sentir, no le hace más influjo cuando está desprendida ni la aprisiona más al alma, si lo niega y lo desecha, que si no lo viese ni lo oyese, etc. Como también el que quiere cerrar los ojos quedará a oscuras, como el ciego, que no tiene el sentido de la vista. Y así, a propósito habla David (Sal. 87, 16), diciendo: "Yo soy pobre y en trabajos desde mi juventud". Se dice a sí mismo pobre, aunque está claro que era rico, porque no tenía en la riqueza su voluntad, y así era tanto como ser pobre realmente, pero sin embargo si fuese realmente pobre y en su voluntad no lo fuese, ambicionando riquezas, no sería verdaderamente pobre, pues el alma estaría como si fuera dominada por la riqueza y llena de su ambicioso apetito.
Y por eso llamamos esta desnudez "noche para el alma", porque no tratamos aquí del carecer físicamente de las cosas materiales o de los sentidos, porque eso no desnuda al alma si tiene apetito de ellas, sino de la desnudez espiritual, del desprenderse del gusto y apetito de lo material, que es lo que deja al alma libre y vacía de las cosas materiales, aunque las tenga. Porque no ocupan al alma las cosas de este mundo ni la dañan, pues no entra en ellas, sino la voluntad y apetito que hacia ellas moran en dicha alma.

5. Esta primera manera de noche, como después diremos, pertenece al alma según la parte sensitiva, que es una de las dos que líneas arriba mencionamos, por las cuales ha de pasar el alma para llegar a la unión.
Ahora digamos cuánto conviene al alma salir de su casa en esta noche oscura de sentido para dirigirse hacia la unión con Dios.







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