Desprecio de los bienes mundanos

7.7.22

Novena a los Mártires Claretianos de Barbastro (I)



- Oración preparatoria:

Señor Dios nuestro, que has glorificado a los Mártires Claretianos de Barbastro, abre nuestro corazón a tu Palabra y concédenos, por su intercesión, la gracia de vivir gozosamente nuestra fe, entregados al servicio de los hermanos, para participar un día con ellos y con todos los santos en la gloria eterna.

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


- Día primero:

Simeón los bendijo y dijo a María, su Madre: "una espada te traspasará el alma". (Lc 2, 35).


¡Viva el Corazón Inmaculado de María! Mamá, no llores. Jesús me pide la sangre; por su amor la derramaré: seré mártir, me voy al cielo (S. Pigem). ¿Hay gloria mayor para una madre que poder decir que su hijo ha muerto por Dios y por la Virgen Inmaculada? No se entristezca por lo que nos puedan hacer, antes bien se alegre al ver a un hijo suyo perseguido por la causa de Dios. (A. Viela).

- Oración:
Mártires de Barbastro, que vivisteis la pasión de María y fuisteis confortados por ella,

rogad por nosotros.

- Oración final:
Dios, Padre nuestro, que nos has dado en los Mártires Claretianos de Barbastro un modelo de fidelidad a la causa de Jesús, de amor al Corazón de María y a la Iglesia, de lealtad a los hermanos y de perdón a los enemigos, concédenos, por su intercesión, la gracia de imitar su ejemplo y la que ahora especialmente te pedimos...

(pídase la gracia que se desee alcanzar en la novena)

...si ha de ser para gloria tuya y salvación nuestra.

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

6.7.22

La oración tronchada



La pastorcita aprendió
el Padrenuestro de niña.

Cuando la halló el ermitaño,
ya rezarlo no sabía,

que en diciendo "¡Padre!",
tantas ansias de amor le venían,

que las palabras que siguen
olvidadas las tenía.

Su oración se quedó en "¡Padre!",
pasar de ahí no sabía.

La oración así tronchada,
¡cómo a Dios le agradaría!


José María Pemán

5.7.22

Confianza en Dios e imitación de Cristo



Padre santo, infunde en nuestro corazón los mismos sentimientos de Jesucristo que llevaron a tu Hijo a nacer pobre en Belén, a vivir oculto en Nazaret, y a morir desnudo en el Calvario. Los mismos sentimientos que le impulsaron no a ser servido sino a servir, no a buscar los primeros puestos sino a ocupar los últimos lugares, no a dominar sino a lavar los pies de sus hermanos, no a figurar como los grandes de la tierra sino a ser la humildad hecha carne que habita entre nosotros.

Cura nuestro espíritu de la ambición desmedida y nuestros ojos de la altanería, para que sepamos verte como Padre, despojados de nosotros mismos y abiertos a tu misericordia. Para que puedas actuar en todo momento libremente en nosotros.

4.7.22

El respeto humano



Hijo, pon tu corazón fijamente en Dios, y no temas los juicios humanos cuando la conciencia no te acusa. Bueno es y dichoso padecer de esta suerte, y esto no es duro al corazón humilde, que confía más en Dios que en sí mismo.

Aunque san Pablo trabajó en contentar a todos en el Señor, y fue todo para todos, nada tuvo el ser juzgado del mundo. Mucho hizo por la salud y edificación de los otros, trabajando cuanto pudo y estaba de su parte; pero no se pudo librar de que le juzgasen y despreciasen algunas veces.

Por eso lo encomendó todo a Dios, que lo conoce todo, y con paciencia y humildad se defendía de las malas lenguas y de los que piensan vanidades y mentiras y las dicen como se les antoja.


Tomás de Kempis