¡Oh dulcísimo Corazón de Jesús! Venimos ante ti a consagrarte a todos nuestros niños, que están presentes, y a los niños de todos los padres y madres que están a tus pies.
Nosotros, pecadores, antes de acercarnos a ti mandamos delante de nosotros a los niños, para agradarte y hacerte propicio con el espectáculo de sus almas puras y de sus corazones inmaculados. Tú los amas y deseas que vayan a ti. Que vayan, Señor, y te abracen, y lleguen a tu Corazón, y nunca se separen de ti.
Te pedimos perdón de lo que tal vez algunos, sin saber, hayan faltado; pero mucho más sobre todo, de los que los escandalizan o educan mal, o siembran en ellos el vicio con sus malas conversaciones, palabras, malos espectáculos, y malos ejemplos.
Te rogamos los conserves en la fe y en la virtud; que des a sus padres y madres prudencia, voluntad y constancia para educarlos, que los libres de malos maestros, que no los perviertan las malas revistas, los malos espectáculos, los malos ejemplos, y las malas influencias y compañías. Que, llegada la juventud, sean constantees y no se dejen dominar de la soberbia, ni de la deshonestidad, ni de ningún otro vicio.
Atráelos, Señor, a tu Corazón más y más, según vayan creciendo en los años y mediante la frecuente comunión; consérvalos muy unidos a tu Corazón, para que te amen sobre todas las cosas en la infancia, pasen inmunes por el horno de la juventud, sean constantes en la madurez y en toda la vida, hasta morir en ti.
Corazón de Jesús, haz que los niños que están aquí y los que aquí tienen a sus padres, te amen más y más cada día. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
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