Salve, Madre Dolorosa,
de los mártires la primera rosa,
oye mi voz suplicante:
haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.
Por el dolor, oh María,
que del anciano con la profecía
se clavó en ti como una espada:
haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.
Por el dolor que sufriste
cuando a Egipto te fuiste para salvar al niño:
haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.
Por el dolor con que, triste,
a tu Jesús, que perdiste,
buscabas entre los amigos:
haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.
Por el dolor que te oprimió
cuando tu dulce Hijo salió
agobiado del peso de la cruz:
haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.
Por el dolor en tu corazón clavado
cuando viste a Jesús crucificado,
siendo víctima con él inmolada:
haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.
Por el dolor con que en tus brazos a Cristo,
descolgado de los lazos de la cruz,
recibiste:
haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.
Por el dolor con que sepultaste,
piadosa Madre,
y le dejaste en el sepulcro a tu Hijo:
haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.
Cristo, cuando de aquí yo tenga que salir,
por tu Madre concédeme llegar
y la palma de victoria recibir.
Amén.
(Oración aprobada por Benedicto XV para los cofrades de la Buena Muerte).
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario