Padrenuestro, Avemaría y Credo, todo ello rezado en voz baja.
Invitatorio:
Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.
- Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.
Venid, regocijémonos en el Señor, cantemos a Dios nuestro Salvador, corramos a su presencia dándole gracias y entonemos himnos a su gloria.
Al Rey, por quien todo vive, venid, adoremos.
Porque el Señor es el gran Dios, el gran Rey sobre todos los demás; el Señor no rechazará a su pueblo, porque en su mano tiene toda la extensión de la tierra, y ve las cumbres de los montes.
Venid, adorémosle.
Suyo es el mar, Él lo hizo; sus manos fundaron la tierra: venid, adorémosle, postrémonos ante Dios, lloremos ante el Señor que nos creó, porque Él es el Señor Dios nuestro, y nosotros somos su pueblo y las ovejas de sus prados.
Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.
Hoy, si oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones como el día en que le irritó el pueblo, tentándole en el desierto; tentándole y probándole, y eso que habían visto sus obras.
Venid, adorémosle.
Cuarenta años estuve junto a ese pueblo, y dije: estos siempre están descarriados de corazón, no conocen mis caminos; les juro en mi cólera que no entrarán en mi reposo.
Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.
Dadles, Señor, el descanso eterno, y la luz perpetua brille sobre ellos.
Venid, adorémosle.
Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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