Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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2.3.20

"Tarde te amé" (San Agustín de Hipona)


¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
Y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscada;
y, deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo,
pero yo no estaba contigo.
Me retenían lejos de ti
aquellas cosas que,
si no estuviesen en ti,
no existirían.

Me llamaste y clamaste,
y quebraste mi sordera;
brillaste y resplandeciste,
y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume,
y lo aspiré, y ahora te anhelo;
gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste,
y deseo con ansia la paz que procede de ti.

18.4.17

Sermón para Pascua de San Agustín


Me dirijo a vosotros, niños recién nacidos, párvulos en Cristo, nueva prole de la Iglesia, gracia del Padre, fecundidad de la Madre, retoño santo, muchedumbre renovada, flor de nuestro honor y fruto de nuestro trabajo, mi gozo y mi corona, todos los que perseveráis firmes en el Señor.

Me dirijo a vosotros con las palabras del Apóstol: Vestíos del Señor Jesucristo, y que el cuidado de vuestro cuerpo no fomente los malos deseos, para que os revistáis de la vida que se os ha comunicado en el sacramento. Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús.