Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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15.12.19

Villancicos carmelitas. Villancico III


Sonad, músicos orfeos,
sagrado estruendo alternad,
de Cristo a la Esposa
el cántico vuestro
repita alabanzas
al son de su afán.

Sonad, sonad, sonad,
a la que al carmelo
asciende a lograr
del Líbano excelso
la gloria inmortal.

Del Sarón frondoso
la pompa real:
con rico de gracias
inmenso caudal.

Sonad, sonad, sonad.

Veloz vuela sin trabas
al sagrado carmelo,
sirviendo su amor de alas
y de rizada nube, el sacro velo.

Vuela al centro, en que habita
en la región del fuego,
en quien la llama
siendo luz, nada es humo, y toda incendio.

En busca va de Elías,
y su carro de fuego,
para lograr en él
más alto, más veloz, dichoso vuelo.

Su blanco manto viste,
y su espíritu nuevo,
logrando así dichosa
duplicado feliz merecimiento.

Pues te miro, hermana, en el carmelo,
en el carro de Elías, o en su Cielo,
logra, logra dichosa,
la alta felicidad de ser Esposa
de aquel supremo Rey, que te eslavona
de rayos inmortales, la corona,
y en tan sublime honor y dicha tanta
armónica la voz, tu gloria canta.

Hermana dichosa, los Cielos te formen,
los Cielos te formen:
de hermosos luceros, Corona Real,
Corona Real,
el sol y la luna de rayos gloriosos,
de rayos gloriosos,
y el alto carmelo, de gloria inmortal,
de gloria inmortal.

Los Cielos te formen
Corona Real,
de rayos gloriosos
de gloria inmortal.

14.12.19

Villancicos carmelitas. Villancico II


De las playas de este mundo
para hallar puerto en el Cielo:
zarpará una Nave, pisando
del mar el altivo ceño.

Audaz Navecilla, que al golfo te fías,
surcando atrevida montes de cristal,
deja el golfo undoso
del mar proceloso
si no quieres necia, ser triunfo del mar.

Mira a la amena gustosa ribera,
donde, entre delicias, feliz lograrás,
entre blandas flores,
fragantes olores,
y cuanto de gusto se puede gozar.

Vuelve a la rivera,
que se eriza el mar,
y entre sus abismos
vas a naufragar.

Qué felizmente vuela, qué ligera,
bella Nave velera,
del amor conducida,
del timón de la Fe, favorecida,
del fervor animada
y de celestes auras inspirada.

Y en busca de tu bien, con veloz pluma,
los montes riza de soberbia espuma.

En vano serán
tras de los vientos,
marinos portentos,
que el Cielo promete
su seguridad.

Pues Nave, a quien, ciega,
felizmente guía la Fe,
en compañía del amor, no puede
ser presa del mar.

Pues feliz corres por el mar undoso,
despreciando su ceño temeroso,
vuela nave dichosa,
constante y victoriosa,
a la estación del puerto; pues en ella
tu fortuna tendrá dichosa estrella.

Tu vista eficaz
no pierdas del Norte,
la luz inmortal
que allí lograrás
en seguro puerto
la felicidad.

13.12.19

Villancicos carmelitas. Villancico I


El Señor:
Ha de la estación amena,
del delicioso Carmelo,
donde pace nevados candores,
entre azucenas,
el divino Cordero.

Ven del Líbano con tu pobreza
a ser lirio de este huerto,
que el candor de tu intacta pureza
objeto agradable será de mi afecto.

Mi voz te llama
con tierno afecto,
a ser mis amores
lisonja y dulce empleo.


El alma:
Jesús, amante dueño de mi vida,
pues tu amor me convida:
al honor sumo, de tu excelsa mano,
inclinando a lo vil, lo soberano.

Vuestra voz amorosa
sigue ya vuestra esposa,
y en cambio de tan alto beneficio
a vuestros pies, en grato sacrificio,
Divino dueño mío,
os consagro mi vida, y mi albedrío.

Ya no soy más mía,
toda soy de vos.
¡Dulce cautiverio!
¡Dichosa prisión!,
pues vuestros abrazos
son felices lazos
que prenden mi amor.


El Señor:
Aquí será tu retiro
mi Sagrado Corazón,
no pienses que es estrechez
lo que es anchura de un Dios.
Cual Fenix muriendo al mundo
lograrás vida mejor.
Que solo en mi vida vive
el que muere a su afición.


El alma:
A vos toda me ofrezco
aunque es ya mi posesión
el ofrecerme, adiós mundo,
adiós, pues me voy a a Dios.

¿Qué tengo en todo el círculo del Cielo?
¿Qué quiero en todo el ámbito del suelo?
Nada fuera de ti, mi dulce Esposo,
mi Jesús, mi Señor, mi Sol hermoso.

Ven, ven dulce dueño
ven al corazón,
vele tu esposa
tu blando sueño
con atención.


El Señor:
Ya voy, voy risueño,
voy a tu mansión,
donde gozoso
de fiel esposo
será el empeño
la posesión.