Sonad, músicos orfeos,
sagrado estruendo alternad,
de Cristo a la Esposa
el cántico vuestro
repita alabanzas
al son de su afán.
Sonad, sonad, sonad,
a la que al carmelo
asciende a lograr
del Líbano excelso
la gloria inmortal.
Del Sarón frondoso
la pompa real:
con rico de gracias
inmenso caudal.
Sonad, sonad, sonad.
Veloz vuela sin trabas
al sagrado carmelo,
sirviendo su amor de alas
y de rizada nube, el sacro velo.
Vuela al centro, en que habita
en la región del fuego,
en quien la llama
siendo luz, nada es humo, y toda incendio.
En busca va de Elías,
y su carro de fuego,
para lograr en él
más alto, más veloz, dichoso vuelo.
Su blanco manto viste,
y su espíritu nuevo,
logrando así dichosa
duplicado feliz merecimiento.
Pues te miro, hermana, en el carmelo,
en el carro de Elías, o en su Cielo,
logra, logra dichosa,
la alta felicidad de ser Esposa
de aquel supremo Rey, que te eslavona
de rayos inmortales, la corona,
y en tan sublime honor y dicha tanta
armónica la voz, tu gloria canta.
Hermana dichosa, los Cielos te formen,
los Cielos te formen:
de hermosos luceros, Corona Real,
Corona Real,
el sol y la luna de rayos gloriosos,
de rayos gloriosos,
y el alto carmelo, de gloria inmortal,
de gloria inmortal.
Los Cielos te formen
Corona Real,
de rayos gloriosos
de gloria inmortal.