Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

18.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (155)



CAPÍTULO 4
Se explican otro tipo de imperfecciones que suelen tener estos principiantes acerca del tercer vicio, que es el de la lujuria.

1. Otras muchas imperfecciones más de las que acerca de cada vicio voy diciendo tienen muchos de estos principiantes, que por evitar prolijidad dejo de abordarlas, tocando solamente algunas de las más principales, que en todo caso son como origen y causa de las otras.

Y así, acerca de este vicio de lujuria (dejado aparte lo que es caer en este pecado en los espirituales, pues mi intento es tratar de las imperfecciones que se han de purgar por la noche oscura) tienen muchas imperfecciones un gran número de personas, que se podría denominar una "lujuria espiritual", no porque así lo sea, sino porque procede de cosas espirituales.

Porque muchas veces ocurre que en los mismos ejercicios espirituales, sin ser en manos de ellos (es decir, sin estar en su mano el hacerlo o provocarlo), se levantan y se sumergen en la sensualidad de movimientos y actos torpes, y a veces aun cuando el espíritu está en mucha oración, o ejercitando los Sacramentos de la Penitencia o de la Eucaristía. Estos actos sin estar, como digo, en su mano o a propósito realizarlos, sí proceden sin embargo de una de estas tres causas:

2. La primera, proceden muchas veces del gusto que tiene el ser natural en las cosas espirituales porque, como gusta el espíritu y el sentido, con aquella recreación se mueve cada parte del hombre a deleitarse según su porción y propiedad. Ocurre que entonces el espíritu se mueve a recreación y gusto de Dios, que es la parte superior, y la sensualidad, que es la sección inferior, se mueve a gusto y deleite sensual, porque no sabe ella tener y tomar otro tipo de goce, y toma entonces el más cercano a sí, que es el sensual torpe. Y así, ocurre que el alma está en mucha oración con Dios según el espíritu y, por otra parte, según el sentido siente rebeliones y movimientos y actos sensuales pasivamente, no sin harta desgana suya. Esto muchas veces aparece en la Comunión que, como en este acto de amor recibe el alma alegría y regalo, porque le hace el Señor este deleite, pues para eso se da a Sí mismo, la sensualidad toma también el suyo, como hemos dicho, a su modo particular. Y dado que, en fin, estas dos partes son un conjunto, ordinariamente participan ambas de lo que una recibe, cada una mostrándolo a su modo. Y es que, como dice el Filósofo, cualquier cosa que se recibe está en el recipiente al modo de cómo es ese mismo recipiente (nota del corrector: la obra de Dios en el alma se realiza según la capacidad de la misma). Y así en estos principios, y aun cuando ya el alma está aprovechada, como está la sensualidad imperfecta recibe el espíritu de Dios muchas veces con la misma imperfección. No obstante cuando esta parte sensitiva está reformada por la purgación de la noche oscura que más adelante abordaremos, ya no tiene ella estas flaquezas, puesto que no es ella la que ya recibe, sino que más bien está recibida ella en el espíritu (nota del corrector: o inmersa en el ser espiritual), y por ello así lo tiene todo entonces al modo del espíritu.

3. La segunda causa de donde a veces proceden estas rebeliones es el demonio que, por desquitar y turbar el alma al tiempo que está en oración o mientras trata de hacer oración, procura levantar en el ser natural estos movimientos torpes con los cuales, si al alma le llegan algo de ellos, le hace harto daño. Porque no sólo por el temor de esto aflojan en la oración, que es lo que él pretende, por ponerse a luchar contra ellos, sino que algunos llegan a dejar la oración del todo, pareciéndoles que en aquel ejercicio les ocurren más aquellas cosas que fuera de él, como en verdad es, porque se las pone el demonio más en aquella que en otra cosa con el fin de que dejen el ejercicio espiritual. Y no sólo eso, sino que llega a representarles muy al vivo cosas muy feas y torpes, y a veces muy enzarzadamente respecto a cualesquieras cosas espirituales y personas que hacen aprovecho a sus almas, para aterrarlas y acobardarlas de manera que, si de todo ello hacen caso, lleguen incluso a no atreverse a mirar nada ni poner la consideración en nada, porque saben que acaban tropezando con todos estos inconvenientes.

Y esto en los que son tocados de melancolía (depresión, pena..., mal humor, desgana) ocurre con tanta eficacia y frecuencia, que es de tenerles una gran lástima, puesto que padecen vida triste, porque llega a tanto en algunas personas este trabajo cuando tienen este mal humor que les parece claro que sienten tener consigo acceso el demonio, sin ser libres para poderlo evitar, aunque algunas personas de éstas puedan evitar el tal acceso -o ataque maligno- con gran fuerza y trabajo. Cuando estas cosas torpes acontecen a los tales por medio de la melancolía, ordinariamente no se libran de ellas hasta que sanan de aquella calidad de humor o estado de ánimo, o bien una vez entrase en la noche oscura el alma, en la cual esa noche les priva sucesivamente de todo.

4. El tercer origen de donde suelen proceder y hacer guerra estos movimientos torpes, suele ser el temor que ya tienen cobrado estos tales a estos movimientos y representaciones torpes, porque el temor que les da la súbita memoria o recuerdo en lo que ven o tratan o piensan, les hace padecer estos actos sin culpa suya (nota del corrector: es decir, ellos mismos se autosugestionan y acaban haciéndoles aparecer).







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