Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

19.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (156)



5. Hay también algunas almas, con un ser natural tan sensiblero y reprochable que, en cuanto les llega cualquier gusto de espíritu o de oración, enseguida se van al espíritu de la lujuria, cuyo fuego de tal manera les embriaga y se gozan en la sensualidad que se hallan como engolfados en esa sustancia y en el gusto que sienten por este vicio, y se mantiene así lo uno con lo otro pasivamente hasta llegar algunas veces a llevarles a realizar sucesiones de algunos actos torpes y rebeldes. La causa es que, como estas personas por su ser e inclinación natural son, como digo, frágiles y sensibleros, con cualquier alteración se les conmueve el temperamento y los sentidos, y de ahí proceden esos movimientos. Esto se ve ya que lo mismo les pasa cuando se encienden en ira o tienen algún alboroto o pena.

6. Algunas veces también en estos espirituales, así al ponerse a hablar como en obrar cosas espirituales se les enciende cierto brío y bravura con enardecimiento hacia las personas que tienen delante, y se deleitan con alguna manera de vano gusto, lo cual puede ser motivo también de lujuria espiritual al modo en el cual aquí la entendemos, y que ordinariamente aparece con complacencia en la voluntad (nota del corrector: hay que notar que Jesús se complacía en cierta manera también al ver el amor de su Padre y su misericordia para con los pecadores, como leemos en San Mateo (11,25-27): "Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla". Sin embargo, se debe tener en cuenta que la principal diferencia en la que nos quiere hacer incidir y darnos cuenta San Juan de la Cruz es en la disposición interior, que es en realidad el valor y el impulso con el que se realizan las obras espirituales -y los que las da valor, valga la redundancia, asimismo-. Nuestro Señor se deleitaba por la generosidad y la bondad del Padre, muy diferente a quienes se deleitan por el gusto que les da a ellos, no por la gloria o el agrado de Dios, como aquí podemos ver muy claramente dicha diferencia, y aunque a ojos inexpertos o superficiales parezcan cosas semejantes, pero obviamente en su sustancia son radicalmente diferentes. Un ejemplo para que se entienda sería quien da limosna para que la gente le alabe y le estime, y quien la da como acto de amor a Dios en el hermano. Lo primero es muy habitual en el hacer del mundo, incluso entre compañías comerciales, que publican a los cuatro vientos e incluso redactan adornados informes para hacer que todo el mundo sepa y aplauda sus gestos de beneficencia. Lo segundo es más difícil de encontrar).

7. Vienen a dar algunas de estas personas a tener aficiones con ciertos semejantes por vía espiritual, que muchas veces proceden de la lujuria y no de espíritu, lo cual se conoce ser así cuando, con el recuerdo de aquellas aficiones, no aumenta más la impronta y el amor de Dios, sino remordimiento en la conciencia. Porque, cuando la afición es puramente espiritual, creciendo ella, crece también la afición de Dios, y cuanto más se acuerda uno de ella, tanto más se acuerda de Dios y le da deseo y ansia de Dios, con lo que aumentando en lo uno se aumenta también en lo otro. Y es que eso tiene el espíritu de Dios, que lo bueno aumenta con lo bueno, por cuanto hay semejanza y conformidad. Pero cuando el tal amor nace del mencionado vicio sensual, tiene los efectos contrarios y creciendo más lo uno, tanto más decrece lo otro y la experiencia de su sabor juntamente. Y así es que si crece aquel amor vanal, luego verá que se va enfriando el que siente por Dios y olvidándose de él con aquella experiencia y algún que otro remordimiento en la conciencia. Así también, por el contrario, si crece el amor de Dios en el alma, se va enfriando en el otro y olvidándole porque, como son contrarios amores, no sólo no ayuda el uno al fortalecimiento del otro, sino que antes el que predomina apaga y confunde al otro y se fortalece en sí mismo, como dicen los filósofos (nota del corrector: principio filosófico de los dos contrarios, tan habitual en este tipo de textos de San Juan de la Cruz). Por lo cual dijo nuestro Salvador en el Evangelio (Jn. 3, 6) que lo que nace de carne, es carne, y lo que nace de espíritu, es espíritu, esto es: el amor que nace de sensualidad, da a parar en sensualidad, y el que de espíritu, va a fortalecernos en nuestro espíritu hacia Dios y lo acrecienta. Y ésta es la diferencia que hay entre los dos amores para conocerlos y poder diferenciarlos.

8. Cuando el alma haya entrado en la noche oscura todos estos amores pone en razón, porque al uno fortalece y purifica, que es el que es según Dios, y al otro quita y reduce, y al principio a ambos los hace perder de vista, como después se explicará.







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