Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

6.1.23

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (114)



4. Que sea una obra más baja tambien está claro, porque las potencias del alma no pueden de suyo hacer reflexión y operación, sino sobre alguna forma, figura e imagen que previamente hayan recibido, y esta es su materia y la sustancia de su espíritu, que viene a ser el sustrato interior del que se forman luego las interpretaciones de quienes tratan de retener estas comunicaciones. La auténtica sustancia o espíritu no se une con las potencias del alma en verdadera inteligencia y amor, si no es cuando ya cesa la operación de esas mismas potencias, dado que la pretensión y fin de la tal operación no es sino venir a recibir en el alma la sustancia entendida y amada de aquellas formas, o sea, su ser íntimo. De donde la diferencia que hay entre la operación activa y el mantenerse pasivamente, así entendida como sus provechos, es la que hay entre lo que se está haciendo y lo que ya está hecho, que es como entre lo que se pretende conseguir y alcanzar -tratar de actuar activamente- y entre lo que está ya conseguido y alcanzado -la obra ya realizada pasivamente-.
De donde también se concluye que, si el alma quiere emplear activamente sus potencias en las tales aprehensiones sobrenaturales (en que, como hemos dicho, le da Dios el espíritu de ellas pasivamente), no sería menos que dejar lo hecho para volverlo a hacer, y ni gozaría lo hecho ni con sus acciones haría nada sino impedir los efectos de lo ya concluido y de la obra terminada porque, como decimos, no pueden llegar de suyo propio y por sus propios medios al espíritu que Dios daba al alma sin el ejercicio de las potencias activamente. Con lo cual ciertamente sería apagar el espíritu que de las dichas aprehensiones imaginarias Dios infunde, si el alma hiciese caudal de ellas para tratar de retenerlas. Más bien las ha de dejar hacer sus efectos disponiéndose en ellas pasiva y negativamente -es decir, sin tratar de reafirmarlas o afianzarlas-, porque entonces Dios mueve al alma a más de lo que ella pudiera ni supiera llegar. Que, por eso mismo, dijo el profeta (Hab. 2, 1): "Estaré en pie sobre mi custodia y afirmaré el paso sobre mi munición, y contemplaré lo que se me dijere", que es como si dijera: "levantado estaré sobre toda la guardia de mis potencias, y no daré paso adelante en mis operaciones, y así podre contemplar lo que se me dijere", esto es, "entenderé y gustaré lo que se me comunicare sobrenaturalmente".

5. Y lo que también se alega del Esposo (Ct. 8, 6) se entiende aquello del amor que pide a la Esposa, que tiene por oficio entre los amados de asimilar el uno al otro como parte principal de su unión. Y por eso él le dice a ella que le ponga en su corazón por señuelo (Ct. 8, 6), donde todas las saetas de amor de la aljaba vienen a dar, que son las acciones e ímpetus de amor, con el fin de que todas den en el blanco de dicho corazón estando allí por señuelo de ellas, y así todas sean para Él, y así se asemeja el alma a Él por las acciones y movimientos de amor, hasta transformarse finalmente en Él. Y dice que le ponga también como señuelo en el brazo, porque en él está el ejercicio de amor, pues en él se sustenta y regala el Amado.

6. Por tanto, de todo lo que el alma ha de procurar en todas las aprehensiones que de la divinidad le vinieren (así imaginarias como de otro cualquier género, da lo mismo visiones que locuciones, o sentimientos, o revelaciones) es no haciendo caso de la letra y corteza, esto es, de lo que significa o representa o de lo que da a entender, sólo advertir en tener el amor de Dios que interiormente le causan al alma. Y de esta manera han de hacer caso de los sentimientos no de su sabor, ni de su suavidad, ni de sus figuras, sino de los sentimientos de amor que le causan.
Y para sólo este efecto bien podrá algunas veces acordarse de aquella imagen y aprehensión que le causó el amor, para poner el espíritu en motivo y enfocado hacia ese amor porque, aunque no hace después tanto efecto cuando se acuerda como la primera vez que se le comunicó, todavía cuando se acuerda se renueva el amor, y hay levantamiento de mente en Dios, mayormente cuando es el recuerdo de algunas figuras, imágenes o sentimientos sobrenaturales que suelen sellarse e imprimirse en el alma, de manera que duran mucho tiempo, y algunas nunca se quitan del alma. Y estas que así se sellan en el alma, casi cada vez que el alma advierte en ellas le hacen divinos efectos de amor, suavidad, luz, etc., unas veces más, otras menos, porque para esto se las imprimieron. Y así, es una gran gracia a quien Dios le hace esto, porque es tener en sí una mina de bienes a los cuales recurrir.

7. Estas figuras que hacen los tales efectos están asentadas vivamente en el alma, que no son como las otras imágenes y formas que se conservan en la fantasía y así, no tiene por qué ni le es necesario al alma acudir a su imaginación para hacerse con ellas cuando se quisiere acordar, porque ve que las tiene en sí misma, como se ve la imagen en el espejo. Cuando acaeciere a alguna alma tener en sí las dichas figuras formalmente, bien podrá acordarse de ellas para el efecto de amor que dije, porque no le estorbarán para la unión de amor en fe, como no quiera embeberse en la figura en sí, sino aprovecharse del amor -o sea, de sus efectos-, dejando luego la figura, con lo cual y teniendo presente esta premisa, le ayudará.

8. Dificultosamente se puede conocer cuándo estas imágenes están impresas en el alma y cuándo en la fantasía, porque las de la fantasía también suelen ser muy frecuentes. Y es que algunas personas suelen ordinariamente traer en la imaginación y fantasía visiones imaginarias y con gran frecuencia se las representan de una determinada manera, bien porque estén dadas a fantasear, con lo cual por poco que piensan enseguida se les representa y dibuja aquella figura ordinaria en la fantasía, o bien porque se las pone el demonio, aunque también puede ocurrir que sea porque se las pone Dios, sin que se impriman en el alma formalmente.
Pero se pueden conocer de qué clase de estos tipos son por los efectos, porque las que son naturales o del demonio, por más que se acuerden de ellas, no ejercen ningún efecto bueno ni producen un buen fruto ni llevan a renovación espiritual en el alma, sino que secamente las miran. Pero las que son buenas, al menos, acordándose de ellas hacen algún efecto bueno del mismo tipo que aquel que hizo al alma la primera vez que las recibió. Finalmente las formales que se imprimen en el alma, casi siempre que las advierte o las revive le hacen algún efecto.

9. El que hubiere tenido estas comunicaciones y experiencias conocerá fácilmente las unas y las otras, porque está muy clara la enorme diferencia al que posee experiencia. Sólo digo que las que se imprimen formalmente en el alma con duración, ocurren más raras veces. Pero en cualquier caso sean de estas, o de otro tipo, bueno le es al alma no querer comprehender nada, sino a Dios por fe en esperanza.
Y respecto a lo mencionado sobre la objeción, esto es, que puede parecer soberbia desechar estas cosas si son buenas, digo que antes es prudente humildad aprovecharse de ellas en el mejor modo, como ya queda dicho y ya hemos explicado cuál es, y guiarse por tanto por lo que sea más seguro, como también explicamos.







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