CAPÍTULO 4.
Se explica el segundo daño que le puede venir al alma de parte del demonio por vía de las aprehensiones naturales de la memoria.
1. El segundo daño impositivo que el alma puede sufrir por medio de las noticias de la memoria es de parte del demonio, el cual tiene gran mano en el alma por este medio. Porque puede añadir formas, noticias, argumentos y discursos, y por medio de ellos afectar el alma con soberbia, avaricia, ira, envidia, etc., y poner odio injusto, amor vano, y engañar de muchas maneras. Y aparte de esto, suele él dejar las cosas y asentarlas en la fantasía de manera que las que son falsas, parezcan verdaderas, y las verdaderas falsas. Y, finalmente, todos los demás engaños que hace el demonio y males al alma entran por las noticias, discurrir y discursos de la memoria, la cual si se oscurece en todas ellas y se aniquila en olvido cierra totalmente la puerta a este daño del demonio y se libra de todas estas cosas, lo cual es un gran bien. Porque el demonio no puede nada en el alma si no es mediante las operaciones de las potencias de ella, principalmente por medio de las noticias y comunicaciones que le llegan, porque de ellas dependen casi todas las demás operaciones de las demás potencias. Por lo tanto, si la memoria se aniquila en ellas, el demonio no puede nada, porque nada encuentra de donde asir, y sin nada a lo que agarrarse ni a lo que recurrir, nada puede.
2. Yo quisiera que los espirituales se dieran cuenta en centrarse en ver cuántos daños les hacen los demonios en las almas por medio de la memoria cuando se dan mucho a usar de ella, cuántas tristezas y aflicciones, y gozos malos y vanos los hacen tener, así acerca de lo que piensan en Dios como de las cosas del mundo, y cuántas impurezas les dejan arraigadas en el espíritu, haciendolos también distraer enormemente del sumo recogimiento, que consiste en poner toda el alma, según sus potencias y las facultades de cada uno, en solo el bien incomprehensible y quitarla de todas las cosas aprehensibles, porque no son bien incomprehensible. Lo cual, aunque no se siguiera tanto bien de este vacío como es ponerse en Dios, por sólo ser causa de librarse de muchas penas, aflicciones y tristezas, aparte de las imperfecciones y pecados de los cuales uno se libra, es ya de por sí un bien muy grande.
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