CAPÍTULO 3.
Se explican las tres maneras de daños que recibe el alma no oscureciendose acerca de las comunicacioens y discursos de la memoria. Se aborda aquí el primero de ellos.
1. A tres daños e inconvenientes está sujeto el espiritual que todavía quiere usar de las noticias y discursos naturales de la memoria para ir a Dios o para otra cosa: los dos son positivos, y el uno es privativo. El primero es de parte de las cosas del mundo; el segundo, de parte del demonio; el tercero y privativo es el impedimento y estorbo que hacen y le causan para la divina unión.
2. El primero, que es de parte del mundo, es estar sujeto a muchas maneras de daños por medio de las comunicaciones y discursos, así como falsedades, imperfecciones, apetitos, juicios, pérdida de tiempo y otras muchas vicisitudes que crean en el alma muchas impurezas. Y que de necesidad haya de caer en muchas falsedades si damos lugar a las noticias y discursos mundanos está claro, ya que muchas veces ha de parecer lo verdadero falso y lo cierto dudoso, y al contrario, pues apenas podemos de raíz conocer una verdad. De todas las cuales se libra si oscurece la memoria en todo discurso y noticia que le lleguen.
3. Imperfecciones a cada paso las hay si pone la memoria en lo que oyó, vio, tocó, olió y gustó, etc.; en lo cual se le ha de pegar alguna afición, ahora de dolor, ahora de temor, ahora de odio, o de vana esperanza y vano gozo y vanagloria, etc. Y todas ellas son como mínimo imperfecciones y, a veces, hasta patentes pecados veniales, etc., sin olvidar que en el alma pegan mucha impureza sutilísimamente, aunque sean los discursos y noticias acerca de cosas de Dios.
Y que se le engendren apetitos también se ve claro, pues de las dichas noticias y discursos es algo que surge natural y espontáneamente, y sólo querer tener la dicha noticia y discurso es apetito. Y que ha de tener también muchos toques de juicios bien se ve, pues no puede dejar de tropezar con la memoria en males y bienes ajenos, en que a veces parece lo malo bueno, y lo bueno malo. De todos los cuales daños yo creo no habrá quien bien se libre si no es cegando y oscureciendo la memoria acerca de todas las cosas.
4. Y si alguien adujere que bien podrá el hombre vencer todas estas cosas cuando le vinieren, digo que hacer semejante logro totalmente y con su propias fuerzas es imposible mientras haga caso de noticias, porque en ellas se infiltran mil imperfecciones e impertinencias, y algunas tan sutiles y livianas que, sin entenderlo el alma, se le pegan por lo fácil que acceden, así como la pez al que la toca, y que mejor se vence todo de una vez negando la memoria en todo.
Puede que alguien diga asimismo que se priva el alma de muchos buenos pensamientos y consideraciones de Dios, que aprovechan mucho al alma para que Dios le dé gracias. Ante esto respondo que más aprovecha la pureza del alma, que consiste en que no se le pegue ninguna afición de criatura, ni de temporalidad, ni eficiente y efectiva advertencia de ello, de lo cual entiendo no se dejará de ensuciar en bastante grado por la mucha imperfección que de suyo tienen las potencias y sentidos en sus operaciones naturales. Por tanto es mejor aprender a poner las potencias en silencio y callando, para que hable Dios, porque como ya hemos dicho, para este estado las operaciones naturales se han de perder de vista, lo cual se hace, como dice el profeta (Os. 2, 14), cuando venga el alma según estas sus potencias a soledad y le hable Dios al corazón.
5. Y si todavía hay quien replique aduciendo que no tendrá bien ninguno el alma si no considera y discurre la memoria en Dios, y que se le irán entrando muchas distracciones y flojedades, digo que es imposible que, si la memoria se recoge acerca de lo de allá y de lo de acá juntamente, que le entren males y distracciones ni otras impertinencias ni vicios, las cuales cosas siempre entran por dejar vagar a la memoria, porque de lo contrario no habrá por dónde ni de dónde entren. Eso teniendo en cuenta que hablamos de cerrarle la puerta a las consideraciones y discursos acerca de las cosas de arriba y la abrieramos para las de abajo, pero aquí a todas cosas de donde eso puede venir la cerramos, haciendo a la memoria que quede callada y muda, y sólo el oído del espíritu en silencio escuchando a Dios, diciendo con el profeta (1 Sm. 3, 10): "Habla, Señor, que tu siervo escucha". Tal dijo el Esposo en los Cantares (4, 12) que había de ser su Esposa, diciendo: "Mi hermana es huerto cerrado y fuente sellada", es a saber, cerrada a todas las cosas que le puedan entrar.
6. Quedémonos, pues, cerrados sin cuidado ni pena, que el que pudo llegar a sus discípulos corporalmente estando las puertas cerradas, y les dio paz sin ellos saber ni pensar que aquello podía ocurri ni el cómo podía acontecer (Jn. 20, 1920), entrará espiritualmente en el alma sin que ella sepa cómo obra Él, teniendo ella las puertas de las potencias, memoria, entendimiento y voluntad, cerradas a todas las aprehensiones, y se las llenará de paz, declinando sobre ella, como el profeta dice (Is. 48, 18), como un río de paz en que la quitará todos los recelos y sospechas, turbación y tiniebla que le hacían temer que estaba o que iba perdida. No pierda cada uno el cuidado de orar y espere en desnudez y vacío, que no tardará su bien en llegar.
| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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