CAPÍTULO 5.
Se dan nociones sobre el tercer daño que le afecta al alma por vía de las noticias distintas naturales de la memoria.
1. El daño tercero que le sigue al alma por vía de las aprehensiones naturales de la memoria es privativo, porque la pueden impedir el bien moral y privar del espiritual.
Y para entrar directamente a cómo estas aprehensiones impiden al alma el bien moral, es de saber que el bien moral consiste en la rienda de las pasiones y freno de los apetitos desordenados, de lo cual se consigue en el alma tranquilidad, paz, sosiego y virtudes morales, que es el bien moral. Esta rienda y freno no la puede tener realmente y certeramente el alma si no va olvidando y apartando cosas de sí, de donde le nacen las aficiones. Y nunca le nacen al alma turbaciones si no es de las aprehensiones de la memoria porque, olvidadas todas las cosas, no queda nada que perturbe la paz ni que muevan los apetitos pues, como dicen, lo que el ojo no ve, el corazón no lo desea.
2. Y de esto a cada momento podemos comprobarlo por la experiencia, pues vemos que, cada vez que el alma se pone a pensar alguna cosa, queda movida y alterada, o en poco o en mucho, acerca de aquella cosa, según es la aprehensión: si pesada y molesta, saca tristeza (u odio, etc.); si agradable, saca apetito y gozo, etc. De donde por fuerza ha de surgir después turbación en la mudanza de aquella aprehensión y así, ahora tiene gozos, ahora tristezas, ahora odio, ahora amor, y no puede perseverar siempre de una manera equilibrada, que es el efecto de la tranquilidad moral, si no es cuando procura olvidar todas las cosas. Por ello está claro que las noticias y comunicaciones que le llegan impiden mucho en el alma el bien de las virtudes morales.
3. Y que también la memoria apresada de esta forma impida el bien espiritual, claramente se prueba por lo ya mencionado, porque el alma alterada que no tiene fundamento de bien moral no es capaz, en cuanto tal, del espiritual, el cual no se imprime sino en el alma moderada y puesta en paz.
Y, aparte de esto, si el alma retiene y hace caso de las aprehensiones de la memoria, como quiera que el alma no puede advertir más que una cosa, si se emplea en cosas aprehensibles, como son las noticias de la memoria, no es posible que esté luego libre para lo incomprehensible, que es Dios. Y es que (como siempre hemos dicho), para que el alma vaya a Dios precisamente antes ha de ir no comprehendiendo que comprehendiendo, y debe hacerse trocar lo conmutable y comprehensible por lo inconmutable e incomprehensible.
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