CAPÍTULO 7.
Se explica el segundo género de aprehensiones de la memoria, es decir, las que son imaginarias y sobre comunicaciones sobrenaturales.
1. Aunque en el primer género de aprehensiones naturales hemos dado doctrina también para las imaginarias, que son naturales, convenía hacer esta división debido a otras formas y noticias que guarda la memoria en sí, que son de cosas sobrenaturales, así como de visiones, revelaciones, locuciones y sentimientos por vía sobrenatural. De las cuales cosas, cuando han pasado por el alma, se suele quedar alguna imagen, forma y figura, o noticia impresa, bien en el alma o en la memoria o fantasía, a veces muy viva y claramente. Acerca de lo cual es menester también estar precavidos para que la memoria no se deje aprisionar con ellas y le sean impedimento para la unión de Dios en esperanza pura y entera.
2. Y digo que el alma, para conseguir este bien, en lo que se refiere a las diversas comunicaciones que por ella hayan pasado de manera clara por vía sobrenatural nunca y de ningún modo ha de hacer reflexión para conservar en sí las formas, figuras y noticias de aquellas cosas. Porque siempre hemos de tener esto en cuenta: que cuanto el alma más presa hace en alguna aprehensión natural o sobrenatural tratando de distinguirla claramente o/y de quedarse con ella (nota del corrector: o con los gustos que ella deja al pasar), menos capacidad y disposición tiene en sí misma para entrar en el abismo de la fe, donde todo lo demás se absorbe. Porque, como queda dicho, ningunas formas ni noticias sobrenaturales que pueden entrar en la memoria son Dios, y de todo lo que no es Dios se ha de vaciar el alma para ir a Dios. Por todo ello también la memoria de todas estas formas y noticias se ha de deshacer para unirse con Dios en esperanza, porque toda posesión es contra esperanza la cual, como dice san Pablo (Hb. 11, 1), es de lo que no se posee, porque en eso consiste la misma esperanza.
Así que cuanto más la memoria se desposee, tanto más tiene de esperanza, y cuanto más de esperanza tiene, tanto más tiene de unión de Dios. Porque en cuanto a Dios, cuanto más espera el alma, tanto más alcanza. Y por esto mismo espera más cuando se desposee más, y cuando se hubiere desposeído perfectamente, perfectamente quedará con la posesión de Dios en unión divina. Mas hay muchos que no quieren carecer de la dulzura y sabor de la memoria de las comunicaciones que les llegan, y por eso no vienen a la suma posesión y entera dulzura, ya que quien no renuncia a todo lo que posee, no puede ser su discípulo (Lc. 14, 33).
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