CAPÍTULO 32.
Se explican las aprehensiones que recibe el entendimiento de los sentimientos interiores que sobrenaturalmente se hacen el alma, y menciona la causa de ellos y en qué manera se ha de disponer el alma para no impedir el camino de la unión de Dios en esas aprehensiones.
1. Continuamos ahora tratando sobre el cuarto y último genero de aprehensiones intelectuales, que decíamos podían caer en el entendimiento de parte de los sentimientos espirituales que muchas veces sobrenaturalmente surgen en el alma del espiritual, los cuales contamos entre las aprehensiones distintas del entendimiento.
2. Estos sentimientos espirituales distintos pueden surgir de dos maneras. La primera, son sentimientos en el afecto de la voluntad; la segunda, son sentimientos en la sustancia del alma. Los unos y los otros pueden ser de muchas formas.
Los de la voluntad, cuando son de Dios, son muy elevados. Sin embargo los que son de la sustancia del alma son altísimos y de gran bien y provecho, los tales ni el alma ni quien la trata pueden saber ni entender la causa de donde proceden, ni de qué forma Dios los realiza.
Estas gracias, puesto que no dependen de obras que el alma haga ni de consideraciones que tenga -aunque tales cosas son buenas para disponerse a ellas-, las concede Dios a quien quiere y por lo que Él quiere. Así, acontecerá que una persona se habrá ejercitado en muchas obras, y no la dará estos toques, y otra en muchas menos, y se los dará subidísimos y en mucha abundancia. Por ello no es menester que el alma esté actualmente empleada y ocupada en cosas espirituales, aunque estarlo es mucho mejor para tenerlos, para que Dios le dé los toques con los cuales el alma experimenta los dichos sentimientos, porque las mayoría de las veces se encuentra muy desprevenida de ellos. De estos toques, unos son distintos y pasan pronto, y otros no son tan distintos y duran más.
3. Estos sentimientos, en cuanto son sentimientos solamente, no pertenecen al entendimiento, sino a la voluntad, y por lo tanto no los trataremos en profundidad aquí de ellos hasta que expliquemos acerca de la noche y purgación de la voluntad en sus aficiones, que será en el libro 3º que viene a continuación. Pero, dado que en muchas ocasiones y las más de las veces de ellos redunda en el entendimiento aprehensión y conocimiento e inteligencia, convenía hacer aquí mención de ellos sólo para este fin. Por tanto, es de saber que de estos sentimientos -así de los de la voluntad como de los que son en la sustancia del alma, ahora sean los toques de Dios que los causan repentinos, ahora sean durables y sucesivos- muchas veces, como digo, redunda en el entendimiento aprehensión de noticia o inteligencia, la cual suele ser un elevadísimo sentir de Dios y sabrosísimo en el entendimiento, al cual no se puede poner nombre tampoco, como al mismo sentimiento de donde redunda. Y estas noticias a veces son en una manera, a veces en otra; a veces más sublimes y claras, a veces menos y más oscuras, según lo son tambien los toques que Dios hace, que causan los sentimientos de donde ellas proceden, y según la propiedad de ellos mismos.
4. Para dar cautela y encaminar al entendimiento por estas noticias en fe a la unión con Dios, no es menester aquí gastar tiempo ni palabras en teorizar mucho porque, como quiera que los sentimientos que hemos dicho ocurren pasivamente en el alma sin que ella haga algo de su parte efectivamente para recibirlos, así también las noticias de ellos se reciben pasivamente en el entendimiento que llaman los filósofos "posible", sin que ese entendimiento haga nada de su parte. Por lo tanto, para no errar en ellos ni impedir su provecho, el espiritual tampoco ha de hacer nada en ellos, sino tan sólo mantenerse pasivamente acerca de ellos, sin entrometer su capacidad natural ni su discurrir. Porque como hemos dicho que acontece cuando hablamos sobre las palabras sucesivas, facilísimamente con su actividad turbará y deshará esas delicadas comunicaciones, que son una sabrosa inteligencia sobrenatural a que no llega el ser natural ni la puede comprehender haciendo y practicando, sino recibiendo y dejándose llevar.
Con lo cual no ha de procurar perseguirlas ni tener ganas de admitirlas, con el fin de que el entendimiento no vaya de suyo formando otras a su propio divagar donde el demonio tenga entrada con otras varias y falsas, lo cual puede él muy bien hacer por medio de los dichos sentimientos o los que él de suyo pueda poner en el alma que se da a estas experiencias. Debe entonces encontrarse el alma resignada, humilde y pasivamente en ellas que, pues pasivamente las recibe de Dios, Él se las comunicará cuando considere servirse hacerlo, viendo a esa alma humilde y desapropiada. Y de esta manera no impedirá en sí el provecho que estas noticias hacen para la divina unión (que es grande, porque todos estos toques son de unión), la cual pasivamente se hace en el alma.
5. Lo dicho basta acerca de esto porque cualquiera cosa que al alma le ocurra acerca del entendimiento, se hallará la cautela y doctrina para ella en las divisiones y explicaciones ya dadas. Y, aunque parezca una comunicación diferente y que de ninguna manera se comprende, no existe ninguna de esas comunicaciones o experiencias que no se puedan reducir a una de las ya explicadas y sacar por tanto doctrina, conocimiento y luz para ese caso en concreto.
| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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