Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

19.12.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (96)



CAPÍTULO 30.
Se explican las comunicaciones de palabras interiores que formalmente se hacen al espíritu por vía sobrenatural, y se da advertencias sobre el daño que pueden hacer y la cautela necesaria para no ser engañados en ellas.


1. El segundo género de palabras interiores son palabras formales que algunas veces se hacen al espíritu por vía sobrenatural sin medio de algún sentido, ahora estando el espíritu recogido, ahora no. Y las llamamos "formales" porque formalmente al espíritu se las dice tercera persona, sin poner él nada en ello. Y por eso son muy diferentes que las que acabamos de tratar, porque no solamente tienen la diferencia en que se hacen sin que el espíritu ponga de su parte algo en ellas, como hace en las otras sino que además, como decimos, le llegan a veces sin estar recogidos, sino muy fuera de aquello sobre lo que se le habla o comunica, lo que no ocurre con las mencionadas en líneas arriba sobre las comunicaciones de palabras sucesivas, porque siempre son acerca de lo que estaba considerando o/y meditando.

2. Estas palabras ciertas veces son muy claras y formadas, otras no tanto, porque muchas veces son como conceptos en que se le dice algo, ahora respondiendo, ahora en otra manera hablándole al espíritu. Por lo tanto estas comunicaciones pueden ser una sola palabra, a veces dos o más, y a veces muchas palabras -como las anteriores comunicaciones- porque suelen durar un rato enseñando o tratando algo con el alma, y todas sin que ponga nada de suyo el espíritu, porque son todas como cuando habla una persona con otra. Como leemos haberle ocurrido a Daniel (9, 22), que dice hablaba el ángel en él, lo cual era formal y sucesivamente razonando en su espíritu y enseñándole, según allí también cuenta el ángel, diciendo que había venido para enseñarle.

3. Estas palabras, cuando no son más que formales, el efecto que hacen en el alma no es mucho porque, ordinariamente, sólo son para enseñar o dar luz en alguna cuestión y para hacer este efecto no es menester que hagan otro más eficaz que el fin que ellas traen. Y este, cuando son de Dios, siempre lo obran en el alma, porque ponen al alma pronta y clara en aquello que se le manda o enseña, puesto que algunas veces no quitan al alma la repugnancia y dificultad de llevar a cabo la tarea encomendada, antes se la suelen poner mayor, lo cual hace Dios para mayor enseñanza, humildad y bien del alma. Y esta repugnancia más ordinariamente se la deja cuando le manda cosas de notoriedad o cosas en que puede haber alguna excelencia para el alma, y en las cuestiones que tienen más de humildad y bajeza les pone más facilidad y prontitud que en las elevadas o notorias. Y así leemos en el Exodo (c. 3­4) que, cuando mandó Dios a Moises que fuese a Faraón y librase al pueblo, tuvo tanta repugnancia que fue menester mandárselo tres veces y mostrarle señales y, con todo eso, no se decidía hasta que Dios le dio por compañero a Aarón, para que llevase parte de la honra y del peso de la tarea.

4. Al contrario acontece cuando las palabras y comunicaciones son del demonio, que en las cosas de más valer pone facilidad y prontitud, y en las bajas y humildes, repugnancia. Y es que ciertamente aborrece Dios tanto el ver las almas inclinadas a cuestiones notorias que aún cuando Él se lo manda y las pone en ellas no quiere que tengan la prontitud que comúnmente pone Dios en estas palabras formales al alma, y estas son diferentes de las anteriores sucesivas, que no mueven tanto al espíritu como estas, ni le ponen tanta prontitud, por ser estas más formales y en que menos se entremete el propio entendimiento. Aunque todo ello no quita que algunas veces hagan más efecto algunas palabras sucesivas, por la gran comunicación que a veces hay del Divino Espíritu con el humano, mas el modo de hacer tal cosa es muy diferente. En estas palabras formales no tiene el alma que dudar si las dice ella, porque bien se ve que no, mayormente cuando ella no estaba en lo que se le dijo y, si lo estaba, siente muy clara y distintamente que aquellas comunicaciones vienen de otra parte.

5. De todas estas palabras formales tan poco caso ha de hacer el alma como de las otras sucesivas porque, además que ocuparía el espíritu de lo que no es legítimo y próximo medio para la unión de Dios, que es la fe, podría facilísimamente ser engañada del demonio, y es que a veces apenas se distinguirán cuáles son dichas por buen espíritu y cuáles por malo. Que como estas no hacen mucho efecto, apenas se pueden distinguir por esos mismos efectos, porque aun a veces las del demonio ponen más eficacia en los imperfectos que las otras de buen espíritu en los espirituales. No se ha de hacer lo que ellas dijeren, ni hacer caso de ellas, sean de bueno o de mal espíritu, pero sí que se han de manifestar al confesor experimentado o a persona discreta y sabia, para que dé doctrina y vea lo que conviene en ello y nos facilite su consejo, y nos mantengamos en ellas resignada y negativamente. Y si no fuere hallada la tal persona experta, más vale, no haciendo caso de las tales palabras, no dar parte a nadie, porque fácilmente encontrará con algunas personas que antes le destruyan el alma que la edifiquen. Porque las almas no las ha de tratar cualquiera, pues es cosa de suma importancia errar o acertar en tan grave negocio.

6. Y adviertase mucho en que el alma jamás dé su parecer, ni haga cosa ni la admita de lo que aquellas palabras le dicen sin antes contar con mucho acuerdo y consejo ajeno. Porque en esta materia ocurren engaños sutiles y extraños, de tanta envergadura que tengo para mí que el alma que no fuere enemiga de tener las tales comunicaciones no podrá dejar de ser engañada en muchas de ellas (sea en poco grado o en mucho).

7. Y porque de estos engaños y peligros y de la cautela para ellos está tratado a propósito en los capítulos 17, 18, 19 y 20 de este libro, a los cuales remito al lector, no me alargo más aquí. Sólo digo que la principal doctrina es no hacer caso de ello en nada.







| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




| SubidaMonteCarmeloActualizada | | Libros | | SanJuandelaCruz | | Carmelitas |


No hay comentarios:

Publicar un comentario