Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

18.12.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (95)



10. También en este género de palabras interiores sucesivas mete mucho el demonio la mano, mayormente en aquellos que tienen alguna inclinación o afición a ellas porque, al tiempo que ellos se comienzan a recoger, suele el demonio ofrecerles harta materia de digresiones, formándole al entendimiento los conceptos con diversas palabras por sugestión, y le va precipitando y engañando sutilísimamente con cosas verosímiles. Y esta es una de las maneras con las que se comunica con los que tienen hecho algún pacto con él, tácito o expreso, y también es cómo se comunica con algunos herejes, mayormente con algunos heresiarcas, dándoles información en su entendimiento con conceptos y razones muy sutiles, falsas y erróneas.

11. De lo dicho queda entendido que estas locuciones sucesivas pueden proceder en el entendimiento de tres causas, conviene a saber: del Espíritu Divino, que mueve y alumbra al entendimiento, y de la lumbre natural del mismo entendimiento, y del demonio, que le puede hablar por sugestión.
Y decir ahora las señales e indicios para conocer cuándo proceden de una causa y cuándo de otra, sería algo dificultoso dar de ello enteras muestras e indicios, aunque no obstante se pueden dar algunos generales, que son los siguientes:
Cuando en las palabras y conceptos juntamente el alma va amando y sintiendo amor con humildad y reverencia de Dios, es señal que anda por allí el Espíritu Santo, el cual, siempre que hace algunas gracias, las hace envueltas en esto.
Cuando procede de la viveza y lumbre solamente del entendimiento, el entendimiento es el que lo hace allí todo, sin aquella operación de virtudes, aunque la voluntad puede naturalmente amar en el conocimiento y luz de aquellas verdades, y después de pasada la meditación, queda la voluntad seca, aunque no inclinada a vanidad ni a mal si el demonio de nuevo sobre aquello no la tentase. Lo cual no acontece en las que fueron de buen espíritu, porque después la voluntad queda ordinariamente aficionada a Dios e inclinada a bien. No obstante puede ocurrir algunas veces que tras estas comunicaciones quede la voluntad seca, aunque la comunicación haya sido de buen espíritu, ordenándolo así Dios por algunas causas útiles para el alma. Otras veces incluso puede que el alma no sienta demasiado sobre las operaciones o movimientos de esas virtudes y de su intervención bondadosa, y sin embargo puede proceder de inspiraciones divinas lo que experimentó. Precisamente por eso decía que es dificultosa de conocer algunas veces la diferencia que hay de unas a otras, por los varios efectos que según la ocasión producen. Los que acabamos de describir son los más comunes, siendo a veces en más abundancia o en menos.
Aun las que son del demonio, a veces son dificultosas de entender y conocer, porque aunque es verdad que ordinariamente dejan la voluntad seca acerca del amor de Dios y el ánimo inclinado a vanidad, estimación o complacencia, todavía pone algunas veces en el ánimo una falsa humildad y afición hervorosa de voluntad fundada en amor propio, que a veces es menester que la persona sea harto espiritual para que lo entienda y se percate de ello. Y esto hace el demonio por mejor encubrirse, el cual sabe muy bien algunas veces hacer derramar lágrimas sobre los sentimientos que él pone, para ir incorporando en el alma las aficiones que él quiere y le conviene. Pero siempre les procura mover la voluntad a que estimen aquellas comunicaciones interiores, y que hagan mucho caso de ellas, para que así se den a ellas y ocupen el alma en lo que no es virtud, sino ocasión de perder la que hubiese.

12. Quedemos, pues, en esta necesaria cautela, así en las unas como en las otras, para no ser engañados ni aprisionados con ellas. Por lo tanto tengamos en cuenta el no hacer caudal de nada de ellas, sino sólo de saber enderezar la voluntad con fortaleza a Dios, obrando con perfección su ley y sus santos consejos, que es la sabiduría de los Santos, contentándonos de saber los misterios y verdades con la sencillez y verdad que nos lo propone la Iglesia. Que esto basta para inflamar mucho la voluntad, sin meternos en otras profundidades y curiosidades en que será inusual que falte el peligro. Porque a este propósito dice san Pablo (Rm. 12, 3): "No conviene saber más de lo que conviene saber". Y esto baste cuanto a esta materia que hemos tratado sobre las comunicaciones de palabras sucesivas.







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