Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

27.11.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (74)



5. Y aún estando ellos pendientes de estas causas, Dios solo tiene todo el conocimiento, el cual no siempre lo declara, sino dice el mensaje o hace la revelación y calla la condición algunas veces, como hizo a los ninivitas, que determinadamente les dijo que habían de ser destruidos pasados cuarenta días (Jon. 3, 4). Otras veces declara la condición, como hizo a Roboán, diciéndole (3 Re. 11, 38): "Si tú guardares mis mandamientos como mi siervo David, yo también seré contigo como con él, y te edificaré casa como a mi siervo David". Pero aunque lo aclare o aunque no, uno no debe asegurarse en su propia inteligencia, porque no se puede con ella abarcar ni comprehender las verdades ocultas de Dios que hay en sus dichos y multitud de sentidos. Él está sobre el cielo y habla en sentido de eternidad pero nosotros, ciegos sobre la tierra, no entendemos sino vías de carne y temporales. Que por eso entiendo que dijo el Sabio (Ecli. 5, 1): "Dios está sobre el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, no te alargues ni te arrojes en el hablar".

6. Y alguien dirá por ventura: "Pues si no lo hemos de entender ni entremeternos en ello, ¿por qué nos comunica Dios esas cosas?". Ya he dicho que cada cosa se entenderá en su tiempo y a su momento por orden del que lo habló, y entenderlo ha quien Él quisiere, y se verá que convino así, porque no hace Dios cosa sin causa y verdad. Pero téngase esto en cuenta y créase: que no hay que sacarle ni apresar el sentido en los dichos y cosas de Dios, ni determinarse a lo que a nosotros nos parece, sin errar mucho y venir a quedarse uno muy confuso.
Esto sabían muy bien los profetas, en cuyas manos andaba la palabra de Dios, a los cuales era grande trabajo la profecía acerca del pueblo. Porque como hemos ya dicho, mucho de esas palabras no las veían acontecer en la forma literal en que se les decía. Y era causa de que hiciesen mucha risa y mofa de los profetas, y tanto que vino a decir Jeremías (20, 7): "Cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: 'Violencia y destrucción'; porque la palabra de Dios me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre". En lo cual, aunque el santo profeta decía con resignación y en figura del hombre flaco que no puede sufrir las vías y vueltas de Dios, da bien a entender en esto la diferencia del cumplimiento de los dichos divinos, según el común sentido que suenan, pues a los divinos profetas les tenían por unos burladores, y ellos sobre la profecía padecían tanto que el mismo Jeremías en otra parte (Lm. 3, 47) dijo: "Temor y lazo se nos ha hecho la profecía, y contradicción de espíritu".

7. Y la causa por la que Jonás huyó cuando le enviaba Dios a predicar la destrucción de Nínive fue esta, que conviene saber: el conocer la variedad de los dichos de Dios acerca del entender de los hombres y de las causas de los dichos. Y así, para que no hiciesen burla de él cuando no viesen cumplida su profecía, se fue huyendo para no profetizar; y en tal suerte estuvo esperando todos los cuarenta días fuera de la ciudad, a ver si se cumplía su profecía y, como no se cumplió, se afligió grandemente, tanto que dijo a Dios (Jon. 4, 2): "Te ruego, Señor, ¿por ventura no es esto lo que yo decía, estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré y me fui huyendo a Tarsis". Y se enojó tanto el santo que rogó a Dios que le quitase la vida.

8. ¿Por qué pues maravillarnos de que algunas cosas que Dios hable y revele a las almas no salgan así como ellas las entienden? Porque, dado el caso que Dios afirme al alma o la represente tal o tal cosa de bien o de mal para sí o para otra, si aquello va fundado en cierto afecto o servicio u ofensa que aquella alma o la otra entonces hacen a Dios, y de manera que, si perseveran en aquello, se cumplirá, no por eso puede acabar ocurriendo, puesto que no es cierto ese perseverar y pueden mudar en el uso de su albedrío. Por tanto, no hay que asegurarse en nuestra inteligencia, sino en fe.







| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




| SubidaMonteCarmeloActualizada | | Libros | | SanJuandelaCruz | | Carmelitas |



No hay comentarios:

Publicar un comentario