Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

19.11.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (66)



CAPÍTULO 17.
Se explica la finalidad y el estilo que Dios tiene para comunicar al alma los bienes espirituales por medio de los sentidos, en lo cual se responde a la duda que se ha mencionado anteriormente.


1. Mucho hay que decir acerca del fin y estilo que Dios tiene en dar estas visiones, para levantar a una alma de su bajeza a su divina unión, de lo cual todos los libros espirituales tratan, y en este nuestro tratado también el estilo que llevamos es darlo a entender. Y por eso, en este capítulo solamente diré lo suficiente para responder a la duda planteada, la cual era: que, pues en estas visiones sobrenaturales hay tanto peligro y riesgo para ir avanzando, como hemos dicho, ¿por qué Dios, que es sapientísimo y amigo de apartar de las almas tropiezos y lazos, se las ofrece y comunica?

2. Para responder a esto, conviene primero poner tres fundamentos.
El primero es de san Pablo en los Romanos (13, 1), donde dice: "Las obras que son hechas, de Dios son ordenadas".
El segundo es del Espíritu Santo en el libro de la Sabiduría (8, 1), diciendo: "La Sabiduría de Dios, aunque toca desde un fin hasta otro fin" -es a saber, desde un extremo hasta otro extremo- "dispone todas las cosas con suavidad".
El tercero es de los teólogos, que dicen que "omnia movet secundum modum eorum", esto es: Dios mueve todas las cosas al modo de ellas (o sea, de su naturaleza).

3. Según, pues, estos fundamentos, está claro que para mover Dios al alma y levantarla del fin y extremo de su bajeza al otro fin y extremo de su alteza en su divina unión, lo ha de hacer ordenadamente y suavemente y al modo de la misma alma. Pues, como quiera que el orden que tiene el alma de conocer es por las formas e imágenes de las cosas creadas, y el modo de su conocer y saber es por los sentidos, de aquí es que, para levantar Dios al alma al sumo conocimiento, para hacerlo suavemente ha de comenzar y tocar desde el bajo fin y extremo de los sentidos del alma, para así irla llevando al modo de ella hasta el otro fin de su sabiduría espiritual, que no cae en sentido material. Por lo cual, la lleva primero instruyendo por formas e imágenes y vías sensibles al modo de entender de esa alma, ahora naturales, ahora sobrenaturales, y por discursos, hasta llegar a ese sumo espíritu de Dios.

4. Y esta es la causa por la que Dios le da las visiones y formas, imágenes y las demás experiencias sensitivas e inteligibles espirituales, no porque no quisiera Dios darle luego en el primer acto la sabiduría del espíritu, si los dos extremos, cuales son humano y divino, sentido y espíritu, de vía ordinaria pudieran convenir y juntarse con un solo acto, sin que intervengan primero otros muchos actos de disposiciones que ordenada y suavemente convengan entre sí, siendo unas fundamento y disposición para las otras, así como en los agentes naturales unas cosas llevan a otras. Y así, las primeras sirven a las segundas, y las segundas a las terceras, y de ahí adelante, ni más ni menos. Y así va Dios perfeccionando a la persona al modo de la misma persona, por lo más bajo y exterior, hasta lo más alto e interior.
De donde primero le perfecciona el sentido corporal, moviendole a que use de buenos objetos naturales puros y edificantes exteriores, como oír sermones, misas, ver cosas santas, mortificar el gusto en la comida, macerar con penitencia y santo rigor el tacto...
Y cuando ya están estos sentidos algo dispuestos, los suele perfeccionar más, haciendoles algunos favores sobrenaturales y dándole algunas gracias para confirmarlos más en el bien, ofreciendoles algunas comunicaciones sobrenaturales, así como visiones de santos o cosas santas corporalmente, olores suavísimos y locuciones, y en el tacto grandísimo deleite con que se confirma mucho el sentido en la virtud y se enajena del apetito de los malos objetos.
Y luego de eso, los sentidos corporales interiores, de los que aquí vamos tratando, como son la imaginación y la fantasía, juntamente se los va perfeccionando y habituando al bien con consideraciones, meditaciones y discursos santos, y en todo esto instruyendo al espíritu.
Y ya todos estos sentidos dispuestos con este ejercicio natural, suele Dios ilustrarlos y espiritualizarlos más con algunas visiones sobrenaturales, que son las que aquí vamos llamando imaginarias, en las cuales juntamente y a la par, como hemos dicho, se aprovecha mucho el espíritu, el cual así en las unas como en las otras se va desenrudeciendo y reformando poco a poco. Y de esta manera va Dios llevando al alma de grado en grado hasta lo más interior. No porque sea siempre necesario guardar este orden de primero y postrero tan puntual como estricto, porque a veces hace Dios uno sin otro, y por lo más interior lo menos interior, y a veces todo junto, siempre todo ello como Dios ve que conviene al alma o como le quiere hacer las gracias. Pero la vía ordinaria y común es conforme a lo dicho.







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